Hay un proverbio africano que dice: “Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado”. El mundo en el que vivimos, acelerado y cambiante, donde el estado del arte de la ciencia, la tecnología y la innovación se encuentra en perpetuo cuestionamiento y evolución, exige a las organizaciones, y en especial, a las empresas, que estén muy despiertas, que miren a su alrededor y sobre todo que busquen compañeros de viaje.
En este nuevo paradigma surgen también nuevas formas de trabajo e interrelación entre todos los actores, que vienen facilitados por lo digital. La cooperación y el intercambio de conocimiento entre diferentes actores y disciplinas es seña de identidad de las sociedades y territorios más desarrollados.
La innovación por definición implica cooperación y la cooperación se extiende a todo tipo de alianzas público-privadas. Lo que se denomina como modelo PPP o de las 3P: la interacción entre lo público con lo público, lo público y lo privado y lo privado entre sí.
La teoría es clara, aunque su puesta en práctica no es baladí y desde luego no funciona de manera aleatoria ni casual. La innovación abierta tiene método y supone crear las condiciones de entorno adecuadas para incorporar el conocimiento, interno o externo, cercano o lejano, en cualquier empresa, organización o comunidad. Para ello será necesario tener bien desplegadas las antenas hacia el espacio profundo y captar en el radar todo aquello que pueda aportar valor a los procesos, productos o servicios, a los modelos de gestión o de negocio.
Los procesos de innovación abierta implican, además, mucha inteligencia a la hora de relacionar a los diferentes actores que intervienen en el proceso. Suponen la construcción de un ecosistema rico en interacciones y cruces, que no son aleatorios, y que deben guiarse con inteligencia para que exista aportación de valor. Un ecosistema fuerte y bien relacionado propicia la innovación, se retroalimenta y ofrece las condiciones idóneas para que aflore la cooperación, la inversión y la competitividad de las empresas.
Estos clústeres de innovación son ecosistemas dinámicos, cuyos ejemplos conocemos a lo largo y ancho del globo, capaces de retroalimentarse en la captación de inversiones y talento. Aunque con el tiempo hemos visto que el paraíso tampoco está exento de problemas y algunos ecosistemas más maduros están encontrando dificultades relacionadas con la concentración espacial excesiva de empresas de tecnología, que compiten en guerra abierta por los recursos humanos y donde la burbuja del talento y de las rondas de inversión han disparado los precios de casi todo a niveles estratosféricos. De esta forma, van apareciendo otros polos, en otros lugares, capaces de generar nuevo dinamismo.
Los parques tecnológicos constituyen en sí mismos ecosistemas muy potentes, donde se alojan las empresas más innovadoras, los centros de conocimiento, las propias administraciones y entidades de apoyo a la innovación, incubadoras, aceleradoras y fab labs,.. y son desde hace años, laboratorios para la innovación abierta, o al menos, para mantener el ADN de la innovación, siempre presente en su entorno. Por ello, se han fomentado desde todas las políticas públicas de innovación, regionales y locales y han demostrado ser espacios eficientes para promover la cooperación en materia de innovación.
En Castilla y León, que ha sido una Comunidad pionera en la promoción de sus Parques tecnológicos de Boecillo y León, sabemos bien de la oportunidad y sobre todo de la necesidad de la cooperación empresarial, especialmente cuando hablamos de innovación.
Castilla y León es una Comunidad Autónoma con enormes retos, pero también con un potencial económico indiscutible. Lejos de pensar que la tecnología suponga una brecha entre las regiones menos y más desarrolladas, estamos firmemente convencidos que, ahora más que nunca, existen oportunidades para reinventarse y reposicionarse en el panorama económico, dada la excelencia, así reconocida, de nuestras universidades y centros educativos que son yacimiento de personal altamente cualificado y ahora escaso para toda la demanda existente.
La gran extensión territorial de la Comunidad de Castilla y León puede parecer una debilidad, en algunos casos, como es la prestación de servicios públicos, pero es una fortaleza clara, porque implica una gran heterogeneidad de activos y actores y en esa diversidad hay todo un yacimiento de oportunidades, por explorar y por explotar. Nuestros sectores económicos son relevantes en muchos campos de la industria y líderes en algunos casos: la automoción o la agroalimentación, el sector forestal, la aeronáutica y el espacio, la energía, la lengua española como recurso económico, el patrimonio cultural y natural o la salud. Sin embargo, se plantean importantes retos, como la diferenciación y la búsqueda de una mayor especialización en nichos de competitividad futura y de más valor añadido.
La amplitud geográfica y la baja densidad de población de Castilla y León hacen que las probabilidades de encontramos físicamente en el territorio sean bastante escasas, por lo que desde el Instituto para la Competitividad Empresarial (ICE), estamos especialmente involucrados en tratar de cohesionar y el ecosistema tan rico que tenemos en la Comunidad.
En este sentido, vamos a desarrollar una solución pionera que genere una Comunidad virtual de emprendimiento e innovación, que conecte a todos los actores bajo el enfoque de retos y que aporte los beneficios de las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, el análisis de datos o el machine learning,.. para crear un entorno dinámico y conectado a nivel internacional, de manera que podamos virtualizar muchos servicios para prestarlos de manera remota, así como ofrecerlos, superando las barreras físicas para las empresas y especialmente para aquellas localizadas en entornos rurales. Este proyecto que hemos llamado SENDA se licitará bajo Compra Pública de Innovación, para que, a su vez, sea oportunidad de innovación para el sector tecnológico.
También en los últimos años, hemos promovido otros programas de innovación abierta: de emprendimiento e intraemprendimiento, con universidades y corporaciones industriales, denominado Wolaria, que trabaja ya en algunos verticales importantes como el sector aeroespacial, y donde hemos sido elegidos para albergar una incubadora de la Agencia Espacial Europea, que tendrá su sede principal en el Parque Tecnológico de León. Otro ejemplo es el programa de Compra Pública de Innovación, a través del lanzamiento de retos que puedan ayudar a mejorar los servicios públicos de la región a través de la compra de I+D.
Con estas medidas pretendemos sumar compañeros de viaje a este camino de la innovación abierta. Una Comunidad histórica como Castilla y León, que un día fue uno de los territorios más internacionales, emprendedores e innovadores del planeta, debe apostar por una apertura radical hacia esa innovación global, todo ello sin perder su singular identidad y riqueza. Promover la innovación a través de la cooperación es la verdadera senda del éxito.
*** Beatriz Casado Sáenz es directora de Departamento de Innovación y Emprendimiento del Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León (ICE).