Han pasado más de treinta años desde que Tim Berners-Lee creó la World Wide Web. En este tiempo, la red de redes ha vivido evoluciones mayúsculas. La mejora en las telecomunicaciones hizo posible introducir la bidireccionalidad, dando vida a la llamada Web 2.0. Los usuarios ya no eran meros consumidores pasivos de información, sino que podían también generar sus propios contenidos e interacciones.
En la actualidad, nos encontramos a las puertas de una nueva era, donde el entorno online estará mejor integrado con el mundo 'real', y viceversa. De nuevo, la evolución de las comunicaciones va a permitir que las experiencias analógicas y digitales se sucedan, complementen y perciban de manera mucho más fluida, intuitiva y natural.
Y, como aspiración de esa futura 'internet 3.0' -veremos en qué medida descentralizada-, encontramos el concepto de “metaverso”. El potencial disruptor que sugiere el metaverso está animando a muchas empresas tecnológicas a redibujar sus planes estratégicos en línea con su visión de cómo serán mundos virtuales -o mejor dicho, híbridos- del futuro.
Aún más, la industria tecnológica ha interiorizado que los desarrollos tecnológicos del presente servirán de base para las sociedades del mañana. El bienestar social es, por tanto, un objetivo prioritario para las empresas que construyen la economía digital.
Mi tesis, que procuraré explicar en las siguientes líneas, es que el metaverso puede representar un gran punto de inflexión para la accesibilidad del mundo digital.
En primer lugar, el desarrollo del metaverso está estrechamente vinculado no solo con el desarrollo de tecnologías de realidad extendida, sino también de reconocimiento de voz, facial y gestual. Todos estos avances permiten pulir la distancia que, casi inevitablemente, establecen una pantalla y un teclado convencionales. Así, como ya están demostrando algunas soluciones 'alimentadas' por inteligencia artificial, la tecnología puede ayudarnos a superar las limitaciones físicas -incluso la distancia y el tiempo- del mundo offline.
En segundo lugar, dado que la próxima generación de internet va a traer una explosión de contenidos, servicios y plataformas digitales, los buscadores e indexadores web se van a tener que seguir sofisticando, y es seguro que darán un mayor peso al cumplimiento de objetivos ESG. Cabe matizar que, si bien la legislación española garantiza el cumplimiento de ciertas pautas de accesibilidad, las limitaciones visuales, motrices, auditivas o cognitivas de algunas personas continúan limitando sus oportunidades en la 'sociedad de la información' actual.
Por último, resulta esperanzador el compromiso de la propia industria tecnológica por la inclusión social y por mitigar el riesgo de que algunos sectores de la población queden relegados de los avances tecnológicos. Particularmente en los países desarrollados, la brecha digital afecta con especial intensidad a las capas sociales más desfavorecidas de la sociedad y a las personas con algún tipo de discapacidad.
Según una encuesta de la Fundación Adecco, conocida en plena primera ola del covid-19, un 13% de las personas con capacidades diferentes no tiene acceso a internet en su domicilio. El 87% restante sí dispone de conexión, pero un 38% admite no desenvolverse con soltura en el entorno online. “La ausencia de conexión a internet y las dificultades para navegar por la red ahondan la brecha laboral entre las personas con discapacidad, en la medida en que no pueden buscar empleo a través de los canales online ni construir su marca personal, entre otros", explicaba entonces Francisco Mesonero.
Cabe destacar la actuación que están realizando en España organizaciones como la Fundación ONCE, a través del programa formativo 'Por talento digital'. Esta iniciativa está orientada a la mejora de los conocimientos, las competencias digitales y tecnológicas y, por tanto, la empleabilidad de las personas con discapacidad.
La conclusión es clara: lejos de la indefinición actual alrededor del metaverso, éste acabará tomando la forma que impongamos los usuarios. Reconocer los esfuerzos en materia ESG que realicen determinadas empresas tecnológicas depende de todos nosotros. El futuro lo construiremos 'entre' todos y, ojalá, por fin, 'para' todos.
*** Elena Arrieta Palacio es directora de Comunicación de DigitalES.