No hay quien lo pare. El último choque entre Arabia Saudí e Irán ha acentuado el temor a que las dos potencias petroleras aceleren la producción de crudo como han hecho en los últimos meses. Entre sauditas e iraníes atesoran el 40% de la capacidad de producción actual de la OPEP, cuya grifo petrolero se ha abierto como nunca en su historia.
El cartel rozó en diciembre una producción de 32,8 millones de barriles diarios, máximo histórico, según los datos estimados que recoge Bloomberg. Esta sobrecapacidad del mercado petrolero está dibujando un descenso del 70% en tan sólo 18 meses. Sólo en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, el crudo bajó tanto, aunque lo hizo en un periodo de tiempo mucho más corto.
El pulso entre Arabia e Irán puede acentuar la silenciosa batalla preexistente en los mercados de crudo por bombear y vender más que nadie ante la caída de precios. De hecho, los saudíes anunciaron que suministrarán petróleo a Europa con descuento en un momento en el que Irán está reestableciendo relaciones diplomáticas con Occidente.
Pero, ¿por qué buscan vender más barato si son los que productores? El objetivo principal de Arabia Saudí, Irak, Emiratos o Kuwait es tumbar los precios para combatir a la competencia que encabezan el crudo no convencional de EEUU (fracking) y países como Brasil o Venezuela con grandes nuevos yacimientos de 'oro negro', aunque difíciles y caros de extraer. También Rusia o Noruega, que necesita precios más altos para mantener la rentabilidad de sus pozos de extracción.