“En el pasado, Sony se había basado principalmente en métodos prácticos para descubrir el punto de vista de los consumidores con el objetivo de obtener inspiraciones para nuevos diseños. Sin embargo, en las colaboraciones con escritores de ciencia ficción, los diseñadores internos tuvieron momentos únicos de comprensión. A menudo descubrieron que los escritores y diseñadores ven las cosas de maneras totalmente diferentes”.
De esta manera defendía el año pasado un alto funcionario del Centro Creativo de Sony el interés de su compañía por explorar métodos no convencionales, como la creación de prototipos de ciencia ficción, para generar nuevas ideas de productos.
Esta semana el autor Jesús Diaz destacaba esta aproximación en un reciente artículo para Fast Company entrando de lleno en la historia del concepto Sci-fi Prototyping. La utilización de las historias de ciencia ficción como herramienta para la innovación tecnológica se remontan a los trabajos de Victor Callaghan de Essex University, Brian David Johnson de Intel, y Michael Gardner de BT, entre otros, y derivan en el año 2011 con la inauguración de la Fundación para la Ciencia Creativa (CSf).
La naturaleza de esta peculiar fundación de SciFi es que mira mundos futuros a más de diez años y en su origen se adaptó particularmente bien a las empresas debido a que los ciclos de innovación de productos solían estar, en esa época, entre los siete y diez años desde la conceptualización hasta la producción.
En la actualidad la metodología de prototipos de ciencia ficción utiliza la imaginación y la creatividad para escribir historias de ciencia ficción que puedan nutrir ideas para nuevos conceptos, esquemas, servicios, productos, negocios o sistemas políticos. Estas ficciones suelen ser cuentos clásicos de ciencia ficción, que adelantan las líneas argumentales en el tiempo, pero, por ejemplo, también pueden ser realidades alternativas, mundos paralelos o fantasía.
Su objetivo es tener tanto detalle y compromiso emocional que puedan servir como prototipo de una innovación propuesta, proporcionando una evaluación basada en personas creíbles. La metodología propone un proceso de cinco pasos: 1) Elegir su ciencia y construya su mundo, 2) Identificar el punto de inflexión científico, 3) Considerar las ramificaciones de la ciencia en las personas, 4) Identificar el punto de inflexión para las personas, 5) Reflexionar sobre las lecciones aprendidas. Un concepto que, en mi opinión, encaja con los prototipos de ciencia ficción es el análisis premortem, que comentamos en un artículo anterior, y que busca prevenir tener que realizar un postmortem por el fracaso total de un proyecto.
Esta técnica sigue una lógica de prospectiva retrospectiva. Los pasos que se deben seguir en un análisis premortem son: (1) preparación, (2) imaginar el desastre, (3) generar razones para el fracaso, (4) consolidar las listas, (5) revisar el plan, y (6) revisar periódicamente la lista.
Según la Fundación para la Ciencia Creativa (CSf), su aproximación se diferencia de las actividades de prospectiva en que no pretenden ser predictivas, sino que se centran en la innovación.
Recordemos que la prospectiva lo empezaron a acuñar como concepto en los años cincuenta del pasado siglo los autores franceses Michel Godet y Gaston Berger. La OCDE define la prospectiva como el conjunto de tentativas sistemáticas para observar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad, con el propósito de identificar las tecnologías emergentes que probablemente produzcan los mayores beneficios económicos y/o sociales. El francés Bertrand de Jouvenel propuso en 1960 el concepto de "futuros posibles", refiriéndose a aquellos que se pueden concebir como una realidad múltiple.
Una vertiente que ha generado interés en el mundo empresarial es la prospectiva estratégica. La realidad a día de hoy es que son cada vez más empresas las que están explorando la ciencia ficción para la creación de productos y servicios futuros. Que empresas como Nike, Boeing, Tesla, Microsoft, Google, Apple, Ford o Visa se hayan introducido en los últimos años en esta nueva forma de innovación nos debería hacer pensar si puede ser útil también para la nuestra. Simplemente con potenciar que nuestros empleados nutran su creatividad ya parece un beneficio interesante.
*** Paco Bree es profesor de Deusto Business School.