Una década atrás. Nacho acude a una reunión de Grupo Intercom, incubadora española de compañías de internet. Llega con ocho proyectos diferentes bajo el brazo. Una red social profesional, un agregador de anuncios clasificados online, una plataforma para alquiler de apartamentos turísticos… “Todos tenían mucho sentido. Fue un día mágico… No teníamos ni mano, ni dinero, ni gente para digerir aquello”, recuerda Javier Cebrián, inversor del fondo de capital riesgo Bonsai Ventures que ha respaldado muchas de sus iniciativas.
Ese es Nacho. Un torrente creador de proyectos en internet. No suele sentarse frente a los focos, pese a que su primer apellido, González-Barros, agrupe a una saga de emprendedores en el terreno digital. No ha frecuentado grandes escenarios, ni auditorios. Pero su figura es clave para entender la evolución de los negocios digitales y del emprendimiento en España.
Fue un visionario, creador de proyectos como el portal de empleo Infojobs (vendido al gigante de los anuncios Schibsted) o la plataforma de anuncios de apartamentos turísticos Niumba (comprado por Tripadvisor). Para unos y otros proyectos ha fichado como 'cazatalentos' a algunas de las que, con el tiempo, se convirtieron en figuras destacadas del sector. Ahora, con más de veinte años de éxitos y fracasos, se le siguen iluminando los ojos cuando habla de su nueva criatura: Mailtrack.
Orígenes, rodeado de ‘máquinas’
Primeros años de la década de los 90. Nacho es el más pequeño de una familia de Barcelona con cinco hermanos. Un veinteañero curtido en mil batallas tecnológicas, con contactos con el mundo 'hacker'. Un apasionado de la telemática, cuando internet era casi una entelequia para el común de los mortales.
“Yo era un friki, un tío bastante metido en las máquinas”, reconoce con una sonrisa. Primero fue el ordenador Spectrum. Luego, Atari. Probaba todo lo que llegaba a sus manos. También lo que se conocía en el argot como ‘bluebox’, unos aparatos con los que se conseguía llamar gratis a cualquier parte del mundo saltándose a las compañías telefónicas.
Convenció a su madre para colocar una de esas máquinas en su taller de costura. “Me chocó bastante; me hizo reservar un trocito”, reconoce Roser, su madre. Ella recuerda cómo su hijo intuía lo que iba a suceder con internet muchos años después. “Me decía ‘Mamá, es que no te puedes imaginar lo que se podrá hacer con todo esto…’ y ahora miro mi móvil y me doy cuenta de cómo se adelantó a lo que pasaría”, explica.
Me decía ‘Mamá, es que no te puedes imaginar lo que se podrá hacer con todo esto…’ y ahora miro mi móvil y me doy cuenta de cómo se adelantó a lo que iba a pasar
No sólo se lo transmitía a su madre. También a su hermano mayor, Antonio, otro emprendedor. “Algo hice en su subsconsciente”, admite el propio Nacho. Y es que, un tiempo después, en 1994, los dos hermanos estaban sentados a la mesa con Axel Serena, un emprendedor con el que arrancaron Intercom –cuna posteriormente de muchos de los proyectos liderados por Nacho y otros muchos emprendedores-.
Serena publicó un anuncio en la prensa reclamando dinero para crear un proyecto en internet. Y Antonio hizo lo propio con otro en el que hacía un llamamiento a los emprendedores que quisieran crear negocios. Nacho echó mano de dos amigos con un perfil muy técnico para contrastar si el de Intercom era un negocio viable. “Se optó por crear un proveedor de internet”, recuerda.
El reclutador en el ‘gigante’ Intercom
En aquellos años, Nacho estudiaba en la Facultad de Informática. Lo dejó. Era una pieza importante para levantar Intercom. Sus conocimientos técnicos y su capacidad para captar talento iban a ser muy útiles. “Era ideal para buscar y dar con las personas que sabían algo del tema que, en aquel momento, eran muy poquitos”, explica Antonio González-Barros.
Y así fue cómo fichó a los responsables técnicos y de soporte de ese proveedor de internet. “De forma natural me convertí en reclutador y me gustaba”, reconoce Nacho. Esa capacidad acabó explotándola en el futuro. La lista de personas a las que atrajo para los diferentes proyectos es interminable: Tomás Diago, quien después fundó Softonic; Dani Giménez, uno de los creadores del agregador de anuncios Trovit; Diego Ballesteros y Evaristo Babé, emprendedores de SinDelantal.com…
Infojobs, primeros pasos
Este trabajo de selección no era sencillo. Ni barato: un anuncio en papel podía costar 20.000 pesetas de entonces (120 euros al cambio actual). Y Nacho se vio obligado a ingeniárselas de alguna forma. “Se me ocurrió hacer una pequeña web Intercom.es/empleo para filtrar a toda la gente que me mandaba currículums”. No sólo era una herramienta, sino también una vía para cribar, pues sólo una minoría con importantes conocimientos podría estar familiarizado con el entorno web.
