Los 737 MAX van a tener que pasar el verano a la sombra de los hangares de medio mundo. Estos aviones, que han sufrido dos accidentes mortales en un periodo de cinco meses, van a tener que esperar al menos hasta el próximo mes de septiembre para poder volver a realizar vuelos comerciales.
La Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA), el órgano encargado de la certificación de aeronaves en Estados Unidos y el principal organismo de esta índole del mundo, ha anunciado que el próximo 29 de abril comenzará un nuevo proceso de certificación de los 737 MAX que durará 90 días. Unos trabajos para los que contará con la colaboración de un grupo de agencias internacionales: CASA(Australia), ANAC (Brasil), TCCA (Canadá), CAAC (China), EASA (Europa), JCAB (Japón), DGCA (Indonesia), CAAS (Singapur) y GCAA (Emiratos Árabes).
Así las cosas, durante los meses de mayo, junio y julio este grupo de especialistas auditará todas las novedades que Boeing quiere implementar en el aparato. Una vez terminado este proceso, en el mejor de los casos, desde el sector indican que Boeing necesitaría al menos un mes para dotar a todos los 737 MAX de los cambios necesarios.
En el contexto más optimista de este calendario, los aviones de Boeing podrían volver a volar durante el mes de septiembre. Un plazo que, debido al alto nivel de prudencia adoptado por las autoridades y la gran atención política y mediática de este proceso, se puede alargar aún más.
Impacto en decenas de aerolíneas
El periodo veraniego del norte del globo (comprendido por los meses de junio, julio y agosto) es, sin duda, el mayor momento de actividad en el sector de la aviación comercial. En estos tres meses se realiza más de un tercio del tráfico y cerca de un 35% del negocio de las compañías. Esto se debe a que las tarifas en estos momentos son más altas lo que mejora sensiblemente los márgenes en estos meses.
La decisión de tener el 737 MAX en tierra hasta septiembre provoca que decenas de aerolíneas no vayan a poder contar con este avión en el momento clave del año. Antes de esta decisión 371 aviones de esta familia estaban en operación. Las aerolíneas que ya contaban con este avión van a tener que eliminar rutas o alquilar aviones a empresas de leasing para realizar los trayectos que antes operaban con la familia MAX. Al coste de alquilar estos aviones hay que sumar que las aerolíneas que los sustituyan van a ser menos eficientes que la última generación de 737 que es un 30% más eficiente que la anterior.
Pero los damnificados no terminan ahí. Decenas de compañías contaban con incorporar sus 737 MAX de cara a este verano. Una situación que les iba a permitir abrir nuevas rutas u operar las existentes de forma más eficiente. Algo que ya no pasará dado que Boeing paralizó a mediados de marzo la entrega de 737 MAX. Una decisión que va a afectar directamente a las previsiones de costes e ingresos de las aerolíneas que contaban con estos aviones.
Tomando como referencia el pasado año, Boeing entregó en abril 34 unidades de la familia MAX, 47 en el mes de mayo y 56 en junio. Un total de 137 aeronaves 737 MAX. Aunque las previsiones de Boeing indicaban una intención de aumentar las entregas durante 2019, estos datos permiten hacerse a la idea del impacto que el parón de entregas va a tener en las previsiones del próximo verano de las aerolíneas de medio mundo.
Presión social y política
La FAA y las principales agencias de seguridad aérea mundiales viven el mayor nivel de presión social y política que han sufrido en su historia. Las tragedias de los 737 MAX de Lion Air y de Ethiopian han levantado una gran alerta social que, gracias a las redes sociales, ha llegado a tener mucha mayor relevancia que otras en el pasado.
Nunca antes tantos millones de pasajeros preguntaron por el nombre de su avión a las aerolíneas comerciales y a los organismos de seguridad. El peso cultural de las redes sociales ha hecho más evidente que nunca la preocupación de la ciudadanía antes estos accidentes.
Del mismo modo, los políticos en Estados Unidos han intensificado su marcaje sobre la FAA. Se ha puesto en duda el proceso de certificación inicial del 737 MAX lo que ha provocado la apertura de una investigación profunda sobre las tareas realizadas. Tanto en Europa como en China, el nivel de atención a la nueva certificación es máximo.
En este contexto, habrá que esperar al menos hasta finales de agosto para ver qué decisión adoptan el grupo de agencias de seguridad aérea encargadas de certificar de nuevo el avión. Lo que es seguro es que el nivel de estrés en el sector aeronáutico no va a bajar con la llegada del verano.
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