De ser la niña bonita a un dolor de cabeza. Así ha evolucionado la apuesta turca que hizo en 2010 el BBVA al entrar en el Garanti Bank. Una inversión en la que la entidad se “siente muy cómoda”, en palabras de su CEO, Carlos Torres, y en la que ha invertido casi 7.000 millones de euros durante los últimos ocho años para controlar casi el 50% de su accionariado.
Pero la realidad es tozuda y, pese a los mensajes de calma y positivismo de Torres, los analistas internacionales y los inversores ven la situación de forma muy distinta. La moneda turca, la lira, se ha depreciado en lo que llevamos de año un 35% en su cruce frente al dólar, fruto de las dudas que hay sobre el futuro económico del país. Hablamos de una economía con una fuerte dependencia del consumo interno, una inflación cercana al 16% en junio, y con un creciente endeudamiento público y privado que -gracias a los bajos tipos- crece a un ritmo del 7% anual.
Para revertir la situación (y frenar el calentón) sería necesaria una subida de tipos, pero el presidente turco, Recep Tayip Erdogan, se muestra contrario a un dinero caro, por lo que se opone a que el Banco Central adopte esta medida. Una oposición que es vista como una injerencia en la libertad de política monetaria que debe tener la máxima institución financiera del país, y que está provocando que los inversores extranjeros huyan de Turquía, algo en lo que influye también el creciente autoritarismo de Erdogan.
Por si todo esto fuera poco, ahora se suma la última andanada de Donald Trump para presionar al régimen turco. Una subida de aranceles a la importación del acero y el aluminio de hasta el 50% y el 20%, respectivamente. Algo que golpeará directamente las exportaciones hacia Estados Unidos, lastrando todavía más la debilitada economía turca.
Se disparan los seguros de impago
Este cóctel de dudas sobre la economía, presión política externa y autoritarismo por parte del Gobierno a nivel interno, ha hecho que la divisa se desplome y que los seguros de impago de la deuda pública turca (CDS) se hayan disparado hasta los 109 puntos básicos. ¿Los primeros afectados? Los bancos, tal como ocurrió en Grecia o en España durante la crisis de las primas de riesgo allá por 2015.
Evidentemente el Garanti no es una excepción. En su cartera hay una exposición a la deuda pública del 7% en cartera en este momento, aunque es verdad que viene reduciéndose en los últimos meses. Sin embargo, el Banco Central Europeo (BCE) ya ha dejado entrever esta semana que ha estrechado la vigilancia sobre los bancos que tienen exposición a Turquía, con el BBVA a la cabeza, seguido por Unicredit y el BNP Paribas.
Lo que le preocupa a Mario Draghi y su equipo del BCE son los créditos en divisa extranjera, que suponen el 40% del total de los préstamos en Turquía. Una mayor depreciación de la lira podría provocar una auténtica cascada de impagos en un país que cuenta con un volumen de créditos de 148.000 millones de dólares.
Muestra de lo que está sufriendo el Garanti, es que en estos momentos su capitalización bursátil (su valor en bolsa) es ligeramente superior a los 2.400 millones de euros, una cifra muy alejada de la inversión realizada por el BBVA (7.000 millones), y muy lejana también de los 4.400 millones en los que la entidad azul valora en libros a su filial turca (es decir, lo que el banco calcula que podría obtener de una hipotética venta).
Además, BBVA también ha incrementado sus dotaciones en Turquía para minimizar los impagos crediticios hasta los 315 millones de euros en el primer semestre, lo que supone un 32% más respecto al año anterior, y el coste de riesgo aumenta hasta los 123 puntos básicos.
Muchos analistas creen que desde el BBVA se ha minimizado el riesgo político en Turquía, y eso amenaza a su estabilidad, pese a que los resultados económicos del banco son buenos. En el primer semestre el Garanti Bank lograba un beneficio de 373 millones de euros, un aumento de los ingresos del 20%, y aportaba cerca del 20% al resultado total del Grupo. Pero, como puede comprobarse, no siempre los números del negocio son los que cuentan a la hora de garantizar el éxito de una inversión.
Al banco le tocará ahora incrementar las provisiones por la inversión, actualmente en 2.000 millones de euros, y volver a revisar el valor de su participación en la entidad. Todo un golpe para el BBVA, que ve también cómo su cotización en Bolsa se ve afectada. Sólo este viernes se dejaba un 5% hasta los 5,64 euros por título (su precio más bajo en 20 meses), lo que eleva a 10.000 millones de euros las pérdidas sufridas por la entidad en capitalización bursátil desde principios de año -aunque también influye en esas caídas la evolución del sector financiero por la evolución de los tipos de interés-.
Rumores de venta
Está por ver qué ocurrirá con la economía turca, dado que su flamante Ministro de Finanzas, que es el yerno de Erdogan, prometía presentar este viernes un plan de ajuste que -por ahora- no ha llegado, lo que no ayudará a calmar los nervios de los inversores.
Parece, por tanto, que el sufrimiento continuará cercenando las posibilidades de salida para el BBVA del Garanti. Un rumor que resuena con fuerza cada vez que hay problemas, y que nunca acaba de materializarse. Sin embargo, ahora mismo parece que esa posibilidad estaría más alejada que nunca dado que no parece probable que la entidad quiera asumir unas pérdidas de casi 5.000 millones de euros.
Así pues, la postura de Torres tiene todo el sentido. Lo estuviera antes o no, más le vale al BBVA ponerse cómodo porque, visto lo visto, le toca esperar e intentar proteger su inversión. Estamos ante el choque de dos políticos de corte nacionalista con ideales muy parecidos, pero con intereses radicalmente opuestos: los de Erdogan y los de Trump, y cuando dos fuerzas así chocan, lo mejor es intentar que la tormenta que provocan te afecte lo menos posible.