España, territorio digital de referencia
La digitalización como presente y futuro de nuestra economía, así como la voluntad de consolidar nuestro país como líder en este campo son objetivos compartidos por el sector público, las empresas y la sociedad civil.
Si nos remitimos a los datos, según el Estudio del impacto de la Economía Digital en España de Adigital y Boston Consulting Group, en 2020 la digitalización supuso el 22% de nuestro PIB, tres puntos porcentuales sobre los registrados el año anterior. Si comparamos, por ejemplo, el periodo comprendido entre 2013 y 2018, la economía digital creció cerca de un 1% anual.
Sin embargo, en cuestión de un año - entre 2019 y 2020 –lo hizo rozando el 2%, lo que demuestra una tendencia claramente alcista. Indicadores que muestran el crecimiento exponencial de este ámbito productivo en un corto espacio de tiempo. De hecho, este verano se ha publicado la edición 2022 del Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI) el que sitúa a nuestro territorio en el puesto número siete de los 27 Estados miembros de la Unión Europea en lo referido a avance en digitalización, ocupando el primer lugar dentro de las mayores economías.
No obstante, más allá de los datos y de este objetivo común compartido por todos, promover la digitalización exige una aproximación poliédrica, dinámica y de revisión constante. Es decir, la digitalización depende de múltiples factores sociales, económicos y políticos; que a su vez son tensionados por la coyuntura de cada momento.
Por ese motivo se hace necesaria una colaboración entre Administración Pública, sociedad civil y sector privado en la que se identifiquen espacios de actuación, fortalezas y objetivos medibles.
Sin detallar de manera exhaustiva los campos de actuación que debemos abordar, quiero ilustrar aquellos con más relevancia en el momento actual que vivimos.
En primer lugar, resolver los frenos a la interdependencia europea. Tristemente, la situación geopolítica actual nos lleva a un modelo de bloques comerciales y por tanto un mercado más restrictivo para empresas que operan servicios digitales con una naturaleza global. En este contexto, es esencial para España ocupar un puesto estratégico en Europa en materia de digitalización.
Se están estableciendo regulaciones que deben consolidar un mercado único digital europeo que debe ser realmente efectivo entre los países de nuestro entorno. Al mismo tiempo, en términos de conectividad y economía de dato, las relaciones con América y África deben fortalecerse a través de acuerdos sólidos e infraestructuras, España goza de una posición geográfica privilegiada ante dichos continentes y es un líder europeo en conectividad, ocupando el tercer puesto por segundo año consecutivo gracias a sus infraestructuras y latencia.
En segundo lugar, continuar la digitalización de la Administración Pública. El rol de lo público no se encuentra en horas bajas. La pandemia, la crisis climática y energética están mostrando que, desde las instituciones públicas, se deben promover medidas y planes de actuación de manera constante con decisiones que afectan el día a día de las personas y empresas. La función de lo público es y será fundamental para la convivencia y el crecimiento económico. Ante tanta actividad del sector público, la sociedad y empresas debemos exigir dinamismo y flexibilidad a las Administraciones para no que no se desacompasen con la actividad económica y relaciones sociales. Precisamente, para abordar esas exigencias la digitalización es un instrumento clave.
La sostenibilidad es el tercer factor al que también debemos incorporar la digitalización. Este 2022 nos está enseñando cómo España va a ser transformada por una crisis climática que tensionará nuestra calidad de vida. Las acciones que el Gobierno ha promovido este verano a través del Real Decreto Ley 14/2022 con medidas de ahorro y eficiencia energética no debemos recibirlas como un parche temporal sino como una primera fase experimental de acciones que las empresas y ciudadanía deben incorporar e ir mejorando. Y es en ese ejercicio por la sostenibilidad donde la digitalización vuelve a ser piedra angular a través del fomento de la conectividad, el trabajo en remoto y la simplificación de procesos a través de tecnología.
Y finalmente, el proceso pasa por acompañar y formar a las pymes de nuestro país ante todas las innovaciones y tendencias digitales transformadoras que suponen alrededor del 95% del tejido empresarial español. Sobre todo, focalizándonos en la idea de que la digitalización no es un fin al que aspirar, si no un medio para que las pequeñas y medianas empresas españolas se consoliden y creen un auténtico ecosistema de innovación y emprendimiento tan necesario en las economías del siglo XXI.
Las asociaciones nos hemos convertido en entidades transversales con voz propia en ámbitos de nuestra sociedad que, hace unos años, no nos podíamos imaginar. De la sostenibilidad a la lucha contra el discurso del odio en internet, de la economía del dato a la promoción de soluciones transparentes en el uso de algoritmos o a la promoción de medidas para potenciar a la mujer en profesiones tecnológicas.
A pesar de la complejidad, este próximo curso trabajaremos cerca de nuestras empresas, Administraciones, universidades y otras organizaciones de la sociedad civil para aportar datos, ideas y propuestas a favor de una digitalización inclusiva en un país que no es candidato a ser líder en Europa, sino que ya es uno de los grandes protagonistas europeos en tecnología. Por ello, tenemos que entender que el hecho digital no es una oportunidad sino una necesidad para lograr un país más sostenible, generador de prosperidad y oportunidades.
*** Carina Szpilka es presidenta de Adigital.