Vivimos en la era de la globalización, en la que todos los países gracias a los modernos sistemas de comunicación, compartimos similares vaivenes en los campos políticos, sociales, económicos y culturales. La pandemia generada por la covid-19 nos ha demostrado claramente que la humanidad es muy vulnerable, y nuestras fortalezas se desvanecen en cuestión de días, devolviéndonos a tiempos pretéritos. El cambio climático no ayuda nada, y tenemos que estar preparados para la próxima crisis, o más bien para un cambio permanente.
Albert Einstein decía que: “La crisis es la mejor bendición que le puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos”. Aquí es donde entra el liderazgo que nos sacará de la confusión, de la incertidumbre y de la oscuridad para llevarnos a la claridad del progreso.
En cualquier organización existe o emerge un líder que estudia la situación y mediante un proceso volitivo llega a una visión que explica a un grupo de personas que las persuade, organiza, motiva e influye, para que una vez convencidas le dan su confianza y se involucran con él en alcanzar unos fines u objetivos beneficiosos para todos.
Ante la degradación permanente de los ecosistemas, hace falta cada vez más la concienciación en la necesidad de la sostenibilidad, entendiendo como tal el equilibrio que debe existir entre nuestro bienestar, el crecimiento económico y el respeto al medio ambiente, de tal forma que satisfagamos nuestras necesidades, pero no pongamos en peligro las de las generaciones venideras.
Cualquier empresa que se precie debe tener claros tres conceptos básicos: la misión, la visión y los valores en los que se sustenta. Con la misión aclaramos: ¿Qué queremos ofrecer en el mercado? ¿A quién? ¿Cómo? ¿Qué imagen queremos dar? Con la visión nos marcamos el futuro: ¿Adónde va la compañía?, las aspiraciones y los objetivos a largo plazo. Con los valores marcamos los principios por los que se rige nuestra institución, lo que nos representa y nos define.
Esta empresa deberá tener un Plan Estratégico donde se marquen las decisiones a largo plazo, análisis de la situación, objetivos, estrategias, evaluaciones y conclusiones; en definitiva, una hoja de ruta creíble. Nuestra empresa debe de ser sostenible, por lo tanto no solo busca réditos, también se preocupa del medio ambiente y un reparto más equitativo de sus ganancias en el entorno donde opera. También debe incluir en sus planes la economía circular, utilizar la energía de fuentes renovables, reducir gases de efecto invernadero y preocuparse por un comercio justo.
Para llevar a cabo todo lo anterior necesitamos poner en práctica un liderazgo sostenible que integre de forma satisfactoria los ámbitos social, económico y medio ambiental. Este tipo de liderazgo necesita fijar su mirada en el largo plazo y elegir muy bien los proyectos para que sean viables. La figura clave necesaria será el líder sostenible que obviamente será el impulsor y conductor de este viaje.
Ahora nos hacemos la pregunta: ¿Qué cualidades debe tener ese líder sostenible? Desde mi modesta opinión, debe de ser un líder normal, emprendedor, visionario, capaz de abrir nuevos y desafiantes mercados, que se preocupe mucho por las personas, que las prepare para el futuro, que maximice el talento digital, que digitalice los espacios de trabajo, que mantenga los valores de la empresa, etcétera. Como me gusta decir siempre, la cualidad más importante del líder es ser una buena persona.
La ONU marcó un plan maestro con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con el horizonte 2030, indudablemente son un buen referente al que todos podemos engancharnos y empujar, pero no se equivoquen ustedes, hay algunos directivos que les gusta llevar en la solapa de la chaqueta el pin que representa este proyecto, y esto no deja de ser una fachada, tienen que demostrar que ponen actitud para llevarlo a cabo. No podemos olvidar que ayer, hoy y siempre: “Liderar es servir”.
*** Miguel Alcañiz es teniente general retirado, exjefe de la UME y asociado de Honor de la Asociación Española de Recursos Humanos.