Empezó a recibir candidaturas y a conocer las posibilidades. Era el momento de mirar a Estados Unidos, a Silicon Valley, tal y como haría durante toda su trayectoria como emprendedor. En aquel momento The Monster Board (lo que acabó siendo monster.com) y el hoy gigante Careerbuilder controlaban el mercado de clasificados de empleo.
¿La consecuencia? “Había que montar algo no para ganar pasta sino para mejorar los procesos de selección”, recuerda. El primer amago: ‘Barnajobs’. Pero, finalmente, deciden lanzar una web más horizontal, abierta a otras compañías en busca de perfiles técnicos, y enfocada en empleos del área de las TIC (Tecnologías de la Información). Y… funcionaba. Llegaban currículums y el tráfico seguía incrementándose.
La oferta de Terra para comprar Infojobs fue muy alta; pero la única persona que supo ver en ese momento el potencial de crecimiento fue Antonio González-Barros
“Pero no puedes tener una web de empleo sin ofertas”, explica Nacho. Ese fue el punto de inflexión. Abren su plataforma a anuncios gratuitos. De esta forma, hicieron estallar el modelo de negocio de las empresas de anuncios ‘tradicionales’, para después cobrar cuando ya lograron una posición dominante.
Era necesario hacerlo crecer e invirtieron, sobre todo, en marketing online. Pero además había que atraer a grandes clientes, que se convirtieran en anclas que arrastraran a otras muchas. Microsoft fue la primera gran compañía que reservó un espacio para colocar su logo en Infojobs. “El ‘boca-oreja’ fue fundamental”, recuerda.
La primera venta
El crecimiento se acelera. Y los ingresos también. Pero el estallido de la burbuja puntocom no lo hizo sencillo. Nacho recuerda que fueron momentos difíciles. Se planteó una posible venta a Terra.com. “Fue una oferta muy alta, pero la única persona que supo ver en ese momento el potencial de crecimiento de Infojobs fue Antonio González-Barros”, recuerda el inversor Javier Cebrián. Se aguardó a una oferta mejor, pese a lo tentador de la operación.
Fue un acierto. En 2004, el grupo holandés Trader Classified Media pagó, según recuerda Antonio, 13 millones de euros por el 60% de Infojobs (todas las acciones se valoraron en 23 millones de euros) cuando ésta tenía un beneficio antes de impuestos de 1 millón. Dos años más tarde, el noruego Schibsted compraba la totalidad de la compañía a una valoración de 500 millones. “Y nos costó montarla 500.000 euros”, reconocía el presidente de Intercom durante una conferencia en 2013.
Soy un adicto al cambio y cuando en las empresas empieza a usarse la expresión ‘comunicación interna, empiezo a rayarme mucho
Para Nacho fue un alivio. Al contrario que muchos emprendedores, él no entiende sus proyectos como sus “hijos”. Se considera un “adicto al cambio”. Y tiene un termómetro para detectar cuándo debe separarse de un proyecto: “Cuando en las empresas empieza a usarse la expresión ‘comunicación interna, empiezo a rayarme mucho”. En el caso de Infojobs, justo antes de la venta, era un equipo de unas 40 personas.
El 'boom' de los negocios… ¡Fuego!
Justo en las primeras negociaciones con el grupo holandés para la venta de Infojobs surge una nueva idea de negocio: Neurona, una red social similar a la actual Linkedin. Era el primer paso de una fase de explosión emprendedora. “Toda la gente que había invertido dinero en Infojobs metía dinero en mis negocios y entendí que era una oportunidad para montar más proyectos”, recuerda Nacho.
Algunos inversores llegaron a un acuerdo ‘no escrito’ con él, según recuerda Javier Cebrián. “Invertiríamos el 15% del capital en todos sus proyectos”, reconoce. El resultado: en tres años puso en marcha hasta ocho aventuras emprendedoras. Se trataba de la fase que él mismo denomina ‘Fuego, fuego, fuego’. Creó Neurona.com; Linkara, inspirado en la red social Friendster; Salir.com, un ‘Yelp español’, Niumba, un portal de anuncios de apartamentos turísticos, y otros microproyectos como Restracker, HotelAddict o Amigosfree.
Para todos ellos fichó a algunos de los que acabarían siendo emprendedores de éxito en España. En Neurona a Julio Vasco, posteriormente fundador de Enalquiler.com; en Niumba, a Dani Giménez, quien después se enroló en Trovit como creador y responsable técnico; en Salir.com al que sería cofundador de la plataforma para pedir comida a domicilio online Sindelantal.com, Diego Ballesteros; en Linkara, a Sergi Pablos, una de las cabezas visibles del supermercado online Ulabox.
“Pensó que con gestores al frente de cada una de esas ideas podía tener sentido hacer tantas cosas a la vez, pero claramente fue un error”, reconoce ahora Antonio González-Barros. Él no apoyó todos los proyectos que le presentó.
