“Soy independentista, pero mi bolsillo me pide que sea español”. Me lo decía el otro día un empresario catalán horas antes de que Puigdemont diera la “patada a la democracia” como dijo la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Y por lo que me cuentan, es un sentimiento más común de lo que parece entre la burguesía catalana.
Entenderán entonces el porqué las grandes fortunas callan sobre un asunto en el que debieran salir ‘todos a una como en Fuenteovejuna’. Sin embargo, impera el silencio.
Un hecho significativo en una Comunidad Autónoma donde hay un patrimonio -datos de la Agencia Tributaria de 2015- de 173.000 millones de euros. La mayor parte, casi 126.000 ‘kilos’, en acciones, empresas y otros productos de inversión.
¿Pueden permitirse el lujo de romper con España? ¿De enfrentarse a la Unión Europea? ¿De poner en riesgo su negocio? La respuesta es no. De hecho, un importante dirigente de una patronal regional me comentaba que quienes apoyan el proceso de ruptura iniciado por Puigdemont “son los nietos” de quienes fundaron las empresas. E insistía, “hay más de los que te imaginas, aunque nunca lo van a reconocer”.
Sin embargo, hay quien sí se ha atrevido a sacar la patita y dar el salto. De apoyarse en la deriva de la independencia. Bien por convicción, bien porque durante este tiempo el bolsillo se ha llenado. No deja de ser un negocio. ¿Verdad, señores de la prensa catalana?
Emprendimiento 'a la catalana
Es el caso, por ejemplo, de los 'emprendedores' que han surgido a raíz de la ola de la independencia. Compañías como Parlem, una operadora de telefonía 'nacional' de Cataluña.
Uno de sus líderes es Albert Castellón, que también fue el artífice de la recuperación de las cervezas Moritz a través de una "catalanidad desacomplejada". Un espíritu que la cervecera empieza a dejar atrás; un cambio de estrategia que ayudó a Castellón a tomar la decisión de abandonar la compañía el pasado año.
Nos encontramos también con Petrolis Independents, que se define como la primera gasolinera de bajo coste "que desde el primer día sólo tributa en Cataluña". Al frente el empresario Jordi Roset, que fue quien invitó a la Generalitat a comprar las urnas del referéndum en una empresa china.
Aunque hay más empresas, como Catalunya Freedom, que hace la ropa de 'alta gama' relacionada con la independencia. O la web banderacatalana, que vende todo tipo de artículos relacionados con la independencia de Cataluña. Todas ellas están haciendo business con la independencia, bien por convicción, bien por llenar el bolsillo
Las patronales
Es también el caso de otros empresarios con mucho más peso. Ahí está, por ejemplo, FemCat, una organización empresarial que aboga por “hacer de Cataluña uno de los mejores países del mundo”. De hecho, la Unidad de Delitos Económicos y Financieros (UDEF) la considera "independentista y con una gran red clientelar", al albur de los contratos de la Generalitat.
En ella hay empresarios de todo tipo y colores. Entre ellos, por ejemplo, Mireia Tomás, presidenta del consejo familiar de Agrolimen, la empresa de Gallina Blanca o Biocentury, controlada por la familia Carulla. De hecho, uno de sus miembros, Artur Carulla, que ha sido el que más bandera ha hecho de la independencia, últimamente se reconoce tan sólo un buen catalanista. Eso sí, la empresa asegura no tener ningún tipo de opinión en este tema.
FemCat se hacía conocida para el resto de España cuando saltó el escándalo de la financiación de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC). En aquel entonces se desvelaba que Carles Sumarroca, su presidente, era uno de los principales financiadores de la deriva independentista de Artur Mas.
Se trata de una familia clave en todo el proceso de independencia, vital en la era Pujol y de Mas. Su principal compañía era la constructora Teyco (que se vio beneficiada por las adjudicaciones de la Generalitat) y que, para intentar salir adelante, cambió su nombre por el de Top Proyectos y Contratas. Sin embargo, hace un par de semanas presentaba la suspensión de pagos.
El bolsillo invita a apoyar la deriva de la independencia. ¡Cómo no! ¡Es el negocio! Está montado -exclusivamente- alrededor del nacionalismo. ¿Cómo van a parar la rueda que les da de comer? Sin embargo, hay otros que dan la cara (o la han dado) y que, poco a poco, a medida que avanza el proceso, se lo piensan un poco más.
