Fue fundado en 1472 como monte de piedad de la burguesía sienesa. Resistió a la caída de la República de Siena, a la unificación italiana y aún hoy sigue siendo protagonista de las acometidas de los mercados. Con cada azote de nuestra contemporánea crisis financiera, el banco más antiguo del mundo, el Monte Paschi de Siena (MPS), aparece en el centro del huracán. Y el último de los coletazos se ha vivido esta misma semana.
Todo comenzó con una carta del Banco Central Europeo (BCE) en la que urgía al MPS a reducir en al menos 10.000 millones de euros el volumen de sus créditos morosos. Se trata de una vieja reivindicación, pues en los últimos años la entidad sienesa no ha logrado rebajar esa cantidad, que se sitúa en los 27.000 millones. Sin embargo, esta vez parece tener carácter de ultimátum, porque desde Fráncfort no amplían el horizonte más allá de 2018.
El mercado comenzó a oler la sangre y los títulos del MPS se desplomaron. Sólo una leve recuperación en las dos últimas jornadas han conseguido reducir la caída en Bolsa al 30% en los últimos siete días. Las acciones del Monte Paschi no llegan hoy a los 0,30 euros, por lo que la capitalización bursátil de la tercera entidad más grande de Italia está poco por encima de los 800 millones de euros.
La cotización y las ventas en abierto de MPS fueron suspendidas en algunos momentos durante la semana, pero esto tampoco evitó que el batacazo arrastrara a todo el sector bancario del país. Y mientras el primer ministro, Matteo Renzi, se puso a buscar explicaciones en el ‘brexit’ o en los bancos alemanes, comenzó una nueva batalla con la Comisión Europea.
Bruselas considera un riesgo para la estabilidad financiera europea que las entidades bancarias italianas acumulen una cartera de créditos morosos por encima de los 350.000 millones de euros, un 18% del total. La intención desde Roma es inyectar capital público a los bancos, sin que los ahorradores tengan que asumir pérdidas.
Un rescate a la española: 40.000 millones
Esa medida choca con la legislación europea, que impide que bonos y depósitos por encima de 100.000 euros no se vean afectados en caso de rescate. Lo que Renzi pretende evitar es tener que pasar por el trance de acudir a la ventanilla europea, como lo hizo España con 40.000 millones para auxiliar a bancos y cajas de ahorro.
El “escudo”, como lo han llamado en Italia, tendría un carácter únicamente nacional. Pero aunque desde Bruselas se han mostrado en las últimas horas más tolerantes, la oposición de Alemania a que la operación les salga gratis a los ahorradores sigue siendo firme. Durante la última crisis de este tipo Renzi ya se las tuvo con Merkel. Y fue entonces cuando creó un fondo llamado Atlante, dotado con capital privado, para salvar a cuatro pequeñas entidades cuyo agujero había dejado en el aire los ahorros de miles de preferentistas.
Pero el Atlante no logró más que salvar aquel tropezón y ahora se antoja insuficiente para cubrir el socavón del Monte Paschi. La solución debe ser rápida y contundente, señala el periódico Il Sole 24 Ore –el referente de la prensa económica italiana-, que apunta a una inyección mixta público-privada para salir del atolladero.
Según apuntan desde el MPS, el Gobierno italiano podría obtener una garantía de Bruselas para hacer frente a parte del rescate. Y aunque Renzi ha manifestado públicamente que el ideal sería una “solución de mercado” y las hipótesis se multiplican en la prensa y los mentideros económicos, toda salida parece destinada a la intervención del Estado.
Es lo que reclama ya abiertamente el gobernador del Banco de Italia, Ignazio Visco, que este viernes pidió un “respaldo público” ante el escenario provocado por el ‘brexit’. Un llamamiento que no tardó en encontrar eco en el Gobierno. El ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, replicó en el mismo acto que el Ejecutivo está “explorando” con la UE “todas las modalidades de intervención pública admitidas en las reglas de ayuda a los Estados”.
Los analistas de Citi ya han advertido de que los problemas del sector financiero italiano pueden representar el próximo quebradero de cabeza para Europa. También lo anticipaban el Financial Times y The Economist, que dedica su última portada a una banca italiana que se tambalea en el precipicio.
Según la revista económica británica, Italia no ha logrado reducir su deuda pública por debajo del 130% del PIB en los últimos años. Y aunque los activos de sus entidades financieras no están tan ligados al ladrillo, como ocurre en países como España, tampoco ha sido capaz de reestructurar con éxito el sector.
Italia es un país poco bancarizado, en comparación con sus socios europeos, y sobre todo no hay ninguna entidad lo suficientemente grande como para actuar de pararrayos. Esta semana, el presidente de Intesa San Paolo, la entidad italiana más sólida, descartaba hacerse con el Monte Paschi y apostaba, como el resto de entidades, por la intervención pública. El sector espera una solución rápida para los problemas del MPS y de ahí la petición para que haya una intervención pública. A finales de mes están previstos nuevos test de estrés, que amenazan una vez más con desmontar el castillo de naipes de la banca italiana.