Un presidente, un consejero delegado y mucha de la confianza de los inversores y del mercado en una marca centenaria. Es el balance de daños de la caída del otrora gigante de la tecnología y la electrónica nipón Toshiba. El que fuera pionero del formato audiovisual DVD o de las memorias flash vive una caída sin fin desde que en 2015 saltaron todas las alarmas con las primeras mentiras en su balance. Ahora su equivocada apuesta por el negocio nuclear, que les acarreará unas pérdidas superiores a los 6.000 millones de dólares, se ha convertido en su puntilla. En el último año ha perdido más de la mitad de su valor en bolsa, con 8.000 millones de euros menos.
Aun salvando las distancias, la compañía llegó a hablar de tú a tú a tecnológicas asiáticas como Sony, Panasonic o Samsung. A mediados de 2007, su valoración en bolsa sumaba 21.000 millones de euros. Hoy, tras numerosos ajustes., apenas vale 7.900 millones de euros (962.000 millones de yenes al cambio).
Un innovador en el pasado
Su negocio ha vivido durante los últimos años una caída importante acumulada. En su ejercicio 2011 la compañía logró unos ingresos de 55.000 millones de euros. Desde esa fecha hasta 2016, el volumen de facturación anual ha caído casi un 23%. En el lado de la rentabilidad, ha pasado de los casi 1.500 millones logrados hace cinco ejercicios a los más de 4.000 millones de euros de pérdidas apuntadas en el último ejercicio por los ajustes tras el fraude en la contabilidad descubierto.
La compañía ahora se enfrenta a duros problemas. Pero en el pasado llegó a ser la compañía que llevó a Japón las primeras farolas eléctricas, frigoríficos o televisores en color. Incluso llegó a ser el primero en una industria tan competitiva como la tecnológica con el diseño del primer ordenador portátil o el primer reproductor de DVD.
Hoy, la parte principal del negocio está repartida en tres grandes pilares. El primero es el sector eléctrico y, principalmente, la fabricación de generadores para centrales, que suman casi el 35% de los ingresos. El segundo es el de las memorias que suma el 27%. Y el tercero es el de la maquinaria industrial -que incluye sistemas de todo tipo o infraestructuras públicas-.
Los engaños contables, antecedente
El primer gran problema surgido en los últimos dos años tiene su origen en 2008, aunque se dio a conocer en abril de 2015. El equipo directivo de la empresa asegura que existen irregularidades en su contabilidad. Se encarga un estudio para analizar cuál es el impacto en sus cuentas de estas prácticas para inflar sus ganancias. La conclusión: en julio de 2015 se conoció que habían inflado los beneficios netos en algo más de 1.600 millones de euros desde 2007 a 2014.
La consecuencia no sólo fue la renovación de su consejero delegado, sino también el apunta de las pérdidas de 4.500 millones de dólares (algo más de 4.000 millones de euros) durante el ejercicio fiscal que cierra en el mes de marzo de 2016.
El mal negocio nuclear
El mal negocio de las nucleares representa la otra losa para la compañía tecnológica. La compra de la empresa Westinghouse por 5.400 millones de dólares en el año 2006. Desde esa fecha, la compañía japonesa quería luchar contra otros competidores del país para crecer en este segmento. Sin embargo, el desastre en la central nuclear de Fukushima hizo todo mucho más complicado. Eso junto con la compra de uno de los contratistas con los que trabajaba en Estados Unidos lo empeoró todo más.
Este martes la empresa pidió una prórroga para presentar las cifras de su ajuste contable de los activos de la unidad nuclear. Los abogados necesitan más tiempo para poder fijar el recorte definitivo y, por ende, la fijación de las pérdidas. Tras pedir este tiempo extra, el presidente de la empresa, Shigenori Shiga, ha presentado su dimisión.
¿Cuál es la magnitud de este ajuste contable? En total se trata de hasta 6.100 millones de dólares, lo que implicaría un nuevo hachazo en las cuentas y un ‘rescate’ de los bancos y, en su defecto, del propio Estado. ¿Y si no fuera suficiente ese ajuste? Debido a que el propio Gobierno ha descrito a la empresa como “extremadamente importante” para el país, muchos dan por hechas dos salidas: el fomento de la fusión de esta división con sus rivales Hitachi y Mitsubishi Heavy Industries o un plan de rescate respaldado por el Estado.
Esa es la solución de cara al futuro. Pero, ¿en los próximos meses? Sobre la mesa ya está la venta parcial o total de su negocio de chips de memoria (el 100% estaría valorado en un máximo de 17.000 millones de dólares) o de unidades menores como la de los electrodomésticos.
Todo está sobre la mesa. La sombra de la duda sigue acechando a la japonesa. El de esta semana es otro capítulo más de la caída de quien en el pasado fue un coloso del sector tecnológico.