En el boxeo, los púgiles suelen clasificarse en función de su peso para hacer que las peleas sean lo más justas posible. Hablamos de peso mosca, ligero, gallo... Nomenclaturas aparte, en este caso el peso no determina la mayor o menor destreza de un boxeador, sino solo el segmento de rivales a los que se enfrentará.
Sin embargo, en el mundo empresarial, los pesos también se antojan como un valor discriminatorio claro. Quién factura más, quién obtiene mejores ratios de crecimiento y quién consigue el mayor margen de beneficios: todo se mide en el tamaño. Casi en exclusiva, este es el elemento que sirve para comparar y ponderar la relevancia de unos y otros en el mercado.
El problema de calcular al peso es que pueden surgir resultados muy poco representativos de la realidad de una industria. Y, en ocasiones, dar lugar a pugnas irrelevantes por, si me lo permiten, comparar churras con merinas. Esta semana hemos vivido uno de estos episodios, con las aplicaciones empresariales como telón de fondo.
Marc Benioff, fundador y CEO de Salesforce, presentaba recientemente los resultados financieros del primer trimestre de la casa. Unos números de récord, como viene acostumbrando la firma de San Francisco, con un crecimiento por encima del 20% anual por vigésimo año consecutivo. Nadie ha logrado algo igual, así que todo el mérito para estos pioneros del software como servicio.
Tan buenas fueron las cifras que Benioff se vino arriba: "Estamos a punto de pasar a SAP como la empresa de aplicaciones empresariales más grande del mundo. Es algo inminente. Con la adquisición pendiente de Slack, nunca hemos estado mejor posicionados".
No es habitual que Marc Benioff ataque con tanta dureza a la casa germana: normalmente su saco de boxeo suele ser Oracle, con cuyo fundador y exmentor -Larry Ellison- mantiene una extraña relación de amor-odio.
En cualquier caso, Christian Klein, CEO de SAP, devolvió el golpe de derechas de Benioff con un gancho directo a la mandíbula. Esta semana, en una sesión con prensa en el marco del SAPPHIRE NOW, el joven líder respondió que "cuando alguien habla mucho de sus competidores, es que hay algo con ellos. Si [Benioff] habla de SAP, es bueno para nosotros. De hecho, hemos crecido mucho en experiencia del consumidor y comercio electrónico en los últimos trimestres [áreas en las que compite con Salesforce]. Además, nosotros tenemos la capacidad de conectar esas aplicaciones de 'frontoffice' con todos los sistemas de la empresa, hasta las finanzas. Eso ellos no lo pueden hacer. Estamos consiguiendo los mejores datos en cloud en cinco años, prefiero dejar que las cifras hablen por sí mismas".
La pugna absurda
Vayamos por partes. Lo primero de todo es que es cierto que las distancias entre las cifras de ambas multinacionales nunca han estado más parejas: SAP cosechó 6.350 millones de euros en ingresos en el primer trimestre de 2021, de los que 2.147 han llegado desde los negocios en la nube. Salesforce, en el mismo período equivalente (Q1 del año fiscal 2022), facturó 4.890 millones de euros. Todavía hay distancia, pero relativamente pequeña cuando hablamos de tantos ceros.
Pero, como anticipaba al comienzo de esta serendipia, los números a bulto no suelen representar fielmente la realidad. Salesforce y SAP son dos colosos, dos gigantes en sus mercados (CRM y ERP, respectivamente), con cierta competencia en otros segmentos (como recursos humanos, experiencia de usuario o integración). Pero no son rivales directos en sus respectivos núcleos operativos, con lo que estaríamos comparando de partida a dos púgiles de mismo peso pero que luchan en cuadriláteros distintos.
Igualmente, necesitamos rodear los números del contexto apropiado. Es cierto que Salesforce ha batido cualquier registro al anotar un 20% de crecimiento cada curso durante 20 años. Impresionante, sin duda, pero lógico si tenemos en cuenta que estamos ante una empresa nativa cloud, cuyos ingresos por suscripción se van sumando mes tras mes a los ya existentes. El crecimiento, con estos modelos, es exponencial y mucho más veloz que la venta tradicional de licencias de software, la cual exige largos períodos de amortización y fuertes inversiones de entrada.
SAP, por su parte, es una de las firmas con más solera del mercado de software empresarial. Muchas de las grandes corporaciones del mundo aún no han movido su ERP a la nube, ya que es la parte más crítica de cuanto poseen en base digital. Y aunque la firma alemana está promoviendo este salto, no puede ser -por definición- tan rápido ni sencillo como desplegar una plataforma de marketing o ventas. E incluso pese a estos descargos de partida, los ingresos cloud de SAP crecieron a un formidable ritmo del 20% en el último trimestre: en la misma línea que los de Salesforce.
¿Superará Salesforce a SAP como líder de ese mercado de aplicaciones empresariales? Muy probablemente sí. El problema es que definir un mercado tan amplio obliga a igualar a contendientes con muy distinto origen, en campos de batalla diversos y con relevancias heterogéneas. Podríamos incluir a Microsoft, Oracle e incluso Apple en este paraguas genérico. Y, con cada una de esas combinaciones, obtendríamos resultados diferentes sobre quién es el rey y señor de este sector.