En un mundo cada vez más complejo y globalizado, los desafíos planteados por la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) requieren de una reflexión profunda sobre nuestras capacidades como seres humanos y cómo podemos aprovechar las nuevas tecnologías para alcanzar estas metas ambiciosas. Si bien la inteligencia humana ha sido fundamental en el avance de la sociedad a lo largo de la historia, demostrando su capacidad para innovar, resolver problemas y adaptarse a situaciones cambiantes, surge el interrogante sobre si es suficiente para enfrentar los retos actuales y futuros.
En este contexto, la inteligencia artificial (IA) emerge como un aliado potencialmente poderoso, capaz de complementar nuestras habilidades y acelerar el progreso hacia un futuro sostenible. Su capacidad para procesar grandes volúmenes de datos, identificar patrones y tomar decisiones basadas en algoritmos, puede ofrecer un enfoque complementario y estratégico en la búsqueda de soluciones innovadoras que los ODS demandan. De hecho, según un estudio, la IA puede facilitar el cumplimiento de 134 de las 169 metas plasmadas en la Agenda 2030.
Y es que, la IA tiene el potencial de desempeñar un papel fundamental en múltiples áreas de los ODS. Así lo demuestran algunas de las iniciativas de nuestros Reconocimientos go!ODS, que ya van por su IV edición. En concreto, el proyecto de DIVE medical es un ejemplo perfecto de cómo esta tecnología puede contribuir a la detección temprana de enfermedades. En este caso, utiliza eye tracking (seguimiento de mirada) e inteligencia artificial para realizar un cribado y examen visual objetivo en bebés desde los seis meses de edad, proporcionando métricas detalladas para ayudar en la detección, diagnóstico y seguimiento de patologías visuales.
Pero la IA no sólo tiene aplicaciones en el ámbito de la salud, también en la lucha contra el cambio climático, como muestra el proyecto OrbitalEOS, que combina imágenes de satélite, técnicas de inteligencia artificial y ciencia de datos para detectar y caracterizar la contaminación marina, la evolución de los ecosistemas marinos o la regresión de la costa. O en el campo de la educación, en la que esta tecnología puede facilitar la personalización del aprendizaje, mejorar la accesibilidad y promover la igualdad de oportunidades, como refleja el proyecto AI Saturdays.
No obstante, es importante reconocer que la IA no es una solución mágica por sí sola. Si bien puede mejorar nuestras capacidades, también presenta desafíos éticos y sociales que deben ser abordados de manera responsable. La privacidad de los datos, la equidad en el acceso, la eliminación de sesgos discriminatorios o la transparencia en la toma de decisiones son solo algunos de los aspectos cruciales que deben ser considerados para garantizar un uso ético y beneficioso de esta tecnología.
En este punto, es importante que la identificación de los riesgos no frene los impactos positivos potenciales que tiene la inteligencia artificial, sino que conduzca a un espacio de diálogo y regularización para asegurar el aprovechamiento de sus capacidades, evitando el detrimento de los derechos de las personas. No debemos temer a la tecnología, sino gestionarla de manera responsable. Una versión de la transición justa que se aplica para la evolución del clima y el mundo económico y laboral se hace también necesaria para convivir con la IA sin efectos colaterales.
Y para ello, el pilar fundamental sobre el que tendremos que construir serán los derechos humanos, que no solo no pasan de moda, sino que se van actualizando para amparar nuevos aspectos, como el derecho al medioambiente. Y esta construcción debe darse de manera colaborativa entre todos los actores implicados: sociedad, estados, centros educativos y de investigación, ONGs y, por supuesto, empresas.
En este sentido, es crucial que el sector empresarial comprenda las ventajas de esta tecnología y las pueda aprovechar para transformar su modelo de negocio en uno más sostenible, en el que, por supuesto, las personas estén en el centro. No se trata de hombres contra máquinas, sino de máquinas a favor de la humanidad.
En definitiva, para acelerar el logro de las metas de la Agenda 2030, resulta esencial aprovechar el potencial de las tecnologías a nuestro alcance de manera responsable y ética, promoviendo un enfoque inclusivo que garantice beneficios para todos. Y en este caso, la sinergia entre la inteligencia humana y la IA nos brinda la oportunidad de enfrentar los desafíos actuales y construir un futuro sostenible para las generaciones futuras.
*** Cristina Sánchez es directora ejecutiva de Pacto Mundial de la ONU en España.