España ha tenido que esperar casi 14 años para que el número de desempleados vuelva a bajar de los tres millones de personas. Según los datos de la Seguridad Social, la afiliación se ha consolidado en los 20 millones de ocupados. Un dato histórico que se logra tras un primer trimestre del año en el que el PIB rozó el estancamiento y cuando todos los organismos y el propio Gobierno han rebajado sus previsiones de crecimiento.
El desacople entre los datos de empleo y crecimiento es cada vez mayor, lo que en una sociedad polarizada lleva a lecturas muy distintas sobre lo que está ocurriendo con el mercado de trabajo y la estimación del PIB. Sin embargo, tras la divergencia de estos dos datos hay una explicación. La calidad del empleo que hay ahora mismo en España no es la de 2008.
Lo que antes era un puesto de trabajo ahora se reparte muchas veces en dos o incluso en tres sin que los salarios compensen esa distribución. Y tanto las nuevas formas de trabajo (teletrabajo), como la revolución tecnológica han acentuado la separación entre lo que dice el INE en su Contabilidad Nacional sobre el empleo y la estadística que anuncia cada mes el Gobierno.
"Los datos de empleo han dejado de ser el mejor indicador de cómo va la economía. Su correlación con el PIB se rompió hace mucho tiempo. Esto cada vez va a ser peor por la sustición de empleo por tecnología. Pero en el caso de España, también por la precarización. La parcialidad del trabajo es una tendencia que se aceleró con la Reforma Laboral de 2012 y ahora es mucho mayor", explica el economista Javier Santacruz.
A esto se suma, las horas de trabajo que no están siendo contabilizadas por el INE por el solapamiento de las jornadas (debido a la parcialidad) o por el teletrabajo, ya que en muchos casos, el trabajo a distancia se traduce en más horas, pero distribuidas de forma más dispersa en el día y no contabilizadas, lo que es más "ineficiente", añade Santacruz. A esto se suman, las polémicas 'horas extra' no remuneradas.
Todo esto tiene su reflejo en la Contabilidad Nacional del INE, donde se ve una brecha entre los datos de la estadística de empleo y el "trabajo equivalente a tiempo completo" que muestra la relación entre las personas empleadas y las horas trabajadas.
Esto entronca con otro de los problemas del mercado laboral español que se ha agudizado tras la pandemia: la productividad, que sigue arrojando datos preocupantes.
De ahí que cuidar el PIB acabe siendo clave para que el empleo mejore. No solo en la estadística. También en la calidad.
De momento, lo que arrojan los números publicados este jueves son datos positivos y confirman que la flexibilidad que introdujo la reforma de 2012 y los ERTE han ayudado a recuperar el empleo en la crisis de la Covid-19 con más rapidez, aunque sea un empleo más precario o parcial.
Como señala el economista José Carlos Díaz, "teniendo en cuenta la inflación y los efectos de la guerra en la economía, el empleo está resistiendo bien. En mayo, sin Semana Santa, se ha creado el mismo empleo que en abril".
"Estamos en lo que podríamos llamar un momento feliz porque el segundo y tercer trimestre del año han sido buenos históricamente y seguiremos creciendo en afiliación. Pese a tendencia positiva del momento estacional, tenemos que hacer muchos deberes con reformas porque la ralentización del PIB se puede estar notando ya en la creación de empleo", advierte el director de Adecco Group Institute, Javier Blasco de Luna.
En este sentido, este experto explica a este periódico que es necesario promover el emprendimiento y la innovación, así como fomentar la creación de empleo dotando al mercado laboral de mayor flexibilidad, dado que las empresas no van a crear empleo por decreto y los efectos de la reforma laboral empiezan a difuminarse. Así lo indica que el aumento de la afiliación sea menor al de meses anteriores y que la creación de empleo temporal esté creciendo más que la indefinida.
También hay figuras en la nueva reforma laboral que distorsionan la fotografía, como la de los trabajadores fijos discontinuos que pueden figurar como ocupados sin estar trabajando.
Sobre este asunto se pronunció en el Congreso este miércoles el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que afirmó que es pronto para evaluar los efectos de la reforma laboral y que su éxito o fracaso dependerá de cómo evolucionen factores, como la productividad en España.
Empleo público
Hernández de Cos puso sobre la mesa otro elemento que está detrás de las cifras de empleo y del récord de ocupación: el sector público ha tirado con más fuerza que el sector privado en el mercado de trabajo desde la irrupción de la Covid-19.
El gobernador reconoció que la evolución del mercado de trabajo es más positiva que la del PIB. "Con datos de marzo, hay un 2,1% de empleados por encima del nivel previo a la pandemia", mientras que el PIB no se ha recuperado. Sin embargo, a continuación advirtió que esa evolución es "menos positiva cuando uno ve las horas trabajadas" y recordó que hay "gran heterogeneidad por ramas de actividad".
Como avanza Blasco de Luna, la próxima EPA va a arrojar datos sobre las horas trabajadas muy importantes para el análisis porque permitirá ver hasta qué punto está tomando peso en la economía española el empleo a tiempo parcial.
Además, el director de Adecco Institute recuerda que por los deberes estructurales que tiene España en materia económica, se sigue arrastrando un problema de productividad incluso en momentos en los que el ciclo acompaña. Esto se debe, en su opinión, al tamaño pequeño de las empresas, al poco peso de la industria, a la falta de inversión en tecnología y a la escasa cualificación de los trabajadores.
Son elementos que hacen que aunque España esté publicando mejores estadísticas en materia laboral, el empleo que está detrás de esas estadísticas es el de un país con problemas de precariedad. Una clave que podría explicar el motivo por el que en términos electorales, el Ejecutivo no está rentabilizando estos datos de empleo.