Una de doce. Las fábricas de Altadis, la otrora empresa estatal Tabacalera, han ido cayendo una tras otra. Y sólo quedará una, la que fabrica puros en Cantabria. La próxima en echar el cierre será la planta de Logroño, si se cumplen las intenciones de la compañía porque tanto los sindicatos como el Ministerio de Industria están intentando que se lo replantee.
La de Logroño es la única fábrica de cigarrillos que queda en la península Ibérica. De allí salen, entre otros, los de la marca Fortuna. Con su cierre, no sólo se acerca el punto y final de una industria que arrastra luces y sombras. Altadis, que forma parte del gigante británico Imperial Tobacco, también ha anunciado que reducirá su plantilla a la mitad. Eliminará 471 de sus 1.021 empleos para adaptarse, justifica, a la situación que vive el mercado español, que arrastra casi una década de continuas caídas en el consumo de cigarrillos.
Desde 2004, las ventas de esta modalidad de tabaco se han recortado a la mitad. Entonces, en su momento cumbre, de los estancos españoles salían más de 4.663 millones de cajetillas. A falta del cierre definitivo de 2015, a finales de noviembre, no se llegaba a 2.130 millones, según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Hacienda.
No significa que el número de fumadores haya caído en la misma proporción, aunque sí hayan descendido por la prohibición de fumar en bares, restaurantes y cualquier espacio público cerrado. La caída de la población, por el retorno de los inmigrantes a sus países de origen; y el renacer del contrabando también han contribuido.
Sólo durante la primera mitad de 2015, la Guardia Civil se incautó de más de 3,9 millones de cajetillas que carecían de las precintas legales. Su valor en el mercado rondaría los 12 millones de euros.
Una de las comunidades autónomas donde más se nota el impacto del contrabando es Andalucía. Allí el alcance de este comercio ilegal puede cifrarse en 796 millones de euros, de los que 538 millones correspondieron a la pérdida de recaudación fiscal.
Precisamente, esa Comunidad, donde la industria considera que el contrabando está más asentado es una de las que más ha notado la caída en la venta de cigarrillos. Allí se vendían, en 2003, 851 millones de cajetillas. Al cierre de 2014, se comercializaron 353 millones, casi un 60% menos. A escala nacional, según Altadis, 10 de cada 100 cigarrillos que se venden en España lo hacen a través de cauces ilícitos.
El repunte del contrabando, junto a la caída de ventas, es uno de los motivos que lleva a Altadis a plantear el cierre de la factoría el próximo 30 de junio. La empresa afirma que, durante los últimos cinco años, la producción de la factoría se ha recortado en un 42,4%, lo que “ha provocado que se esté utilizando en estos momentos menos de la mitad de su capacidad de fabricación”. No es la primera vez que la fábrica de Agoncillo, a menos de 20 kilómetros de Logroño, está en entredicho. A mediados de 2012, Altadis anunció la eliminación de 107 empleos de la factoría.
El ministro de Industria trata de mediar
El impacto que tendrá el cierre y el cese de los más de 400 empleos que genera han llevado esta decisión al terreno político. El ministro de Industria, José Manuel Soria, se reunió el viernes con el presidente de Altadis, Juan Arrizabalaga. Le pidió que reconsiderara el cierre. Pero la respuesta fue "no". Según el ministerio, la empresa justifica su decisión por “la inviabilidad de la fábrica, al no poder producir un producto que no se vende”.
También el Gobierno autonómico trata de mediar. “Vamos a ofrecer planes y ayudas de competitividad y de reestructuración”, aseguró el presidente del Gobierno riojano, José Ignacio Ceniceros. Busca una “solución” para la continuidad de la factoría riojana, pese a que el cierre parezca definitivo.
“Esta decisión de la empresa responde exclusivamente a una deslocalización de las producciones de nuestro país, para llevarlas a otros países con menores costes”, asegura el sindicato Comisiones Obreras. Según sus estimaciones, del sector del tabaco dependen 12.000 familias en España. “Imperial Tobacco no está en una situación económica deficitaria, lo que significa que la estrategia de la empresa es la de incrementar sus beneficios a costa del empleo y de acciones especulativas”, indica.
Imperial Tobacco es un gigante presente en una veintena de países, factura más de 17.000 millones de euros y logra un beneficio neto de 2.300 millones, al cierre del último ejercicio fiscal. No ocurre lo mismo con Altadis, que la británica adquirió en 2008. En su último ejercicio publicado (al cierre de septiembre de 2014) sus ventas se recortaron un 16%, hasta 658 millones de euros. Pero su beneficio siguió un camino muy diferente. Ganó 588 millones de euros, el doble que el año anterior, gracias a dos operaciones no recurrentes: la venta de su 30% en Logista y de su antigua sede en la calle Eloy Gonzalo por 30 millones de euros.
Una fusión de 12.600 millones
El recorte de empleo y los cierres no son una novedad en Altadis. Poco después de cerrarse su integración en Imperial Tobacco, en junio de 2008, la multinacional británica anunció más de 2.400 despidos, de los que 830 correspondieron a la empresa franco-española.
La adquisición de Altadis por Imperial Tobacco tampoco fue fácil. El entonces presidente de la tabacalera, Antonio Vázquez (hoy presidente de IAG, el consorcio que integra a Iberia y British Airways) rechazó la propuesta inicial, de 11.500 millones de euros, por no “reflejar el valor estratégico de la compañía, de sus activos y sus perspectivas de crecimiento futuro”. La británica tuvo que rascarse el bolsillo y, al final, la adquirió por 12.600 millones de euros. Después, llegó el recorte de empleo y la búsqueda de sinergias.
Altadis, como tal, también era producto de una integración, la de la francesa Seita y la española Tabacalera. Sellaron su fusión en 1999. Entonces, juntas, sumaban una plantilla de casi 16.000 personas. Entre 2003 y 2008, Altadis eliminó 5.000 empleos y cerró 14 fábricas entre España y Francia. La de Logroño será la siguiente.