Francisco González no está dispuesto a dejar que los espionajes de Villarejo para el BBVA ensombrezcan su labor al frente del banco. Deja sus puestos honoríficos en el banco de manera “temporal” (aunque habrá que ver si no es definitiva) hasta que concluyan las investigaciones abiertas sobre el caso. Pero, sobre todo, no duda en señalar a todos aquellos que han intentado hacerle daño.
La misiva enviada a su sucesor anunciando su decisión repasa sus más de 24 años al frente del BBVA. Momentos buenos y malos en los que ha habido “momentos de tensión, de dificultades y de hostilidades de grupos de interés”.
Recuerda el caso de las cuentas secretas, por el que los exdirectivos del antiguo Bilbao Vizcaya (BBV) destinaron fondos a paraísos fiscales para mitigar la pérdida de peso y de retribución tras la fusión con Argentaria. Entre ellos estaba el que era su presidente, Emilio Ybarra.
El caso fue descubierto años después de la fusión y denunciado por el propio BBVA ya con González en la presidencia. De hecho, la entidad tuvo que abonar 3 millones de euros de sanción impuesta por la CNMV y el Banco de España.
Miguel Sebastián
Los siguientes en la lista son los ‘asaltantes’ del BBVA en 2004. Luis del Rivero, entonces presidente de Sacyr, intentaba hacerse con el banco “con el apoyo inexplicable de parte del Gobierno (que no salió en defensa de la institución, como era su deber). Todo un misil contra Rodríguez Zapatero y, sobre todo, contra Miguel Sebastián, que fue el principal ‘muñidor’ de la operación desde la Oficina Económica de Moncloa.
No salva al exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Tampoco al Gobierno de Mariano Rajoy. En concreto, González dispara contra el que fuera ministro de Economía, Luis de Guindos. Les acusa de “enormes presiones” para que el BBVA participara en la salida a bolsa de Bankia, así como en la creación de la Sociedad de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB). Una negativa que justifica en la necesidad de no ”asumir riesgos excesivos, con apalancamientos que consideramos entonces insostenibles”.
Un Luis de Guindos que ahora observa el adiós de González desde el asiento de vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). Desde allí ha reclamado que el BBVA aclare cuanto antes qué ocurrió con los contratos con Villarejo y su empresa de investigación, Cenyt.
No ha sido fácil
“Impulsé la investigación interna sobre las contrataciones” a la empresa del excomisario, le dice a Torres en la carta de renuncia. En ella insiste en que su “intención era disponer de toda la información” para garantizar que se había actuado conforme a los principios de legalidad y publicidad. Una investigación que se ve reforzada ahora por la auditoría forense impulsada por el propio Torres y por la de la Audiencia Nacional, que es un “elemento adicional muy importante [...] que nos ayudará a conocer la verdad”.
No se olvida de otro de sus grandes enemigos: Luis Pineda, presidente de Ausbanc, y juzgado por un caso de corrupción acusado, entre otras cosas, de chantajear a distintas entidades financieras. Se enorgullece de haber “denunciado un odioso chantaje a la Institución”. En definitiva, qno han sido “años fáciles”, pero “gobernamos el banco con firmeza”, termina González.
En la carta hay mucho más, dado que reivindica el trabajo de transformación del banco para adaptarlo a la digitalización, y también de la labor efectuada para surcar las turbulentas aguas de la crisis económica. Algo que le llena de orgullo.
González da un paso al lado, pero lo hace recordando a sus enemigos que los tiene muy presentes y sabe quiénes son. La duda está en saber si dará la batalla frente a quienes ven este adiós por la puerta de atrás como una ‘vendetta’ en diferido.