Málaga es una ciudad de contrastes, de aunar un rico pasado histórico marcado por la suma de culturas con la vanguardia de Picasso. Una ciudad que desde el sur, con su farola (único faro junto al del Mar en Tenerfie que recibe nombre femenino) iluminando el Mediterráneo y fusionando mar y tierra, la paz de la Malagueta y el bullicio de la calle Larios. Y, también, una urbe que integra en armonía la tradición y la innovación, la esencia con la disrupción.
Un contexto que posibilitado la creación de un ecosistema pujante en el ámbito tecnológico. Mucho se viene hablando, también en estas mismas páginas, de la carrera por abrir centros de referencia internacional en estas latitudes: Accenture, Globant, Google, EY, Oracle, Capgemini... La mayoría de ellas comparten dos elementos definitorios: se han ido desplegando al calor del no menos relevante Parque Tecnológico de Andalucía (presidido por el gran Felipe Romera) y se trata de compañías orientadas a prestar servicios de consultoría tecnológica.
Vaya por delante que son buenas noticias, siempre, la configuración de un nuevo polo digital en nuestro país. Incluso más allá de los debates sobre el encarecimiento de la vivienda o de la falta de espacio de oficinas. Pero hay un elemento clave a tener en cuenta de cara a convertir realmente a Málaga en un tractor innovador: empezar a generar un ecosistema de ideación y creación de nuevos modelos de negocio en estas lides.
No en vano, las consultoras se ven atraídas por el buen talento local y la capacidad de llamar a nuevos profesionales de todo el mundo por las buenas condiciones de vida de la ciudad. Pero por si solas no son más que enormes máquinas de emplear informáticos (antiguamente se usaba la definición peyorativa de 'granjas de programadores'). El siguiente paso, el salto definitivo, es el que convierta a parte de esos profesionales en elementos activos de cambios en el tablero digital mundial.
Una misión a la que, aludiendo de forma indirecta al reto, no parecen ajenos desde el comprometido ayuntamiento de Málaga. Y una de las primeras acciones para encarar esta segunda fase pasa por el aspecto simbólico, por representar la capacidad de la ciudad por convertirse en epicentro tecnológico.
Ahí es donde entra en juego la operación del alcalde, Francisco de la Torre, por hacerse con eventos icónicos que permitan enseñar las bondades de Málaga en la pugna tecnológica al mundo. Con una joya de la corona por bandera, el Digital Enterprise Show (DES 2022). La cita, organizada por Nebext en Madrid en sus cinco primeras ediciones, llegó esta semana a la ciudad andaluza en un estreno marcado por la presencia de Barack Obama o el encuentro entre Pedro Sánchez y Juanma Moreno.
Lo del exmandatario estadounidense daría para un artículo por sí mismo. No tanto por el contenido (escaso) de su intervención, sino por el poder gravitacional que su carisma genera. Hasta el punto de vivir situaciones 'peculiares' de algunos asistentes con tal de poder acceder a su charla -para la que eran necesarios unos pases a cambio de casi 2.000 euros-.
Dos ejemplos de esa locura. El primero, una de las 'speakers' estadounidenses que, sin contar con dicho pase, intentó (y logró) colarse aludiendo a que estaba siendo discrminada por su color de piel. El segundo, el caos imperante en los accesos al auditorio *[Nota del editor].
Pese al efecto 'eclipse' que la política pueda imponer, lo cierto es que DES 2022 nos deja muchas lecturas. Han sido tres días en que los 14.800 asistentes han copado la ciudad con un mismo tema como tema de conversación: la digitalización empresarial. Además, y a diferencia de Madrid, en la cita malagueña la afluencia de público ha sido mucho más consistente a lo largo de las distintas jornadas y eventos de 'networking', al estilo de las grandes convocatorias en Las Vegas u Orlando. Además, la calidad de los profesionales está fuera de toda duda, dando oportunidad a esos reencuentros que tanto anhelábamos.
La agenda del congreso ha estado llena de contrastes. Con buenos 'tracks' en áreas técnicas como ciberseguridad, salud o pagos digitales... junto a otros elementos accesorios como clases de yoga en directo (hilado con pinzas con la digitalización por aquello del teletrabajo y las malas posturas), sesiones de gurús variopintos o la búsqueda del reclamo mayor para atraer la atención del Respetable. Sí, si pensábamos que la era de los 'souvenirs' en las ferias ya estaba de capa caída, en DES 2022 hemos tenido jamón para aburrir y hasta un simulador de Fórmula 1.
Por último, pero no menos importante, la sección dedicada a las startups ocupaba en esta edición un pabellón propio, con una marca diferenciada y hasta una escenografía particular en forma de 'ring'. Una apuesta que recuerda a la emprendida en su momento por el Mobile World Congress con el 4YFN (Four Years From Now). ¿Quién sabe si veremos algún día la separación de ambos eventos con entidad independiente? Quizás algunos de los que presenciaron el espectáculo de drones de luz en una de las fiestas organizadas por el evento conozcan esos planes de futuro...
[Nota del editor: esta columna de opinión ha sido modificada ante las exigencias y reclamaciones, directas e indirectas, de María José Talavera, directora general de VMware en España, a quien se señalaba como una de las personas en saltarse la cola del evento. Tal y como ha confirmado la ejecutiva, y posteriormente la organización, mediante una carta exigida por la propia Talavera, ella no contaba con ningún pase especial (compartía el mismo que los 1.000 asistentes a la ponencia, Honour Pass), aunque se le otorgó "una pegatina dorada adicional" (al estilo 'Willy Wonka') que le daría ese acceso prioritario a la ponencia de Barack Obama. Ninguno de los implicados es capaz de aclarar a este periodista por qué muchos de directivos de primer nivel con dichas condiciones desconocían por completo estos privilegios, al igual que miembros del staff, con quienes ha estado en contacto este medio.]