Como ya habían adelantado tanto Yolanda Díaz como José Luis Escrivá, responsables de Trabajo y Seguridad Social respectivamente, el paro subió en agosto y la afiliación a la Seguridad Social se redujo. Y también en julio. Todo ello pese a que la reforma laboral está a pleno rendimiento. El nuevo marco legal ya no está conteniendo las rachas negativas en el mercado de trabajo de este verano. 

Pero, ¿por qué? Hay varias razones. Una de las principales, según fuentes del ámbito laboral consultadas por EL ESPAÑOL-Invertia, tiene que ver con la normalización del propio mercado laboral.

En el último año y medio, y tras el shock que sufrió el empleo por la Covid, las cifras de puestos de trabajo se dispararon apoyadas en la recuperación de la actividad y la resurrección de la economía. 

Sin embargo, la desaceleración de la recuperación económica ha provocado que la generación de empleo vuelva a la normalidad. Es decir, a las cifras y ciclos habituales y anteriores a la pandemia.

Este es el caso del mes de agosto: es un periodo 'clásico' de pérdida de empleo por la extinción de los contratos de verano. La prueba está en lo que ha ocurrido el mes pasado: el paro cayó en más de 40.000 personas y la Seguridad Social perdió casi 190.000 afiliados. 

En cambio, julio no lo es y en julio de este 2022 se perdió empleo y subió el paro por primera vez en 14 años. ¿Por qué? Como ya contó este periódico, las contrataciones de verano se adelantaron a junio, mes en el que la firma de contratos se disparó por encima de lo habitual.

Además, desde el Gobierno argumentan que ha habido un impacto mayor del previsto por el efecto de la extinción de contratos de profesores contratados para reforzar los centros educativos durante la pandemia.  

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De hecho, Joaquín Pérez Rey, secretario de Estado de Empleo, en la rueda de prensa posterior de este viernes, ha explicado que habría bolsas de trabajadores en varios sectores sobre los que la reforma laboral todavía no ha funcionado.

No lo ha concretado, pero se trataría de contratos de obra y servicio aún en vigor. Particularmente, en los ámbios de enseñanza, construcción y comercio. Cabe recordar que esta modalidad lleva anulada desde finales de marzo, y solo quedan activos los contratos que se hicieron antes y con una duración máxima de seis meses. 

Por otro lado, la reforma laboral sí que está sirviendo para aumentar las contrataciones indefinidas, que es su objetivo real. De nuevo en agosto, cuatro de cada diez contratos son fijos (el resto, temporales). Una proporción inédita en tiempos previos a la puesta en marcha de esta legislación.  

Además, desde el punto de vista positivo, hay que quedarse con que la pérdida de afiliados y el incremento del paro de agosto fueron inferiores a la de los años inmediatamente anteriores a la Covid-19. 

Además, de media, la afiliación se mantiene por encima de los 20 millones de personas y el paro por debajo de los tres millones. Queda ver si la reforma laboral, más allá de los ciclos clásicos del empleo (por ejemplo, los incrementos previstos por la contrataciones de Navidad) es capaz de capear los embates que sufrirá el mercado de trabajo por la crisis generada como consecuencia de la guerra de Ucrania. Veremos.