Grandes fortunas
Tenemos ilustres -y acomodados- empresarios a los que no les duelen prendas al reconocer su lealtad al movimiento catalanista. Quizá el que menos lo oculta es uno de los socios fundadores de Mediapro, Jaume Roures. 252 millones de euros de beneficio; 1.479 millones en ventas; amo y señor del fútbol; vinculado a 73 sociedades distintas…
Su nombre aparece sistemáticamente en todas las plataformas de apoyo al proceso soberanista desde hace años. Desde 'El País que Volem' [El país que Queremos] allá por 2014, hasta ‘Crida per la democràcia’ [Llamamiento por la democracia] hace tan sólo unos meses y liderada por Ómnium.
Una plataforma que promueve el referéndum del 1-O, y que ha financiado la emisión de un documental producido… ¿Adivinan por quién? ¡Justo! ¡Por Mediapro! Eso sí, Roures -que de esto sabe mucho- también es prudente y ha remarcado en numerosas ocasiones que “negociar” es la clave para solventar este problema. ¿Seguirá pensando lo mismo?
También muy cercana al proceso de la independencia ha estado Sol Daurella. Es la presidenta de Coca-Cola European Partners, su embotelladora en Europa. Desde noviembre del año pasado decidió sumarse al Consell de Diplomàcia Pública de Catalunya (Diplocat).
Un órgano asesor que se montó Puigdemont para dar empaque a su deriva, y en donde había empresarios, políticos, artistas, deportistas… Y una larga prole afín a la independencia. Para hacernos una idea, su presidente cobra 81.433 euros, según datos de la Generalitat.
El cargo a Daurella le duró poco. En febrero tuvo que presentar su dimisión tras la que se montó para que abandonara, boicot a Coca-Cola incluido en redes sociales. “Motivos personales e incompatibilidad” propiciaron su adiós. ¿Hubo llamada desde Atlanta? Nunca lo sabremos, como tampoco su posición real porque en sus pocas apariciones públicas evita pronunciarse.
De hecho, ha desaparecido de la escena pública. Máxime después de que su marido, Carles Vilarrubí, apareciese en los ‘Papeles de Panamá’. Por cierto, que Vilarrubí es el responsable de las relaciones internacionales del Barcelona -cuya directiva ha dado apoyo a la locura de Puigdemont-.
Independiencia sí, pero desde Irlanda
Un sí pero no. Así se podría definir, por ejemplo, el apoyo a la independencia de Víctor Grifols. El fundador de la compañía que lleva su apellido, cotizada en el Ibex, es amigo personal de Artur Mas. Se ha manifestado públicamente en numerosas ocasiones sobre sus ideas. Incluso, en 2014 -quizá la más explícita- animaba a “no arrugarse” hasta conseguir dejar atrás a España.
Consejos vendo que para mí no tengo, porque mientras reclama independencia, buena parte de su negocio se iba a Irlanda. ¿Cuestión de impuestos? ¡Ah, no! Es que el precio del billete a Los Ángeles -donde tiene sede Grifols en Estados Unidos- sale más barato que desde El Prat. (Nótese la ironía).
¿Y qué decir de la familia Raventós? Una de las grandes fortunas catalanas, herederas del imperio Codorníu y dividida en torno a la independencia. Los boicots al cava catalán les han costado más de un disgusto, aunque su presidenta, Mar, evita pronunciarse en público sobre el tema.
Sin embargo, una sociedad de la familia, Unipost, sí ha estado en el ojo de la polémica. Corrían los días anteriores al 9N de 2014, con Artur Mas planteando su referéndum, y tratando de enviar por correo papeletas electorales. Correos se niega y, en 48 horas, la empresa de los Raventós comienza el reparto. Nunca se aclaró cómo se logró semejante rapidez a la hora de hacer la concesión.
Podríamos seguir. No sólo hay empresarios. También encontramos economistas como Xavier Sala i Martín, que forma parte de Diplocat, y que ha defendido en numerosas ocasiones las bondades de una Cataluña independiente. Tal es su fervor, que celebraba así la aprobación de la Ley del referéndum la semana pasada.
La cosa no queda aquí. Confesos independentistas son, por ejemplo, el ex presidente del Barcelona, Joan Laporta; Pep Guardiola y otros muchos deportistas. Incluso Alex Corretja y Xavier Hernández fueron nombrados embajadores de Cataluña a través de su presencia en Diplocat. Más atrevidos son artistas e intelectuales como Josep Carreras, Juanjo Puigcorbé, Lluis Llach o Sergi López, que se han pronunciado a favor..
Son todos los que están, pero no están todos los que son. La lista sería interminable. Pero no dude que detrás de muchos empresarios o millonarios catalanes puede haber un independentista. Eso sí, seguramente su bolsillo le dirá que debe seguir siendo español. ¿Harán caso a 'a la pela'? Es el momento de dar la cara para que sepamos qué quieren y dejar a un lado el doble juego.