Laura Pérez-Cejuela
Luxemburgo, 10 oct (EFECOM).- Los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona alcanzaron este jueves un acuerdo que detalla cómo se usará el futuro presupuesto para el área de la moneda única, pero no lograron consenso para que los países aporten contribuciones adicionales a una herramienta que nacerá con escasa dotación.
El acuerdo se anunció poco después de la media noche tras más de seis horas de negociación pese a que se esperaba que las conversaciones se prolongasen hasta bien entrada la madrugada, visto que los países llegaron con posiciones enfrentadas.
El presidente del Eurogrupo, el portugués Mário Centeno, presentó el pacto como un nuevo "pilar" para sustentar un embrionario presupuesto para la eurozona, que servirá para ayudar a los países a financiar programas de reformas y de inversiones que hayan sido aprobados por la Comisión Europea y que empezaría a funcionar en 2021.
Éste se nutrirá de momento del presupuesto plurianual para toda la Unión Europea (UE) de 2021-2027, con lo que su volumen se decidirá en la negociación de estas cuentas.
La propuesta inicial es que tenga unos 17.000 millones de euros para siete años, muy lejos del fondo anticrisis con cientos de miles de millones de euros que planteó el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en 2017, cuya idea se topó con las reticencias de los halcones fiscales, con Holanda, Austria o los nórdicos a la cabeza.
Francia y Alemania reclamaban que esta dotación pueda incrementarse después con transferencias adicionales de los países de la moneda única a través de un acuerdo intergubernamental, lo que se convirtió en el principal contencioso de la negociación.
Al final, el pacto sellado se limita a pedir a los servicios legales del Consejo de la UE que analicen la necesidad, modalidades y tamaño de un posible acuerdo intergubernamental que, en todo caso, sería voluntario.
Los ministros sí lograron decidir cómo se repartirán los fondos.
Un 80 % sería asignado de antemano entre los países de la eurozona en función de su población y de su producto interior bruto (PIB) per cápita (a menor PIB, mayor asignación).
Sin embargo, para que también los más ricos puedan beneficiarse, será obligatorio que cada país reciba al menos un 70 % de lo que ponga.
El restante 20 % - unos 3.500 millones para siete años- se reservaría para ser utilizado cuando un país atraviese momentos difíciles.
Al mismo tiempo, los países estarán obligados a cofinanciar un 25 % de sus reformas e inversiones, tasa que podrá reducirse a la mitad cuando se den "circunstancias económicas severas" en un Estado concreto.
Este colchón del 20 % y la posibilidad de pagar menos en periodos bajos abre la puerta a que el presupuesto tenga un cierto componente anti-crisis, como han venido reclamando España y otros países durante la negociación, aunque con muy poco margen de maniobra.
"Para nosotros era muy importante tener elementos que garantizasen que este fondo podía tener una actuación contracíclica, aunque la magnitud del fondo en sí no tenga un impacto macroeconómico material significativo, pero es un punto de partida que sí puede ser el embrión de un instrumento con un impacto más significativo en el futuro", dijo la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño.
El Gobierno, "satisfecho" con el acuerdo, no ha decidido todavía, sin embargo, si contribuirá con fondos adicionales al presupuesto, algo que siempre ha condicionado a que tuviese un mínimo de ambición.
También el ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, dijo que espera que el presupuesto crezca y que el acuerdo proporciona ya la estructura legal para ello, mientras que su homólogo francés, Bruno Le Maire, insistió en que es una base sólida, pese a que quedan temas por cerrar en 2020.
El titular de Finanzas holandés, Wopje Hoekstra, por su parte, se congratuló de que los países vayan a tener que proponer reformas para poder beneficiarse.
Los Países Bajos han sido los principales opositores a permitir que los fondos se usen para responder a crisis individuales, y durante las negociaciones empujaron, junto a Austria y Bélgica, para garantizar que recibirán al menos un 70 % de lo que pongan.
Desde que se puso sobre la mesa en diciembre de 2018, este embrionario presupuesto de la eurozona ha avanzado a base de pequeños acuerdos parciales. La negociación de este jueves vino precedida de un debate sobre la ralentización económica de una eurozona sometida a riesgos como el "brexit".
Sin embargo, el mecanismo pergeñado horas después por los ministros, se queda lejos del instrumento de estabilización que llevan años pidiendo el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional para responder como es debido a la próxima crisis.