Esto es lo que hay: la 'hucha de las pensiones' ya no da más de sí
- El Fondo de Reserva de la Seguridad Social acabará 2019 en los 1.500 millones y todo indica que será 'vaciado' por completo en 2020
- Dotado con recursos desde el año 2000, llegó a rozar los 67.000 millones de euros en 2011
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Ahora sí que sí. Tras años de avisos, el Fondo de Reserva de la Seguridad Social (FRSS), más conocido como la ‘hucha de las pensiones’, está en las últimas. Con el reciente anuncio del Gobierno en funciones, que ha comunicado que sacará 3.500 millones de euros del Fondo para el pago de la extra de Navidad, en la ‘hucha’ apenas quedarán 1.500 millones. O lo que es lo mismo, una fracción de los casi 67.000 millones de euros a los que llegó a engordar en 2011.
Es más, aún tiene recursos porque ninguno de los últimos gobiernos, ni el de Mariano Rajoy ni el Pedro Sánchez, han querido pasar a la historia como los que vaciaron por completo la ‘hucha’. Porque, en realidad, el FRSS hace tiempo que ya no da de sí. Lo evidencia que la Seguridad Social venga endeudándose desde 2017 para afrontar el pago de las pensiones. Primero, por 10.192 millones de euros; luego, en 2018, por 13.830 millones; y ahora, en 2019, por el mismo importe, con una línea de crédito de 13.830 millones de la que cogerá 6.300 millones para abonar la extra de Navidad. Y es que con esos 3.500 millones de la ‘hucha’ apenas se cubrirá un tercio de esa paga.
En septiembre, la nómina de las pensiones marcó un nuevo récord. No durará mucho. En octubre volverá a ser batido. Como cada mes
Así es, porque los 5.000 millones que aún quedan ahora apenas dan para media paga, puesto que la nómina mensual de las pensiones contributivas acecha ya la cota de los 10.000 millones. En septiembre marcó un nuevo récord con un desembolso de 9.693 millones de euros. No durará mucho. En octubre volverá a ser batido. Como cada mes. Porque los récords de las pensiones, a fuerza de ir pagando más pensiones, más altas y durante más tiempo, crecen un mes tras otro.
DE LA CRISIS A LA DEMOGRAFÍA
Ahí reside el motivo de la agonía del FRSS: en la creciente tensión que soporta el sistema. Ahora atiende el pago de 9,76 millones de pensiones, más de un millón más que hace una década, y la pensión media, de 993 euros en septiembre, es un 30% superior que la de hace diez años. De ambas variables resulta esa nómina total cercana a los 9.700 millones, casi un 50% más voluminosa que la de 2009.
Conforme la nómina ha ido creciendo, las necesidades de la Seguridad Social también lo han ido haciendo. Y esta tendencia, combinada con los efectos de la crisis en empleo y los sueldos, ha obligado a los sucesivos gobiernos a ir ‘pillando’ dinero del Fondo. Vamos, que han usado el Fondo para lo que estaba, para ayudar a pagar las prestaciones en los tiempos más difíciles.
Concebido por el Pacto de Toledo desde la misma puesta en marcha de esta comisión en 1995 y sellado en una Ley que vio la luz en 1997, el Fondo no empezó a ser dotado con recursos hasta el año 2000, en el segundo mandato de José María Aznar. ¿Con qué objetivo fue creado? Con el de acumular dinero en los años buenos para afrontar las vacas flacas en los años malos. O como establecía la Ley en su artículo 2: "Con cargo a los excedentes de cotizaciones sociales que puedan resultar de la liquidación de los Presupuestos de la Seguridad Social, de cada ejercicio económico, se dotará el correspondiente Fondo de Reserva, con la finalidad de atender a las necesidades futuras del sistema"
La primera fase, la de contar con esos excedentes en la Seguridad Social con los que nutrir la ‘hucha’, se prolongó hasta 2011. Fue entonces cuando estuvo más llena que nunca, con 66.815 millones de euros. Desde 2012, el asunto cambió. Y hasta hoy, porque el declive ha resultado ya imparable.
