Una batalla desigual que ha concluido con la victoria del gigante. Apple ha ganado al diseñador malagueño Pablo Ruiz, con quien ha mantenido un litigio durante los últimos tres años. El motivo de la disputa: su marca, Toperita, y sus diseños de una pera mordida. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha puesto punto y final con una sentencia donde no admite el recurso del demandado. “Estoy sorprendido y me entristece, pero he decidido que no merece la pena seguir”, asegura Ruiz, quien deberá abonar unos 2.000 euros en costas.
El año 2013 es el comienzo de esta historia. Pablo Ruiz ponía en marcha su propio proyecto: Toperita. Recogía así una de las expresiones más populares y características de Málaga. El término ‘perita’ se usa para hablar de algo excepcional. El primer diseño al que la vincula es basado en el edificio de La Equitativa, uno de los más populares de la capital malagueña, junto a la céntrica calle Larios.
Unos meses más tarde decide registrarla. Pero incluyendo otro diseño que, a la postre, despertaría el recelo del mayor gigante tecnológico del mundo. Era una pera mordida con diferentes variantes. La Oficina Española de Patentes y Marcas daba luz verde al registro, pero surgió un invitado inesperado. El equipo legal de Apple no tardó en reaccionar. En un amplio informe, defendía el plagio. Y reclamaba su retirada.
El gigante fundado por Steve Jobs se puso en contacto con el malagueño en enero de 2014. Le planteó un acuerdo extrajudicial, si retiraba los diseños de la pera mordida y la sustituía por una con una sonrisa, que empezó a utilizar tras los primeros problemas surgidos. “Apple podría considerar no oponerse a la utilización de este nuevo diseño, si usted se compromete a renunciar al uso y registro de los diseños controvertidos; Apple asumiría y le reintegraría íntegramente las tasas abonadas para el registro”, apuntaba en un documento. Y argumentaba su oposición. Entendía que si mantenía el diseño de la pera mordida "induciría a los consumidores y competidores a confusión en relación con el origen de dichos productos y puede contribuir a diluir el carácter distintivo de las marcas de Apple”.
Ruiz no dio su brazo a torcer. Tras el intercambio de varios documentos entre ambas partes, la Oficina decidió dar la razón parcialmente a Apple obligando a retirar estos diseños. Era mediados del año 2014.
El TSJA como último recurso
Pablo Ruiz siguió adelante y quiso completar el último intento para resistirse en esta batalla. Presentó un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Era el único camino que le quedaba. ¿Qué defendió? Lo mismo que ante la Oficina de Patentes: no hay tal confusión en el consumidor y, por tanto, no hay plagio.
Según explica en la sentencia, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, el diseñador argumentó que existen evidencias gráficas y conceptuales entre ambas marcas “que lo alejan de toda posible confusión al consumidor”. “El diseño industrial tiene un destino y uso totalmente alejado y dispar y dispar de la marca Apple, lo que provoca que no se vea afectada y se pueda alegar perjuicio o deslealtad alguna”, apunta. Y reiteraba: “La estimación de las argumentaciones de Apple conllevaría a otorgar a la marca un nivel de protección más allá de lo razonable y frustrar las legítimas expectativas respecto de una marca con causa y con finalidad y destino distinto, y entender, con un exceso de celo a la marca Apple implica que no cabe registro de ninguna fruta con mordisco”.
Lo que ha dicho la jueza
Más de dos años después, Apple ha confirmado su victoria. La magistrada del TSJA entiende que los diseños industriales de Ruiz “carecen de novedad y singularidad respecto a los prioritarios en el tiempo, dado que las características de ambos diseños difieren en detalles de carácter accesorio, insuficiente para su reconocimiento en el registro”.
Para la juez, los diseños de Toperita se acercan “de forma muy intensa” a los elementos más característicos de Apple. “No provoca en el usuario informado una impresión general diferente”, explica. Y apunta a que las alegaciones de Ruiz en relación a su vinculación con la expresión ‘Toperita’ no tienen sentido pues se observa que los diseños impugnados “son meras representaciones gráficas, sin ningún denominativo que la acompañe”.
“Sorprendido y entristecido”
Esta sentencia ha sido un jarro de agua fría para él, que tres años después da por finalizada la batalla. “Acato y asumo la sentencia, no merece la pena continuar con esto”, asegura Ruiz a EL ESPAÑOL, quien deberá hacer frente a las costas, que podrían superar los 2.000 euros. “Con esto pierdo un bocado pero gano amigos y apoyos”, apunta. En este tiempo, ha logrado el respaldo de artistas malagueños como Javier Ojeda, cantante del grupo Danza Invisible.
Como diseñador, Ruiz mantendrá su marca Toperita, aunque retirará todos los diseños afectados. Es uno de sus proyectos y el nombre de la sociedad (Toperita Company SL) que creó el pasado año para seguir operando a través de su tienda online.
Pese a ello, sigue sin entender el daño que hace a una marca como Apple. Está convencido de que se trata de algo “excesivo y ridículo”. Sea como sea, esta batalla terminó. Y ganó el más grande.