El ministro de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, conversa con Nadia Calviño durante el Eurogrupo de este lunes

El ministro de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, conversa con Nadia Calviño durante el Eurogrupo de este lunes

Macroeconomía

Las ayudas verdes de Biden dividen a la UE: Alemania rechaza crear un fondo para reindustrializar Europa

Francia pide movilizar la misma cantidad de dinero que en Estados Unidos para descarbonizar las plantas europeas.

6 diciembre, 2022 03:03
Bruselas

El plan de 369.000 millones de dólares de subsidios para la industria verde de Joe Biden (la conocida como Ley de Reducción de la Inflación o IRA, por sus siglas en inglés) ha abierto un nuevo cisma dentro de la Unión Europea. Todos los Estados miembros coinciden en que esta inyección masiva de ayudas discrimina a las compañías comunitarias (para beneficiarse hay que fabricar en Estados Unidos) y amenaza con desencadenar una nueva guerra comercial entre Bruselas y Washington.

Sin embargo, los Gobiernos no se ponen de acuerdo en la respuesta que deben dar a la Casa Blanca de Biden. Francia sostiene que la UE no debe conformarse con buscar exenciones que le permitan beneficiarse de los subsidios norteamericanos. Además, Bruselas tiene que poner en marcha su propio plan de inversión para reindustrializar el continente y descarbonizar las plantas de fabricación europeas. Una idea que ha recibido el apoyo inesperado de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.

En el extremo contrario, Alemania y Holanda se enrocan en su oposición frontal a un nuevo fondo común europeo para impulsar la industria verde, siguiendo el modelo de Next Generation. Los dos países sólo están dispuestos a relajar las reglas que limitan las subvenciones nacionales y a redirigir los fondos comunitarios ya existentes a proyectos energéticos.

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La fractura ha quedado al descubierto en la reunión del Eurogrupo celebrada este lunes en Bruselas. Un encuentro que se produce tras la visita este fin de semana a Washington del presidente francés, Emmanuel Macron, que arrancó a Biden el compromiso de revisar la Ley de Reducción de la Inflación. "Nunca tuve la intención de excluir a los socios que cooperan con nosotros. Hay ajustes que podemos hacer que pueden facilitar que los países europeos participen", asegura el presidente de EEUU.

En paralelo, Von der Leyen aprovechó un discurso este domingo en el colegio de Brujas para exponer su visión de cómo la UE debe responder al plan de Biden, pero también al auge industrial de China. "Existe el riesgo de que la IRA conduzca a una competencia desleal, cierre mercados y fragmente las mismas cadenas de suministro críticas que ya fueron puestas a prueba por la Covid-19", avisa la presidenta.

La presidenta Ursula von der Leyen, durante su discurso este domingo en el colegio de Brujas

La presidenta Ursula von der Leyen, durante su discurso este domingo en el colegio de Brujas Comisión Europea

A su juicio, la reacción de la UE a la Ley de Reducción de la Inflación debe basarse en tres pilares. En primer lugar, negociar con Washington para reducir los puntos de fricción todo lo que sea posible. En segundo lugar, relajar y simplificar las reglas de la UE que limitan las ayudas de Estado con el fin de facilitar la inversión pública en la transición verde. Y finalmente, aumentar la financiación europea para este tipo de proyectos con el fin de evitar que siempre ganen los Gobiernos con más dinero (como Alemania).

Por todo ello, Von der Leyen ha resucitado su propuesta (formulada por primera vez en septiembre, pero después olvidada) de crear un "fondo soberano europeo". "La lógica subyacente es simple: una política industrial europea común requiere una financiación europea común", argumenta la presidenta. "La nueva política industrial asertiva de nuestros competidores requiere una respuesta estructural", insiste.

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Las ideas de Von der Leyen han generado entusiasmo en París. "La convicción de Francia es que la mejor respuesta a la Ley de Reducción de la Inflación americana es una Ley de Reducción de la Inflación europea. Es decir, que Europa pueda dotarse de los mismos medios simples, masivos y eficaces para reindustrializar el continente y lograr la descarbonización de la industria", ha dicho en Bruselas el ministro galo de Finanzas, Bruno Le Maire. 

"Queremos y podemos ser los mejores en materia de industria descarbonizada, ya se trate del hidrógeno, de acero verde, de paneles fotovoltaicos, de equipos para los aerogeneradores o de semiconductores. Y debemos dotarnos de los medios necesarios para ello. Las decisiones de EEUU deben ser la ocasión de un impulso europeo", alega Le Maire.

El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, durante el Eurogrupo de este lunes

El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, durante el Eurogrupo de este lunes UE

También la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, pide "actualizar" las reglas comunitarias con el fin de garantizar que "las empresas europeas no estén en una situación de desventaja frente al auge de potencias geopolíticas como Estados Unidos y China".

Por su parte, el ministro de Finanzas de Alemania, el liberal Christian Lindner, admite que la UE debe ser "más ágil" y tiene "margen de mejora" en materia de ayudas públicas. "Tenemos que impulsar nuestra competitividad europea y creo que la Ley de Reducción de la Inflación de EEUU es la oportunidad para reconsiderar nuestra competitividad", ha señalado. 

Sin embargo, Berlín se opone a la idea de Von der Leyen de crear un fondo soberano europeo. "Si eso significa cambiar el nombre (rebranding) de herramientas existentes, estoy abierto a la discusión. Si un fondo soberano significa nueva deuda común europea, entonces creo que esto no sería una mejora de nuestra competitividad o estabilidad, sería una amenaza para la estabilidad y la competitividad", ha zanjado.

También la ministra de Finanzas de Holanda, Sigrid Kaag, considera que lo mejor sería "redirigir o refocalizar" los fondos europeos ya existentes antes que crear un instrumento nuevo. Eso sí, Kaag defiende que la UE debe reforzar su "autonomía estratégica" (un concepto introducido en el debate por Francia) y apostar por las industrias de futuro. El problema, como siempre en la UE, está en determinar quién paga.