La inflación ya ha entrado en doble dígito. El dato adelantado del IPC, del que ha informado el INE este miércoles, indica que los precios subieron un 10,2% en junio, su nivel más alto desde 1985. Esto apunta a que las medidas puestas en marcha por el Ejecutivo desde abril para contener este fenómeno no han cumplido el objetivo de evitar que se dispare la cesta de la compra de los españoles.
¿Por qué? Hay varias explicaciones para ello, sobre todo porque este repunte de la inflación está especialmente causado por dos motivos: los combustibles y los alimentos.
Por un lado, está el incremento de los precios de la gasolina y del gasóleo. En este campo, el Gobierno puso en marcha una de las medidas más populares: una rebaja de 20 céntimos por litro de combustible.
Pero, casi tres meses más tarde, esta bonificación ha sido devorada por las subidas del petróleo. De hecho, tanto gasolina como diésel superan ya los dos euros y fuentes del sector energético no descartan que los precios rebasen los tres euros este verano.
El incremento de la demanda a nivel internacional y la contracción de la oferta, entre otras cuestiones por la guerra entre Ucrania y Rusia, han llevado a esta situación. Especialmente en el caso del diésel ruso, del que es especialmente dependiente Europa por la escasez de estaciones de refino.
De hecho, la situación se podría agravar en los próximos meses. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ya ha avisado de que el precio del barril de petróleo todavía no ha llegado a su máximo.
El tope del gas no ha generado tampoco un recorte de los precios. Pero en este caso, hay dos razones para ello. Por un lado, el retraso en la puesta en marcha de esta medida (en realidad, solo lleva dos semanas activa). Por el otro, que los precios del gas se volvieron a disparar por los recortes de suministro a Italia y Alemania por parte de Rusia.
En este contexto, el precio máximo para el gas (que, cabe recordar, se tiene que compensar a los importadores en la factura de la luz) ha servido para contener la subida del coste de la electricidad, pero no para reducirla en sus primeros días de funcionamiento.
La influencia del conflicto en Europa del Este también ha tenido mucho que ver con cómo se han disparado los precios de materias primas como el trigo o el maíz, básicas para la cadena de los productos alimenticios, la otra causa de que el IPC se haya disparado.
Según la FAO, los precios de los alimentos han subido en todo el mundo más de 22%, y España no es ajena a este fenómeno. La falta de suministro de granos o aceites vegetales por Ucrania (cuyos puertos está bloqueados por Rusia) está conduciendo a una subida de precios sin precedentes.
En esta situación, India ha aumentado la presión. El país asiático ha prohibido la exportación de trigo dada la situación internacional. En este contexto, el coste de los piensos y de la producción de carne se ha disparado.