De acuerdo con la definición del Parlamento Europeo, la economía circular, “es un modelo de producción y consumo que implica compartir, arrendar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes durante el mayor tiempo posible”. De esta forma, se alarga el ciclo de vida, tanto de las materias primas como de los productos finales. Esta definición es compatible con el modelo de la 7 Rs aceptado globalmente para hablar de economía circular.
Se trata de un cambio de paradigma frente al modelo económico lineal tradicional, basado en tomar recursos, transformarlos y, finalmente, desecharlos. Este modelo se basa en el consumo de grandes cantidades de energía y en el uso de materiales baratos y de fácil acceso. Es un modelo basado en el “usar y tirar”.
Además, la economía circular implica reducir al mínimo los residuos generados. Cuando un producto llega al final de su vida útil, sus materiales se mantienen dentro de la economía siempre que sea posible, reutilizándose de nuevo y creando más valor a partir de la materia prima original. De esta forma, se hace un uso más eficiente e inteligente de los recursos y se evita la sobreexplotación del medio natural y del entorno.
Otro aspecto en el que Europa pone foco y que pretende legislar con este nuevo enfoque, es el de la obsolescencia programada, que conduce a un aumento del consumo y la generación de residuos, minimizando la vida útil de los productos que consumimos.
Desde un punto de vista tecnológico, la economía circular podría definirse como el modelo económico que surge en la intersección entre ‘Advanced Manufacturing’ y ‘Clean Technologies’.
Contexto actual
Actualmente somos algo más de 7.000 millones de personas en el mundo. Se espera que en 2050 alcancemos los 10.000 millones. Existe una relación lineal entre el uso de recursos naturales y el crecimiento del PIB de los países, de tal forma que, los países más desarrollados, son aquellos que consumen más recursos. A estos países se están sumando todos aquellos que están en vías de desarrollo y que cada vez están haciendo un uso mucho más intensivo de los recursos naturales.
Esto nos lleva en la actualidad a hacer un uso de recursos anualmente equivalentes a 1,7 planetas Tierra para mantener este ritmo de desarrollo, cifra que llegaría a 2,7 planetas con el crecimiento previsto en 2050. Evidentemente, este ritmo no es sostenible.
Esto choca frontalmente con el uso de los recursos que hacemos, con la ineficiencia de los procesos y con la cantidad de recursos que simplemente tiramos a la basura.
La pregunta que cabe hacerse es cómo podemos continuar creciendo y desarrollándonos haciendo un uso más racional y eficiente de los recursos, en definitiva, usando menos recursos.
Desde la primera Revolución Industrial, el modelo económico de desarrollo que hemos aplicado ha seguido un enfoque lineal, con un ciclo de vida consistente en TAKE, MAKE and DISPOSE.
Este modelo está dando lugar a terribles efectos medioambientales sin precedentes, de consecuencias imprevisibles pero dramáticas y de difícil solución. En 2018, Ia IPCC (International Panel on Climate Change) puso sobre la mesa la necesidad de actuar para mitigar el aumento de la temperatura sobre la Tierra que está previsto.
Así, en 2050 con el ritmo de deterioro actual del medio ambiente, la temperatura subirá unos 5ºC debido a las emisiones de CO2. Se planteaba pues el objetivo de actuar para reducir esta subida a 1.5ºC, cifra que, aunque pueda parecer pequeña, tendrá unas consecuencias terribles para todos nosotros. Para ello, han de reducirse nuestras emisiones de CO2 a cero, lo cual es una misión sumamente ambiciosa.
Para hacernos una idea, el Acuerdo de París de 2015 (COP21) firmado por 196 países, fijaba como objetivo limitar a 3ºC la subida de la temperatura en 2050.
¿Cómo podemos conseguirlo?
Bill Gates, en su libro: “Cómo evitar un desastre climático”, habla de tres dimensiones que hay que combinar para poner en marcha el cambio:
- Tecnología
- Legislación
- Mercado
Así, para reducir en al menos 3ºC la previsión más pesimista, se tendrá que legislar para incentivar el uso de las llamadas energías limpias, aumentar el desarrollo tecnológico y la producción de energías eólica y solar, haciéndolas más eficientes y asequibles, llevar a cabo un profundo avance tecnológico en el diseño y desarrollo de las baterías, reabrir el debate sobre la energía nuclear y avanzar en tecnologías que permitan capturar CO2 de la atmósfera o filtrar el procedente de aquellas actividades que funcionan con combustibles fósiles durante el largo período de transición que tendremos hasta conseguir un planeta de cero emisiones.
