Un día antes de recibir en Berlín a Pedro Sánchez, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha reclamado este lunes un pacto vinculante en la Unión Europea para reducir los altos niveles de deuda que han dejado las últimas crisis. Eso sí, dejando margen para preservar la inversión en la transformación de las economías europeas en plena crisis energética.
La intervención de Scholz se produce justo cuando la Comisión Europea está a punto de presentar su propuesta de reforma del Pacto de Estabilidad. El Pacto -que fija un límite del 3% para el déficit público y del 60% para la deuda- se encuentra suspendido desde el estallido de la pandemia pero volverá a aplicarse en 2024.
"Las crisis de los últimos años han provocado que los niveles de deuda suban en todos los Estados miembros. Por eso, necesitamos un acuerdo sobre cómo vamos a reducir esos elevados niveles de deuda", ha dicho el canciller durante el discurso de inicio del curso político que ha dado este lunes en Praga, en el que ha detallado su visión sobre el futuro de Europa.
"El acuerdo debe ser vinculante, facilitar el crecimiento y ser políticamente vendible. Y, al mismo tiempo, debe permitir a todos los Estados miembros de la UE capear la transformación de nuestras economías a través de la inversión", sostiene Scholz. Esta es la base del pacto interno al que ha llegado recientemente el Gobierno de coalición semáforo entre socialdemócratas, liberales y verdes.
El canciller alemán lanza un llamamiento a sus socios para superar la fractura entre el norte y el sur que ha marcado tradicionalmente los debates sobre política presupuestaria en la UE. Sobre todo porque, en plena guerra de Rusia contra Ucrania, cualquier tipo de división interna sirve para hacerle el juego a Vladímir Putin.
"Queremos hablar sobre ello de forma abierta con todos nuestros socios europeos: sin prejuicios, sin dar lecciones, sin caer en juegos de culpabilización mutua", ha argumentado Scholz.
"Aquí está en juego algo muy importante. Se trata de dar seguridad a la gente de que nuestra moneda es segura e irreversible, de que pueden confiar en sus Estados y en la UE incluso en tiempos de crisis", subraya el canciller.
Como ejemplo de la apertura de miras de Berlín en el debate sobre la reforma de las reglas de déficit y deuda, Scholz ha dado a entender que estaría dispuesto a apoyar un nuevo plan de ayuda a nivel europeo similar al fondo Sure de 100.000 millones de euros en préstamos blandos, que se utilizó para financiar los ERTE durante la pandemia.
La defensa de Sure supone un cambio parcial en la posición de Alemania. Hasta el momento, el canciller había rechazado cualquier plan de ayuda a nivel europeo para hacer frente al impacto de la guerra en Ucrania y a la crisis energética, como reclaman Emmanuel Macron, Mario Draghi o Pedro Sánchez. Ahora, Scholz abre la puerta a una iniciativa basada en préstamos blandos a devolver, pero sigue descartando un fondo como Next Generation, basado en subvenciones.
"Uno de los mejores ejemplos de nuestros éxitos recientes ha sido el programa europeo Sure (...) Más de 30 millones de personas en toda la UE se han beneficiado de él, lo que equivale a uno de cada siete trabajadores que de otra forma se habrían quedado sin empleo", argumenta el canciller.
"Al mismo tiempo, crear este incentivo a nivel europeo nos ha permitod introducir el modelo de éxito basado en la reducción del tiempo de trabajo en casi toda Europa. El resultado es un mercado laboral más sólido y unas empresas más sanas. Así es como yo concibo las soluciones pragmáticas, ahora y en el futuro", ha indicado.
La tesis central de su discurso es que la guerra de Rusia contra Ucrania y el auge autoritario de China obligan a la Unión Europea a reforzar su autonomía estratégica y asumir un papel mucho más activo y enérgico en un mundo multipolar.
Pero para convertirse en una auténtica potencia mundial, la UE necesita antes "cerrar filas, resolver viejos conflictos y encontrar nuevas soluciones". En particular, en las dos áreas que han causado las "mayores tensiones" internas en los últimos años: la migración y la política presupuestaria, sostiene Scholz.