Maximizar el valor de la tecnología que tienen las empresas
El modo supervivencia se ha activado en muchas empresas en estos momentos. Las cadenas de suministro se tambalean por las presiones inflacionistas y de mano de obra, la demanda de los consumidores se prepara para recibir los embates de la crisis del coste de vida y el cambio climático ya no es algo que ocurra en otra parte. Todo ello está sucediendo al mismo tiempo que las maquinaciones de la geopolítica asustan a los mercados casi a diario. Vivimos tiempos inciertos e imprevisibles.
Los líderes empresariales pueden verse tentados a cerrar las escotillas y capear el temporal. Poner en pausa cualquier ambición de crecimiento y proteger lo que tienes, hasta que los tiempos mejoren. Desde luego, es comprensible que las grandes inversiones sean vistas como un mayor riesgo en estos momentos, pero el negocio consiste en progresar constantemente frente a la competencia. Detenerte te hace retroceder en una trayectoria de la que quizás nunca te recuperes.
Sin embargo, hay un camino intermedio, en el que no necesitas gastar para escapar del peligro, ni detenerte. Si miras lo que tienes, puedes descubrir que tienes lo que necesitas.
Si quieres una lección reciente sobre cómo hacer esto, podemos recordar lo que hicieron los centros de enseñanza cuando empezó la pandemia. Estaban obligados a cerrar, pero la educación no se detuvo. Las escuelas miraron lo que tenían: portátiles, software de comunicación, una comunidad de padres dispuestos. Prácticamente de la noche a la mañana, nació la educación remota masiva.
Empieza por saber lo que posees
Comienza haciendo una auditoría de la tecnología y software. En tiempos de bonanza, no siempre usamos todo el potencial. La compramos y la desplegamos para hacer un trabajo, mientras que sus otras capacidades se quedan sin utilizar. Ahora es el momento de optimizar al máximo lo que ya has pagado.
Si adquieres TI por suscripción, como, por ejemplo, una cloud service, ¿sabes qué otras capacidades incluye? Soporte técnico, actualizaciones de seguridad, consultoría de negocio, educación y formación, networking, análisis y contribuciones a la hoja de ruta de un proveedor podrían (deberían) ser algunas de las características de la suscripción.
Con mucha facilidad, estos elementos pueden considerarse complementos decorativos de la suscripción y nos olvidamos de ellos. Sin embargo, aprovecharlos podría ser la respuesta a la optimización de tu stack tecnológico y al funcionamiento más rentable de tu TI.
Un informe de IDC sobre el valor de nuestras propias suscripciones demuestra el valor de desbloquear toda su inversión: las empresas con una suscripción a Red Hat redujeron su coste de operaciones en tres años en un 35%, sus equipos de infraestructura de TI fueron más eficientes en un 38% y los equipos de desarrollo fueron un 21% más productivos.
El siguiente paso sería mirar a tu gente. Las empresas pueden obsesionarse demasiado con los títulos de los puestos, pero éstos sólo cuentan una parte de la historia: lo que hace una persona, no lo que podría hacer. Auditar las habilidades es un ejercicio más valioso que descartar los puestos. Según mi experiencia, siempre se descubre talento que no sabías que tenías y que puede ser reasignado a funciones que cobran más importancia.
Luego está tu ecosistema. Tal vez ni siquiera te des cuenta de que formas parte de uno. Pero detente a pensar en todas las empresas con las que estás en contacto: tus clientes, proveedores, agencias, partners tecnológicos. Lo más probable es que sientan las mismas presiones que tú. Aprovecha estas relaciones. Al tender la mano y preguntar cómo puedes ayudar, activas el principio de reciprocidad. La recompensa podría ser unas condiciones contractuales más favorables, contribuciones al desarrollo de productos o simplemente otro par de ojos para los retos a los que te enfrentas. Cuando se colabora, ocurren cosas increíbles.
Todo esto es más fácil cuando se utiliza tecnología de código abierto en una organización de cultura abierta. Una stack de código abierto es maleable, lo que permite pivotar bruscamente entre diferentes entornos de infraestructura y explorar nuevas integraciones entre el software interoperable. En una cultura abierta, el cambio y la colaboración son valores "habituales". Las comunidades no son un concepto etéreo, sino ecosistemas altamente organizados con procesos definidos para el compromiso.
Compara una empresa de cultura abierta con una empresa construida con tecnología rígida y patentada, cuyo primer instinto es el secreto, y en la que el cambio está sujeto a decisiones que vienen de arriba. Un modelo podría ser representado por un petrolero que quiere girar en una tormenta, mientras el otro es como un nadador que cambia de dirección en un mar en calma.
Las empresas que invirtieron en tecnología de código abierto y en la cultura que la acompaña estaban mejor preparadas para los tiempos difíciles que acabamos de vivir: el 92% de los responsables de TI considera que las soluciones de código abierto de la empresa fueron importantes para afrontar sus retos relacionados con la pandemia.
Los problemas a los que se enfrentan las empresas son múltiples y complejos. No hace tanto tiempo que las empresas tuvieron que lidiar con el colapso financiero mundial más grave desde la Gran Depresión. Después, la COVID.19 apareció de la nada para cambiar por completo la vida tal y como la conocemos. Si añadimos las crisis "locales" (caída de gobiernos, caída de divisas, inundaciones e incendios forestales), la lección es que siempre hay que esperar lo inesperado, así que hay que prepararse y construir ahora para contar con la agilidad que inevitablemente se necesitará en el futuro.
*** Hans Roth es SVP y General Manager para la región de EMEA de Red Hat.