Hace mucho que todo tipo de industrias, y especialmente la banca, ha entendido la necesidad de una transformación digital, pero en este punto de inflexión cabe preguntarse si las compañías están consiguiendo sus metas.
En 2014 Marc Andreessen se preguntaba “¿Por qué el software se está comiendo el mundo?” y nos daba las claves para entender que no basta con invertir en tecnología, y desde luego verla como un coste que hay que reducir, sino que para sacar el verdadero partido de esa tecnología hay que interiorizarla y transformarse con ella. No es una herramienta más, es la herramienta para asegurar la pervivencia de las organizaciones en siglo XXI.
La banca en España ha sido pionera y un ejemplo de invertir decididamente en tecnología, pero no está alcanzando todo su potencial. Un ejemplo es que cada día empresas pequeñas muestran una capacidad de reacción casi instantánea gracias a la tecnología y son capaces de comer terreno a otras más asentadas y con un músculo financiero enorme.
Los presupuestos que se están ejecutando ahora, se diseñaron en el verano pasado. Los proyectos, las líneas de trabajo de hoy, se definieron hace muchos meses. Si imaginamos por un momento como era el mundo, no hace un año, si no hace 5 meses, nos asombraríamos con todos los cambios inesperados que se han sucedido hasta ahora.
No podemos ignorar ni blindarnos ante los cambios en el mundo aceleradamente volátil que nos ha tocado vivir, pero ¿podemos vivir con ellos? ¿podríamos aprovecharnos de ellos? La respuesta viene por la capacidad de adaptación, y no de cualquier manera, sino de una forma flexible y rápida, es decir, con agilidad.
Y es que lo que diferencia a las empresas de naturaleza tecnológica -desde pequeñas startups a los gigantes del sector- no es sólo la tecnología, es sobre todo la forma de entenderla y de interiorizar el cambio que supone.
Esas organizaciones llevan aplicando desde hace años lo que conocemos como “agilidad” o “Agile”, un conjunto de técnicas y prácticas y, por encima de todo, una mentalidad, que las dota de velocidad y flexibilidad, de la capacidad para innovar y aprender de sus errores.
La transformación digital es sólo el aspecto más visible de un cambio más profundo hacia la agilidad empresarial, hacia la forma de ganar esa capacidad de adaptación rápida y con flexibilidad, que ha sido necesaria siempre pero que ahora es imprescindible.
La agilidad nació en el mundo del software y no por casualidad: es un laboratorio de la adaptabilidad por su naturaleza intangible, su plasticidad, complejidad, y la necesidad de reflejar múltiples necesidades y visiones. El software requiere validar continuamente los nuevos productos con sus usuarios, lo que obliga a contar con mecanismos que faciliten el aprendizaje y la adaptación.
Si eso funciona en el mundo del software ¿no funcionará más allá? ¿De qué sirve optimizar una parte y dejar todo lo demás igual? ¿Y si un banco es capaz de acelerar la creación de productos mientras su definición languidece entre comités y procesos de aprobación?
El cambio se debe abordar de forma global. Por ello se requiere una agilidad empresarial que traslade los beneficios de la adaptabilidad al conjunto de la organización, lo que implica necesariamente actuar sobre toda ella, no sólo sobre una parte.
La agilidad empresarial requiere pensar en el cambio como algo contante y no puntual. Un cambio que llega al conjunto de la organización, y que no define únicamente la tecnología sino la capacidad para experimentar y aprender, poner el valor para cliente en el centro de atención, generar y difundir aprendizajes, ser capaces de innovar, validar nuestras suposiciones, buscar continuamente feedback, alinear a la organización y poner foco en lo verdaderamente importante, así como estar dispuestos a pivotar y cambiar cuando lo que habíamos ideado no acaba de funcionar.
La transformación digital sólo alcanzará su verdadero potencial cuando forme parte de un proceso más amplio que nos lleve hacia la agilidad empresarial. La banca ha hecho un enorme esfuerzo por digitalizarse, eso es indudable, pero sólo la transformación que lleva a la agilidad empresarial la dotará de las herramientas para asegurar su pervivencia y crecimiento futuros.
*** Alonso Álvarez es Lead Expert Enterprise Agility de Netmind.