Hacienda somos todos, cariño no es un libro para analizar las cuentas del Estado, sino para desentrañar cómo se dirige el Estado a los ciudadanos para convencerles de que deben pagar impuestos.
"Todo el mundo estudia las cifras del Estado, pero nadie estudia cómo habla el Estado. El Estado no son solamente números, son todo tipo de canciones, consignas, lecturas… para persuadirte a pagar", explica en una conversación con este periódico Carlos Rodríguez Braun. El conocido economista liberal es coautor de este manual, editado por Deusto, junto con María Blanco y Luis Daniel Ávila.
En un momento en el que el debate impositivo está caliente por las subidas de impuestos que se esperan para financiar los costes de la pandemia, los autores analizan cómo el Estado pide a los ciudadanos que contribuyan con el fisco.
"El Estado te convence para pagar diciendo que es necesario", explica el profesor, que añade que "obviamente, la pandemia, la peste, es un legitimador de la opresión política solo comparable a la guerra".
"Impuestos para Sanidad o Educación, para acabar con la pobreza, para la igualdad, el cambio climático… Cualquier otra cosa, tiene importancia, pero es menor. El ciudadano puede decir, 'igual me lo pago yo, no quiero que me quiten esto'. Pero la peste, es como la guerra, te pone en la inminencia de la muerte. Mata mañana", reflexiona.
Sin embargo, concluye con un aviso: "la pandemia puede resultar muy eficaz para la propaganda fiscal, la clave es darte cuenta de que es un engaño porque lo que suele suceder es que las subidas de impuestos que han sido justificadas por una guerra nunca se echan atrás cuando esa amenaza desaparece".
"La pandemia puede resultar muy eficaz para la propaganda fiscal, la clave es darte cuenta de que es un engaño", según Rodriguez Braun
Hacienda somos todos, cariño ha sido escrito en tiempos de pandemia, pero analiza la propaganda fiscal desde los últimos años de la dictadura franquista hasta nuestro tiempo. Y sus autores concluyen cómo las cosas no han cambiado mucho, puesto que el objetivo de quienes gobiernan siempre es el mismo: convencer al ciudadano de que debe contribuir con más dinero a sufragar el gasto público. Es más, con la llegada de la Democracia, los impuestos han subido.
En la historia reciente, marcada por serias crisis económicas, ha ocurrido con Gobiernos de todos los colores, desde el de Zapatero hasta el de Mariano Rajoy y ahora el de Pedro Sánchez.
"La democracia es que el pueblo elija y la sociología fiscal es inequívoca. La gente no quiere pagar más impuestos, pero apoya que le suban los impuestos a los demás. En democracia, se supone que el Gobierno tiene que hacer lo que la gente elija y la gente tiene más impuestos de lo que habría preferido tener. Es paradójico y nuestra conjetura es que la democracia es un legitimador del poder, el más importante de todos los tiempos", señala el autor.
En su opinión, el argumento legitimador "es insuperable" porque "el poder se planta delante de ti y te dice: 'Yo soy tú y todo lo que hago es por ti, porque tú lo quieres'". Este dogma sería el que hace posible que el Estado cobre más impuestos cuando la gente no quiere, según el profesor.
La gente no quiere pagar más impuestos, pero apoya que le suban los impuestos a los demás
En todo caso, Rodríguez Braun reconoce que lo que la gente piensa también tiene impacto. "Los Estados van escuchando a la opinión pública y por eso, van cambiando su política fiscal. Los países nórdicos, por ejemplo, que son el modelo de la izquierda, están bajando ahora los impuestos porque los subieron muchísimo".
El libro cuenta cómo esas economías del norte de Europa primero se hicieron ricas y después, subieron los impuestos y no al revés.
"Este es un asunto importante sobre el que no se suele reflexionar porque se piensa que si subes los impuestos, serás rico. Y la lógica es inversa. Primero tienes que ser rico y luego pagar los impuestos y si te pasas en la subida, entonces ya no eres rico y tienes que bajarlos. Es la historia de los nórdicos en los últimos 50 o 60 años", explica el profesor.
Curiosamente, ahora que son puestos como ejemplo por los defensores de las subidas tributarias, estos han comenzado a abordar bajadas de impuestos.
Y es que cada vez hay más debate sobre la presión tributaria. Mientras los partidos de izquierdas abogan por subirlos, la derecha y algunos movimientos sociales -como el que encabezan algunos youtubers o la plataforma Stop Sucesiones- reclaman bajarlos.
"Las manifestaciones son siempre para que suban los impuestos. Sin embargo, el año pasado ha habido manifestaciones públicas en contra de los impuestos. En concreto, contra el impuesto de sucesiones. Yo como liberal estaba emocionado. El Estado puede escuchar y reaccionar en consecuencia, cambiar la propaganda", reconoce Rodríguez Braun.
El fraude, "lo peor"
Hacienda somos todos, cariño también analiza los mensajes para la lucha contra el fraude. El libro afirma que "el incumplimiento de la obligación tributaria debe ser siempre lo peor de lo peor" para que el ciudadano pague.
En este sentido, el economista explica en su charla con este periódico que "el fraude es el demonio y lo que hacemos es intentar explicar que la famosa lucha contra el fraude es una estrategia de propaganda cuyo objetivo es desviar la atención del contribuyente con la idea de que los impuestos malos son los que no se pagan. Lo único malo es lo que no se paga: los que defraudan, los ricos que podían pagar más. Es una maniobra de propaganda muy interesante".
Coste político
Tras este resumen de la obra, solo queda una pregunta más, procedente de los críticos. ¿Es populista defender una bajada de impuestos en este momento en el que hará falta recaudar más para equilibrar las cuentas?
"Todas las políticas tienen costes. La política convencional de subir el gasto público tiene el coste de subir los impuestos y por eso los gobernantes siempre intentan disfrazar este incremento diciendo que solo se cobra a los ricos, a los plásticos, al carbono… Esto es una trampa porque los impuestos los paga siempre la gente. Nuestra propuesta también tiene costes porque los impuestos no pueden bajar salvo que baje el gasto público. Si no, se dispara el déficit y la deuda, como ha ocurrido con Trump en EEUU. No hay nada gratis", responde.
Y concluye reconociendo que bajar impuestos "tiene costes para los gobernantes y para la economía porque el gasto público se traduce en dinero para muchas personas" en subvenciones o salarios. Pero "nosotros no ocultamos esos costes".