Fue una etapa de una gran creatividad, pero también de un gran sufrimiento para Nacho. “Sufría mucho estrés, tenía que tomar pastillas porque no podía dormir”. Es el momento que él señala cuando se refiere a los errores en su carrera. “Podía haber acabado en bancarrota, por eso creo que hay que reflexionar muy bien antes de montar algo”, recuerda.
Podía haber acabado en bancarrota, por eso creo que hay que reflexionar muy bien antes de montar algo
Niumba y Neurona, los aciertos
Esta tormenta creativa, que duró varios años, trajo muchos fracasos, con los que algunos inversores “perdieron bastante dinero”. Pero también muchos que acabaron siendo éxitos. Uno fue Neurona.com, una red social que ponía en contacto a personas en base a sus perfiles en Infojobs. Fue vendida a la alemana Xing.com por 10 millones de euros. El otro, Niumba, fundado junto a su hermana, María José.
“Me llamó para decirme que tenía una idea de apartamentos turísticos en internet, donde había poco contenido; identificó un gran mercado y una oferta limitada”, recuerda María José. Ella reconoce que fue una época complicada para su hermano. La exigencia consigo mismo y su capacidad casi ilimitada para trabajar le pasó factura. Pero, recuerda: “Niumba se creó en esa época; si no hubiera montado todas esas cosas, no habría creado Niumba”.
Nacho se marchó dos años después de crearla y por tanto no vivió de cerca la venta al gigante Tripadvisor. “A él le gusta más la parte más innovadora y el proyecto creció demasiado”, explica María José, quien resalta de él su humildad pese a tener “una gran capacidad”.
Su primer proyecto ‘independiente’
Después de unos años tratando de sacar adelante sin éxito Salir.com, una red social dedicada al mundo del ocio, decidió concentrarse en un nuevo proyecto más pequeño y al margen de Grupo Intercom. Junto a un puñado de socios crearon Mailtrack, una herramienta para el email de Google (Gmail) que permite ver, a través de un doble check similar al de Whatsapp, cuándo se abrió un correo.
Arrancó en 2013. Sin prisas, ni grandes aceleraciones. ¿El origen? El departamento comercial de Salir.com tenía la necesidad de conocer cuándo se abrían sus correos. Dos de los trabajadores en este proyecto, Gil Casadevall y Gabi García, se unieron para crear la empresa. “Organicé una primera inversión pequeña con Dani Giménez, de Trovit, Jesús Monleón (Offerum), Eduardo Manchón (Panoramio) y David Tomás (Ciberclick)… Eran socios y asesores”, explica.
En este tiempo ha recibido el respaldo de varios inversores. Los primeros fueron los fondos Vitamina K y Big Sur Necotium. En esos primeros pasos, uno de los gestores del primero, Iñaki Arrola, se encontró en Madrid con Nacho. A éste no le dio tiempo a explicar su nueva creación. Antes de que le diera tiempo a contar el proyecto, Arrola cerró el portátil. Le dijo: “Voy a invertir”. Para él “es un privilegio poder invertir en alguien como él”.
Su carta de presentación es inmejorable y por eso hay quien invierte casi con los ojos cerrados. Pero el nivel de exigencia es alto. “Cuando trabajas en Intercom, te arrastra a hacer las cosas de manera un poco más informal; ahora tienes que hacer las cosas bien”, apostilla el emprendedor.
Mi horizonte mínimo de venta de Mailtrack es de 2 años y el máximo de 4
Comenzaron con un servicio gratuito. Pero hace unos meses lanzaron un plan ‘premium’ con diferentes funcionalidades especialidades. Hoy ya cuentan con 2.000 clientes recurrentes, principalmente en Estados Unidos, y una facturación de 20.000 euros al mes. Luchan contra gigantes americanos como Hubspot, quien ha desarrollado una herramienta llamada Sidekick, u otros como Toutapp, apoyado por el conocido fondo Andresseen-Horowitz y Yesware, respaldado por el brazo de capital riesgo de Google.
Para plantarles cara, tiene una hoja de ruta intensa para los próximos meses. Tras la entrada en su accionariado de otros socios como Caixa Capital Risc y Bankinter, quieren lograr el impulso necesario con el que llegar al ‘break-even’ (equilibrio entre gastos e ingresos) a mediados del próximo año. Antes se plantean aterrizar en otras plataformas de correo electrónico –trabajan para estar presentes en QQ.com, el mayor gestor de email de china con 1.000 millones de cuentas- y desarrollar una aplicación móvil.
¿Y el futuro?
La pregunta sobre la venta de una empresa es obligada cuando se trata de emprendedores respaldados por capital riesgo. En el caso de Nacho González-Barros aún más. Tras su experiencia, ¿cuándo llegará el momento de buscar un potencial comprador? “Mi horizonte mínimo es de 2 años y el máximo de 4”, reconoce.
Mientras llega, él aprovechará esta nueva etapa, en plena madurez emprendedora, para seguir aprendiendo y cazando al mejor talento.