El Banco Central Europeo (BCE) seguirá subiendo los tipos de interés si la eurozona se ve envuelta en “una recesión superficial”. Eso sí, la institución podría querer hacer una pausa “si hubiera una recesión prolongada y profunda”, que posiblemente frenaría la inflación en mayor medida.
Así se desprende de las actas que la institución mantuvo a finales de octubre. En ella, los miembros del Consejo de Gobierno también pusieron el foco sobre la divergencia entre la política monetaria, cada vez más restrictiva, y la política fiscal, que se estaba volviendo más expansiva.
Aunque los miembros del Consejo subieron los tipos de interés 75 puntos básicos en octubre por una amplia mayoría, no todos ellos estuvieron de acuerdo con la decisión. Algunos expresaron su preferencia por aumentar las tasas oficiales 50 puntos básicos y adelantar así la reducción que esperan los inversores.
Los responsables de política monetaria partidarios de un menor incremento argumentaron a su favor que la subida iría acompañada de una señal sobre la necesidad de nuevos incrementos, de un cambio en la remuneración de las reservas mínimas y del ajuste de los términos y condiciones de las TLTRO III.
Hace solo unos días, Bloomberg ya informó de que cada vez más miembros del Consejo de Gobierno del BCE están a favor de un aumento de 50 puntos básicos, lo que supondría dejar a un lado las alzas de tres cuartos de punto ejecutadas en las últimas dos citas.
Y ello, a pesar de que la inflación marcó un nuevo máximo histórico del 10,6% en la eurozona durante el mes de octubre -cinco décimas más que en septiembre- como consecuencia de la escalada de los precios de la energía y de los alimentos. La cifra multiplica por cinco el objetivo del 2% fijado el BCE.
La inflación en el bloque del euro parece que no ha tocado techo a pesar de que la amenaza de una recesión es más intensa ahora, tal y como señaló la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en una de sus últimas comparecencias públicas.
Recesión técnica
La francesa hizo esa reflexión a pesar de que los datos de crecimiento de la eurozona hayan sido mejores de lo previsto. El producto interior bruto (PIB) del bloque del euro frenó su ritmo de expansión entre julio y septiembre al 0,2% desde el 0,8% observado en el segundo trimestre del año. Se trató del crecimiento más débil desde el primer trimestre de 2021.
Si se tiene en cuenta el índice PMI, la actividad de la eurozona se ha contraído durante cinco meses de manera ininterrumpida, a pesar de que la erosión se redujo en noviembre, al registrar una lectura de 47,8 puntos desde los 47,3 de octubre.
Para los miembros del BCE una recesión técnica -es decir, que la eurozona enlace dos trimestres consecutivos de contracción- “se estaba convirtiendo en el escenario de referencia y el resultado más probable”.
Asimismo, expresaron la opinión de que, si bien el PIB real para el próximo trimestre se había subestimado repetidamente en proyecciones anteriores, en la actualidad era probable que el error tuviera el signo opuesto.
50 puntos
Los responsables de política monetaria también hicieron referencia a una revisión a la baja de las previsiones económicas que publicaron en septiembre, en la que habría una recesión más profunda en 2023 que en el escenario base y una tasa de inflación más alta en 2024.
Las perspectivas de recesión han llevado a los inversores a prever un incremento de los tipos inferior a 75 puntos básicos en la reunión que el instituto emisor mantendrá el 15 de diciembre. El aumento elegido sería de 50 puntos básicos.
El BCE rebajaría el ritmo de las subidas de tipos tras haberlos elevado 200 puntos básicos en el ciclo más agresivo de su historia. En los dos procesos de alzas anteriores que han tenido lugar desde el inicio de la unión monetaria, la institución tardó al menos 18 meses en subir las tasas la misma cuantía. Ahora lo ha hecho en solo tres meses.
Los documentos del BCE siguen a los de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). La institución presidida por Jerome Powell señaló en ellos la posibilidad de ralentizar el ritmo de futuras subidas de tipos.
Los responsables de política monetaria de Estados Unidos mostraron su preocupación sobre el retraso del impacto acumulativo de las subidas de tipos en la economía, que aún no lo refleja completamente. Por este motivo, la mayoría de ellos consideró apropiado reducir el ritmo de los incrementos de las tasas antes de lo esperado.
Su argumento es que “un ritmo más lento en estas circunstancias" les permitiría "evaluar mejor los avances hacia su objetivo” y que esto reduciría el riesgo de un impacto innecesario en la estabilidad económica.