La digitalización ofrece numerosas oportunidades al sistema eléctrico, al dotarle de herramientas para la predicción y permitir a las compañías distribuidoras supervisar y detectar anomalías en la red en tiempo real, mejorando la calidad del suministro, al disminuir las incidencias y su duración.
Su inteligencia es crítica en situaciones climatológica extremas, como las sufridas hace pocos meses en España con el DANA, donde han sido puestas a prueba y han sido capaces de aportar información clave y capacidad de actuación remota para reponer el suministro en tiempo récord. En el DANA, por ejemplo, la red eléctrica de distribución de i-DE demostró su robustez. Las actuaciones en campo, coordinadas desde los Centros de Control de la compañía, junto el mallado de la red y el comportamiento de los sistemas de inteligencia y automatización, permitieron que la mayor parte de los clientes afectados recuperaran el suministro eléctrico en menos de 30 minutos.
El cliente, en el centro
La transformación de las redes hacia una infraestructura inteligente, más fiable y segura está situando, además, a los consumidores en el centro de la actividad, dotándoles de mayor capacidad de decisión y cambiando la relación entre clientes y productos y servicios energéticos.
Esta industria gestiona diariamente un gran volumen de información -generada 24 horas al día, los 365 días del año-, que pone a disposición de sus clientes y ciudadanos -cada vez más conectados- para gestionar y personalizar su forma de consumir a sus hábitos, aportando más valor añadido y una experiencia más satisfactoria.
Hoy, entre otras muchas posibilidades, se puede conocer el consumo de energía que realizamos diaria, semanal o mensualmente, si la potencia contratada es la adecuada y realizar comparativas para tomar la decisión más óptima. De esta forma, se dota a los ciudadanos de un mayor control sobre su consumo, permitiéndoles decidir con su comercializadora el tipo de tarifa que se adapta mejor a su perfil y promoviendo la eficiencia energética. Y todo, con tan solo un click.
La app y la web de i-DE van mucho más allá: puedes suscribirte a avisos para estar informado de cortes de suministro programados o averías en la red, te permite realizar consultas on-line o programadas al contador, descargar certificados de consumo y lectura, reconectar el interruptor de control de potencia (ICP) ante variaciones en la red, dar de alta un nuevo suministro o, incluso, denunciar un posible fraude.
La aplicación está orientada para un uso personal -el dato siempre es del cliente- pero es una herramienta de gestión muy efectiva también para administradores de fincas, instaladores o asesores que gestionan contratos de otros clientes, previo consentimiento, facilitando las gestiones de servicios energéticos de una comunidad.
Para llegar hasta aquí, la compañía distribuidora de Iberdrola, i-DE, ha destinado 2.000 millones de euros a convertir en inteligentes sus redes, con la instalación de casi 11 millones de contadores digitales y la infraestructura que los soporta y la adaptación de alrededor de 90.000 centros de transformación en España, a los que ha incorporado capacidades de telegestión, supervisión y automatización. El proyecto, uno de los más avanzados del mundo, se ha convertido en motor para la innovación tecnológica y posiciona a nuestra industria, con la colaboración entre empresas eléctricas y fabricantes, en un referente internacional de soluciones digitales escalables a otros países.
Ciudades inteligentes y eficientes
Las ciudades se encuentran en continuo crecimiento. Los expertos estiman que la población de las grandes urbes mundiales crece a un ritmo de dos habitantes por segundo y su actividad necesitará más energía y más servicios personalizados. El impacto energético, en términos económicos y medioambientales de las ciudades será, por lo tanto, un factor clave a tener en cuenta en su proceso de transformación.
El despliegue de una red eléctrica inteligente permite también incorporar la ‘traza neuronal’ de la red a las ciudades, aportando más y mejor información para optimizar los costes de los servicios municipales y promover el ahorro y eficiencia energética. Y con ello, su efecto determinante en la calidad del aire.
La compañía distribuidora de i-DE desarrolla en muchas ciudades españolas un modelo de smart city, centrado en cuatro áreas estratégicas: la movilidad eléctrica, las infraestructuras de redes, la eficiencia en el uso de la energía y la sensibilización ciudadana.
- En movilidad, pone a disposición de los municipios su conocimiento de las redes eléctricas para impulsar un plan de despliegue de puntos de recarga eficiente y económico, accesible a todos los ciudadanos.
- En infraestructuras, potencia el desarrollo, la innovación y digitalización de las redes eléctricas para seguir mejorando en los aspectos que intervienen en la calidad de suministro y la atención a los ciudadanos.
- En energía, busca soluciones energéticas sostenibles y eficientes para los municipios, para reducir los costes energéticos de la ciudad.
- En sensibilización, mediante tecnologías de la información, proporciona datos de la red de distribución relacionados con consumo, integración de renovables y penetración de movilidad eléctrica que ayuden en la gestión óptima y contribuyan a la concienciación de los ciudadanos.
Redes para el autoconsumo y el vehículo eléctrico
Las redes de distribución son también el elemento vertebrador que va a permitir integrar los recursos distribuidos entre las líneas de media y baja tensión y desempeñarán un papel fundamental en la interconexión. El autoconsumo permite al usuario verter a la red de distribución aquella energía que genera y no consume. Este modelo va a implicar nuevos requerimientos para mantener los requisitos de seguridad del suministro, como nuevos sistemas de protección y reguladores de tensión. Para permitir esta integración, las inversiones en nuevas tecnologías y una mayor digitalización van a ser críticas.
Una de las claves de la movilidad sostenible es contar con una red digitalizada y adaptada a las nuevas necesidades. Los expertos aseguran que España cuenta con una red de distribución preparada para dar cabida a la penetración de vehículos eléctricos, por lo que no debería existir problemas para la adopción masiva del coche eléctrico, ya que las inversiones necesarias rondarían los 1.400 millones, solo un 4% de la inversión prevista hasta 2030.