Unida a la legislación y la tecnología, la sociedad civil, (lo que Gates denomina genéricamente el “mercado”) ha de ser la fuerza que impulse y demande el cambio. Cada vez hay más conciencia respecto de cómo están impactando nuestros hábitos de consumo y nuestro modelo económico sobre el clima y el medioambiente y la sociedad está reclamando cambios urgentes y drásticos.
Y es que los últimos datos muestran una rápida y significativa concienciación social respecto de la crisis climática en la que nos encontramos. Así, de acuerdo con el informe “Global Survey on Corporate Social Responsibility” de Nielsen:
- 92% de los consumidores prefieren productos o servicios sostenibles al mismo precio.
- 85% consideran necesaria la involucración activa de gobiernos y organizaciones para resolver este problema global.
- 53% estaría dispuesto a pagar hasta un 10% por productos y servicios sostenibles.
- 44% penalizaría a las organizaciones que hagan un uso irresponsable del entorno o degraden de alguna forma el medioambiente.
¿Será esto suficiente? Y sobre todo, ¿llegaremos a tiempo solo con esto? La respuesta es no. Y es aquí donde entra la economía circular, como una palanca clave para enfrentarse al cambio climático, dar lugar a un desarrollo más sostenible y reducir las emisiones de CO2 drásticamente.
¿Qué caracteriza la Economía Circular?
De acuerdo con la “Ellen Macarthur Foundation”, se puede definir la economía circular como “un marco de soluciones sistémicas que aborda desafíos globales, como son el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los desechos o la contaminación.”
- Contribuye a regenerar la naturaleza, respetando los límites admisibles de explotación de los recursos naturales.
- Los materiales circulan de forma continua.
- El valor de los productos, componentes y materiales no solo se mantiene, sino que aumenta.
- Toda la energía es renovable y se utiliza de manera eficiente.
- Todas las soluciones son sistémicas y parten de un diseño adecuado.
Este enfoque no solo es una necesidad, sino que también es una inmensa oportunidad de negocio. Y es que de las 92.8 Gt de recursos utilizados en la economía, solo el 9% entran actualmente en la economía circular. Ya en 2014, el World Economic Forum hablaba de un volumen de negocio superior a 1 trillion de dólares (un billón en nomenclatura habitual, que en la actualidad se estima en 4,5 billones) y una mejora del 3% en la productividad.
Un error habitual es asociar unívocamente Economía Circular y Reciclaje, como si fueran una misma cosa. Sin embargo, Reciclar es solo un componente más de la Economía Circular, que podría describirse mediante las 7 Rs: Rediseñar, Reducir, Reutilizar, Reparar, Renovar, Recuperar y Reciclar
Este ciclo de Economía Circular da lugar a nuevos modelos de negocio, que requieren tecnología y “advanced manufacturing”, tales como plataformas compartidas, recuperación de recursos, o productos como servicio.
No se puede hablar de Economía Circular sin contar con las tecnologías asociadas a la llamada 4ª Revolución Industrial, dado que son dos caras de una misma moneda.
Se pone mucho foco, a la hora de hablar de emisiones de CO2 de sectores como el transporte o la industria pesada, pero se obvia un punto interesante que invita a la reflexión. La digitalización, que está llamada a ser una herramienta clave para enfrentarse a este problema global que también genera emisiones y, por tanto, las soluciones digitales han de ser diseñadas de forma eficiente para no ser generadoras de CO2.
Así, el Instituto Hasso Platner habla de un enfoque de lo digital denominado “sustainability by design”, poniendo foco en un adecuado modelo de datos, códigos de programación eficientes o diseños de HW acordes a la solución. Así, de acuerdo con sus estudios, el minado de bitcoin genera tanto CO2 anualmente como Jordania o el entrenamiento de un modelo de inteligencia artificial puede llegar a generar tantas emisiones como un avión dando 300 vueltas al mundo.
Por tanto, el enfoque ha de ser holístico y global, haciendo un uso inteligente de la tecnología desde la etapa de diseño, reinventando los modelos productivos y los hábitos de consumo, sin penalizar a los países emergentes, con una fuerte sensibilización de la población de los efectos nocivos que tiene nuestro modelo actual sobre nuestro entorno y cómo hay alternativas para invertirlos.
*** Iván Cabezas es Digital & Innovation Advisor, ESGeo España de Techedge Group