Uno de los grandes debates de este año y del próximo, sin duda, será la capacidad de Europa de acelerar su competitividad en el ámbito digital. El continente, tradicionalmente un motor de la innovación y la industria, a pesar de contar con un sólido tejido empresarial y una fuerza laboral altamente cualificada, ha quedado rezagado en la carrera por convertirse en un líder tecnológico global. La proliferación de gigantes tecnológicos en Estados Unidos y Asia ha puesto de manifiesto las deficiencias estructurales que impiden a Europa alcanzar su pleno potencial en este ámbito.

Entre 2013 y 2023, la proporción de ingresos globales de la Unión Europea cayó del 22% al 18%, mientras que EE. UU. aumentó su participación del 30% al 38% y China subió del 10% al 11%. Esta diferencia en crecimiento se explica por varios factores que, combinados, están frenando el potencial europeo.

El primer obstáculo radica en la fragmentación del mercado, una característica inherente al propio modelo de la Unión Europea. La Comisión Europea y los informes de Letta y Draghi coinciden en que, para competir a nivel mundial, Europa necesita un mercado único verdaderamente funcional que permita a las empresas tecnológicas europeas alcanzar economías de escala. Este efecto de red, en el que la demanda de productos digitales se ve potenciada por el número de usuarios, se ve limitado en Europa, frenando así su crecimiento.

En segundo lugar, el modelo industrial europeo no ha logrado adecuarse al ritmo del cambio tecnológico. Mientras en EE. UU. y Asia han adoptado modelos menos dependientes de terceros países en productos y servicios digitales, Europa depende en un 80% de tecnologías externas. Esto es especialmente preocupante, considerando que el 70% del valor que se generará en la próxima década provendrá de sectores digitales. Si Europa no avanza hacia la autosuficiencia tecnológica, seguirá perdiendo competitividad.

Otro factor relevante es el tamaño de las empresas tecnológicas europeas, que son en su mayoría pequeñas o medianas y, por lo tanto, carecen de la masa crítica para invertir en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) de forma sostenida.

La fragmentación regulatoria también limita la competitividad de las empresas europeas. Solo cuatro de las 50 mayores empresas tecnológicas del mundo son europeas, en parte porque la política de competencia de la UE ha favorecido la diversidad de actores nacionales en lugar de fomentar una consolidación regional que fortalezca a las empresas. Sin consolidación, las empresas europeas carecen de ingresos, márgenes y tamaño suficientes para invertir en I+D+I, cruciales para su desarrollo.

Para que las compañías tecnológicas europeas puedan competir globalmente, las políticas públicas deben centrarse en fortalecer el mercado único europeo, lo que daría acceso a una base de 440 millones de consumidores. Esto es fundamental para que las empresas logren economías de escala y aprovechen todo su potencial. La Unión Europea necesita avanzar en la creación de un mercado de capitales integrado y eliminar barreras fiscales para facilitar la inversión transfronteriza, además de incrementar los incentivos para la innovación y mejorar las infraestructuras de conectividad.

Según las estimaciones de Bruselas, la Unión Europea necesitará una inversión de al menos 200.000 millones de euros provenientes de los sectores público y privado para garantizar el despliegue de redes móviles 5G al ritmo de los objetivos fijados por la agenda europea de aquí a 2030. Desde el sector creemos que al menos un 10% de esa inversión debería llegar a España en los siguientes años.

La flexibilización del marco de Ayudas de Estado podría permitir que los Estados miembros apoyen proyectos tractores con fondos europeos y nacionales. Iniciativas como los proyectos PERTE del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) y los fondos NextGeneration son clave para estimular la innovación, pero deben plantear plazos coherentes con grandes proyectos de inversión. Además, es crucial asegurar un suministro energético fiable y con precios competitivos para fortalecer la industria.

La educación y la formación en competencias digitales también son fundamentales. Es necesario incrementar la colaboración entre universidades y empresas para capacitar a profesionales en áreas estratégicas, fortaleciendo así el talento digital en Europa.

El desarrollo futuro del sector tecnológico europeo dependerá en gran medida de las prioridades de la próxima Comisión Europea, que deberá asumir el compromiso de incrementar las inversiones para fomentar la competitividad. Si se supera el presupuesto anual proyectado de 200.000 millones de euros y se apoya decididamente la innovación en sectores como la inteligencia artificial, ciberseguridad, internet de las cosas y computación cuántica, Europa tendrá una oportunidad de recortar la distancia frente a otros actores.

También será crucial fortalecer capacidades en tecnologías verdes, manufactura avanzada y biotecnología, así como la innovación en tecnologías digitales aplicadas a la descarbonización. Los proyectos europeos de interés conjunto (IPCEI) pueden jugar un papel vital en la construcción de un ecosistema tecnológico más integrado y competitivo. La clave será mantener un enfoque en la integración europea y evitar una fragmentación que diluya los esfuerzos.

La tecnología es el motor de la economía global, y Europa  debe asumir el liderazgo si quiere tener un papel significativo en el futuro digital. Las decisiones que tome la UE en los próximos años serán determinantes para hacer una Europa más competitiva cuyos ciudadanos disfruten de un entorno digital fuerte, seguro y accesible para todos.

La semana que viene los candidatos a ocupar un puesto en la nueva comisión de Von der Leyen se enfrentarán al control del Parlamento Europeo, a través de un proceso de audiencias o hearings en el que los candidatos a comisarios europeos responderán al examen de las distintas comisiones y empezarán a mostrar la senda de trabajo que se fijen para los próximos años. La asunción de liderazgo debe comenzar ya.

*** Miguel Sánchez Galindo es director general de DigitalES.