Menos ingresos, los tipos de cambio, un beneficio de explotación estancado y el lastre del nuevo impuesto de sociedades, que anula deducciones fiscales han provocado que el Grupo Prisa, presidido por Juan Luis Cebrián, cerrar el ejercicio 2016 con unas pérdidas de 68 millones de euros, muy por debajo de los algo más de 5 millones de beneficios obtenidos en 2015.
Los ingresos se ven mermados un 1,2%, hasta 1.358 millones -de los que Santillana aporta 637 millones, un 0,8% menos-, mientras que el ebitda apenas se mueve, con un 0,2% más. Por divisiones, la de Radio ve reducidos sus beneficios operativos un 33% y sus ingresos un 4,4%. El retroceso de Santillana impacta más en España, donde retrocede un 3%, mientras que en el conjunto del resto de países refleja una caída del 0,2%.
La publicidad cae un 8,2%, hasta los 255,7 millones. Mientras que aguanta el tipo a duras penas en España, con caídas, el desplome en el resto de países llega al 92%, sobre todo por el tipo de cambio y por el desplome de mercados clave como Colombia.
En el segmento de Prensa, los ingresos digitales han compensado el desplome del papel. En total los ingresos reportados llegaron a los 239 millones, un 0,6% menos, de los cuales la publicidad facturó 114,5 millones, un 3%, en contraste con la venta de ejemplares, que llegó a los 91,6 millones, un 4,7% menos.
La deuda bancaria total de Prisa llega a los 1.486 millones de euros, una reducción de 173 millones de euros en un año. El problema es que dos tercios de esta deuda vencen en 2018. El famoso Tramo 2 que incluye vencimientos por 956 millones de euros y obliga a la empresa a buscar liquidez cuando antes. La venta de Santillana es la gran carta de Juan Luis Cebrián para pagar este tramo de deuda, pero nadie se acerca ni de lejos a los al menos 1.500 millones que se pretenden obtener.