Por cada 100 kilos de aceitunas que entran en una almazara, solo el 20% se convertirá en aceite de oliva. Al resto se le conoce como alpeorujo y, solo en España, se generan siete millones de toneladas anuales. El alto precio del gas ha hecho parar a 14 empresas orujeras que transforman y eliminan el 40% de este subproducto del olivar.
La campaña de recogida de la aceituna arrancará en unas semanas con la incógnita de qué hacer con el 80% del producto que se obtiene en las almazaras durante la extracción del aceite de oliva.
La medida anunciada el martes para que las industrias de cogeneración puedan beneficiarse del tope del gas "no cubrirá los costes de producción" de estas empresas. "Se va a calcular el precio a través del topado del gas, que está pensado para los costes de las industrias de ciclos combinados, pero no del sector orujero porque tiene mayores gastos", explica a EL ESPAÑOL-Invertia Joaquín López, director de la Asociación Nacional de Empresas de Aceite de Orujo de Oliva (ANEO).
Obtener aceite y no contaminar
Las orujeras consideran que, para reanudar su actividad, necesitan que el Gobierno actualice el pago conocido régimen Recore (mecanismo que ajusta los costes de industrias renovables, cogeneración y residuos) a los precios reales del gas. "Otra opción para acogernos al tope del gas podría ser tener en cuenta el rendimiento específico de cada planta", reclaman desde ANEO.
"Las orujeras o los purines necesitan una retribución superior al topado del gas porque tienen diferentes costes", asegura Javier Rodríguez, director de la patronal de industria de la cogeneración (Acogen). "El Gobierno se ha comprometido también a ajustar ese mecanismo, esperamos que lo haga antes de final de mes", añade Rodríguez.
Más allá de generar energía, estas empresas obtienen aceite de orujo y, posteriormente, deshidratan ese subproducto para que no contamine en la naturaleza y pueda emplearse como biomasa en otras industrias como las cementeras.
Entre las orujeras que han detenido su actividad se encuentra la más grande del mundo, situada en Villanueva del Arzobispo (Jaén). Aunque tiene capacidad para procesar un millón de kilos diarios, en sus depósitos se encuentran ya más de 250 millones de kilos de alpeorujo de la campaña pasada porque desde junio no tiene actividad.
Nerviosismo por el almacenaje
Entre las cooperativas asociadas a esta orujera crece el nerviosismo por conocer dónde se almacenará el subproducto del olivar de la próxima campaña que, por otra parte, se prevé que sea muy corta por la falta de agua.
Esta empresa no siempre funcionó con gas. En sus inicios usaba el propio subproducto del olivar para generar electricidad. "La administración me obligó a pasarme al gas por la emisión de olores y partículas", asegura su gerente, Cristóbal Gallego.
Casi el 90% de su plantilla se encuentra en ERTE y, próximamente, "pasarán al desempleo, no hay previsión de cuándo se podrá arrancar". En general, el sector de las orujeras genera 3.000 puestos de trabajo en España, aunque solo un tercio son de industrias de cogeneración y, por tanto, afectadas por el precio del gas.
Como ya ha quedado reseñado, entre las 14 orujeras que emplean el gas se procesa el 40% del alpeorujo nacional, según datos de ANEO. Y esto es así porque, en el año 2000, se acordó que la mejor técnica para tratar el subproducto era la cogeneración para evitar el fuerte olor, la emisión de partículas y no gastar tanta agua.
Aceite, energía y biomasa
España produce una media de 1,4 millones de toneladas de aceite de oliva cada año. Para obtener ese oro líquido, se generan alrededor de siete toneladas de masa de huesos, pieles y líquidos.
Este subproducto, conocido como alpeorujo graso húmedo, puede ser altamente contaminante al entrar en contacto con la naturaleza. Una vez que sale de la almazara, se lleva a la orujera, donde se almacena en balsas impermeabilizadas.
Del 70% de humedad con la que llega el producto, se le reduce al 10% mediante un procedimiento de secado en el que entra en juego el gas. Al quemar este bien, se produce la energía térmica que seca el alpeorujo y que, además, gracias a una turbina genera electricidad que se puede comercializar o emplear para otros fines.
Una vez seco el alpeorujo, se extrae aceite de orujo de oliva y, por último, el subproducto restante, conocido ya como orujillo, se vende a cementeras u otras industrias para que puedan quemarlo y obtener energía.