El Fondo ha pasado de un problema mayúsculo, la dureza de la crisis en el mercado laboral, a un desafío colosal, el planteado por la demografía, sin solución de continuidad y sin dar tiempo para volver a elevar sus recursos
Primero, su descenso quedó atado a la crisis, con la pérdida de millones de empleos y la reducción de los salarios, consecuencias que drenaban cotizaciones y recursos a la Seguridad Social. Pero la recuperación de la economía y del empleo -que no de sueldos- desde 2013 demostró que había ‘algo’ más.
Ese ‘algo’ era la demografía, manifestada en una mayor longevidad y un progresivo envejecimiento de la población. Más pensiones y durante más tiempo, dos ingredientes completados con un creciente importe, porque aunque las pensiones de menos de 1.000 euros siguen siendo mayoría, las que más rápido vienen creciendo son las superiores a los 2.000 euros. Es decir, el Fondo ha pasado de un problema mayúsculo, la dureza de la crisis en el mercado laboral, a un desafío colosal, el planteado por la demografía, sin solución de continuidad y sin dar tiempo para volver a elevar sus recursos. También sin las reformas que requiere el sistema público de pensiones para apuntalar su sostenibilidad y su suficiencia, toda vez que la inestabilidad política de los últimos años lo ha hecho imposible y que el grueso de las medidas introducidas en 2013, como el Índice de Revalorización de las Pensiones (IRP) o el 'factor de sostenibilidad', han quedado desactivados o en suspenso.
Como consecuencia, la merma en la ‘hucha’ ha sido constante en los años de la recuperación económica. En 2014 cayó a los 41.634 millones. A los 32.481 millones en 2015. A la mitad, 15.020 millones en 2016. A los 8.095 millones en 2017. Y a los 5.043 millones a finales del pasado año, cuando el Ejecutivo de Sánchez extrajo 3.000 millones para la paga de Navidad.
¿PREOCUPANTE? MÁS BIEN REVELADOR…
Estas cifras constatan que el FRSS ha cumplido su función. Nació para reforzar el sistema, para procurarle holguras en los años complicados, y lo ha cumplido. Pero ya no da más de sí. Los casi testimoniales, teniendo en cuenta la magnitud de la nómina mensual, 1.500 millones con los que acabará el año lo atestiguan.
Más que preocupante o alarmante, su propia agonía resulta reveladora. Porque la ‘hucha’ no surgió como un pilar fundamental del sistema. Nada de eso. El pilar de verdad son las cotizaciones sociales, que son las que proporcionan los ingresos a la Seguridad Social. El FRSS fue un complemento, cargado de toda la intención y toda la prudencia del mundo, pero nunca un pilar nuclear. Desde hace dos años su cuantía no da ni para pagar una mensualidad y no por eso han dejado de pagarse. Es decir, su vaciamiento, si es que alguna vez queda reducido a cero, algo que bien podría ocurrir en 2020 aunque también podría haber pasado en cualquiera de los últimos ejercicios, no pone en riesgo el abono de las pensiones. Se seguirán pagando, de eso no hay duda.
Lo que constata realmente es que el sistema debe ser revisado, reformado y equipado para atender el pago de las prestaciones. Porque viene consumiendo y demandando dinero de manera creciente.
Las evidencias se acumulan. Como el déficit de la Seguridad Social en los últimos años, de 18.000 millones de euros anuales, o el propio hecho de haberse ‘pulido’ más de 60.000 millones del Fondo desde 2011, o ese endeudamiento superior ya a los 37.000 millones en los tres últimos años, factura que continuará aumentando. Y todo ello a una velocidad superior a la prevista. Se esperaba que el FRSS, que llegó hasta esos 67.000 millones pero que en realidad ha cundido más por los intereses que la inversión de ese dinero ha ido generando, durara por lo menos hasta 2030, hasta los primeros años de la jubilación de la generación del ‘baby boom’. Luego se empezó a pensar ya en plazos más cortos, hasta 2025 o por ahí. Y ahora justo que va a llegar a 2020 y porque así se ha querido.
La realidad es que ya no da más de sí. Esto es lo que hay. Y lo que hubo. Lo relevante ahora es centrarse en lo que habrá.