¿Patatas a 1,60 euros el kilo? Es posible. La vuelta de los confinamientos podría hacer que el precio de la cesta de la compra se dispare.
Un aumento que ya ocurrió durante segundo trimestre del año, según se puede comprobar en la Contabilidad Nacional, y que podría repetirse de nuevo. Una situación que, explican fuentes del sector agrario, podría provocar la tormenta perfecta de la estanflación alimentaria.
El dato habla por sí solo. El peso del sector agrario a precios corrientes aumentó un 16,1% entre abril y junio, mientras que a precios constantes se incrementó un 7,4%. Esto denota una inflación implícita aproximada de 8,7 puntos, según explica el economista Javier Santacruz a Invertia.
De lo que hablamos es fácil, aunque sobre la marcha parezca complejo. Lo que se ha producido entre abril y junio es un aumento del consumo de productos alimenticios a nivel nacional. También, dice Santacruz, que “al ser un aumento interanual, el incremento de los precios se ha producido en el supermercado, no en el origen”.
Muestra de ello es que si se analiza con datos de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos una patata en origen costaba en marzo 0,24 euros y en junio lo mismo. La leche, por su parte, costaba 0,29 antes del confinamiento masivo y 0,27 en el sexto mes del año. El tomate estaba en 0,69 para pasar después a 0,49.
Sin embargo, cuando se miran los precios en destino la cosa cambia. Mientras en marzo la patata costaba 1,32 euros, en junio alcanzaba los 1,48 (12,2% más). La leche estaba en 0,73 antes del confinamiento y en 0,74 (1,36%) cuando volvía la nueva normalidad. El tomate, por su parte, pasó de 1,92 a 1,99, es decir, un aumento del 2,14%.
¿Por qué producto nacional? Básicamente porque los mercados internacionales quedaron prácticamente cerrados al estar confinados nuestros países vecinos, de los que más importamos productos agrícolas y alimentarios. Por tanto, ante la imposibilidad de traer de fuera, se 'tiró' más de lo de casa.
No funciona la cadena
Todo en un contexto en el que el movimiento de los temporeros no había comenzado, y en el que ya “pudo observarse que la cadena alimentaria no funcionaba de forma correcta”. Por tanto, es de esperar que ya empiecen los problemas con los precios tras lo ocurrido en algunas regiones de Aragón, Cataluña y Murcia.
La situación “podría agravarse a la vuelta del verano si viniera un confinamiento estricto” bien a nivel nacional bien por provincias, alerta Santacruz. En estos momentos la temporada de colecta es la de frutos secos, pero después vendrá la de las verduras. Por eso Santacruz considera “imprescindible garantizar los movimientos de los temporeros”, con el objetivo de que no ocurra la falta de personal que denunció el campo entre abril y junio.
Obviamente una falta de temporeros haría que buena parte de los productos que deben recogerse quedarían en el árbol y, por tanto, se perdería buena parte de la cosecha. Esto es lo que haría que aumentaran más los precios, sobre todo si ocurre en plena temporada de verduras -que son muy demandadas en nuestro país-.
Aunque es complicado hacer una estimación, si se sigue una progresión lineal a la ocurrida durante los tres meses en los que ya hubo confinamiento, hablamos de que las patatas pasarían a costar 1,60 euros el kilo; la leche 0,80 y el tomate de ensalada 2,14 el kilo, empleando siempre datos de referencia de COAG.
Llega la estanflación
Por si fuera poco, ese incremento de los precios por los problemas del campo a nivel interno, podría verse agravado por dos factores externos. El aumento de paro que se puede producir a partir del 30 de septiembre (cuando finalizan los expedientes de regulación temporal de empleo (Erte) y una disminución -que se va a producir- del salario real. Es decir, una estanflación alimentaria que llega cuando conviven los tres elementos anteriores: aumento de precios, aumento del paro y caída salarial.
¿Puede ayudar la importación de alimentos de otros mercados? Ésa es la gran cuestión. En un contexto global en el que nuestros vecinos europeos empiezan a ver rebrotes y los países latinoamericanos siguen confinados, resulta complejo saber la efectividad que va a tener la cadena de comercio internacional.
Sólo queda esperar a comprobar la evolución de los rebrotes y que el Gobierno adopte las medidas necesarias para evitar un problema que sería realmente complejo de solucionar en un país que prevé cerrar el año con una tasa de paro cercana al 20%.