Dieta express, Keto, DASH, TLC, flexitariana… Si teníamos poco con el boom de vídeos, noticias, recomendaciones y posts en redes sociales machacando con la ‘operación bikini’ desde hace meses, ahora también la moda ha llegado a la tecnología. Y es que ya no hay verano que valga si no salen las correspondientes “dietas digitales” o recomendaciones del tipo “cómo hacer un detox digital en 21 días para disfrutar de tus vacaciones”… ¿De verdad que era necesario?
Y claro, mezclamos churras con merinas, porque una cosa es el derecho a la desconexión y otra que nos hagan sentirnos mal porque en verano, sí o sí, tenemos que desconectar de las pantallas.
En cuanto a lo primero, aunque no existe una legislación que lo regule en el marco jurídico europeo, es verdad que ya hay varios países miembros que están trabajando en el equilibrio entre la vida profesional y la privada, y esto se basa en “el derecho del trabajador a poder desconectarse del trabajo y abstenerse de participar en comunicaciones electrónicas relacionadas con el trabajo, tales como correos electrónicos u otros mensajes, fuera de sus horas de trabajo.”
Por tanto, sí, debemos y tenemos que delimitar perfectamente dónde termina nuestra jornada laboral y dónde comienza nuestra vida personal, por mucho que la tecnología y su accesibilidad, ciertamente, haya contribuido a difuminar muchas veces esta dicotomía, mezclando las horas y tareas de trabajo en medio de actividades familiares y sociales.
En cuanto a lo segundo, creo firmemente en la libertad de las personas y pareciera que, cuanto más acceso tenemos a un sinfín de información y contenidos, más autómatas nos quieren hacer, diciéndonos qué tenemos que hacer, cómo tenemos que pensar, qué comer, cómo educar a nuestros hijos, etc. Y con esto, ¡ojo!, no estoy diciendo que no hagamos caso de todas las recomendaciones y consejos que nos puedan dar en cuanto a nuestra salud, bienestar digital, educación o convivencia familiar, pero siempre que sean aportaciones con rigor científico o divulgadas por profesionales que lo avalen. No vale, tirando de nuestro refranero, aquello de: “¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.”
¿Y a qué me refiero con desconectar de la tecnología, pero sin desconectar? Os pongo algunos ejemplos.
Reconozco que no tengo Kindle y que todos los libros y revistas que entran en casa se siguen comprando en papel, pero hay muchísima gente a la que le encanta el formato ebook y, por ello, para leer en la playa resulta de lo más práctico y cómodo, ya que no pesa y no se estropea como un libro. Por tanto, si vemos a gente con una tableta o un móvil en la mano en la playa, el camping, un parque o una terraza, puede que no estén "enganchados" a TikTok o Instagram, o "wasapeando", puede que, simplemente, estén disfrutando de una maravillosa lectura en sus dispositivos digitales durante sus vacaciones estivales.
Otro ejemplo es la música. Yo me paso casi todo el día escuchando música, mientras trabajo, cuando salgo a pasear al perro, en el coche… Para mí es imprescindible. Y cuando pienso en mis días de descanso en vacaciones, mi deseo es poder estar “tumbada al sol, en la playa, con la brisa marina, mientras escucho música”, no pido más. Y sí, eso lo puedo hacer hoy día con mi smartphone y mis listas de Spotify. Antes de que hubiera móviles hacía exactamente lo mismo, pero con el walkman y ¡gastando fortunas en pilas!
También llevo el móvil encima todos los días como GPS y buscador, porque, no nos engañemos, ya no usamos la “Guía Michelin”, ¿o alguien aquí es vintage?
Y lo mismo ocurre con los pagos. El verano es una época más que propicia, si cabe, para olvidarnos de llevar bolsos, mochilas o riñoneras (cada uno con su estilo, no seré yo quien lo vaya a decir…), por lo que concentrar en el smartphone todas las funcionalidades necesarias para pasar y sobrevivir durante una jornada vacacional (y con niños) es una verdadera… ¡maravilla!
Lo que sí es verdad es que no son las mismas las decisiones que podemos tomar los adultos, se entiende que con la madurez y autocontrol, que los menores. Y aquí sí que debemos ser los padres quienes pongamos una serie de límites (nunca lo llamaría “dieta digital” o similar, eso sí) en cuanto al uso de las pantallas durante las vacaciones para tener la mejor convivencia familiar y evitar que los niños lleguen a hacer un uso abusivo de la tecnología en verano.
Para todos aquellos que queráis saber más sobre menores y pantallas y que queráis leer las reflexiones y opiniones de muchos expertos de diferentes disciplinas (psicología, sociología, derecho digital y familiar, educación, etc.) os espero con la ‘vuelta al cole’ y mi nuevo libro Crecer con pantallas, un libro para padres, madres y educadores, para que los niños convivan de forma segura y saludable con la tecnología.
¡Muy feliz verano a todos, con y sin tecnología!