Es paradójico que tengamos que sufrir una pandemia para “darle un respiro al planeta”. Las emisiones de CO2 - uno de los principales gases contaminantes que causan el cambio climático- han descendido de forma drástica, generando la mayor caída de la historia, incluso por delante de la epidemia de gripe española, la Gran Depresión y el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Esta caída se debe principalmente al transporte terrestre. Este sector, en el caso de España, representa el 29% de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. En este sentido y, en base a los cálculos mundiales del sector, el promedio de transporte terrestre global ha disminuido alrededor de un 50% en 2020 respecto a marzo de 2019.
Sin embargo, este “respiro” del planeta puede ser simplemente temporal. Según el Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de San Diego, EE.UU, se debería lograr una reducción sostenida del 10% a nivel global en el uso de combustibles fósiles durante un año para conseguir una disminución notable en las cantidades de CO2 en la atmósfera. Es por ello que los cambios en nuestros hábitos de producción y consumo, y las decisiones que tomemos en el presente, son fundamentales para el futuro del planeta.
Pero, ¿por dónde empezar? La Unión Europea, a finales de 2020, confirmó su intención de implementar la “Estrategia para una movilidad sostenible e inteligente”, y uno de sus objetivos era conseguir 30 millones de vehículos de cero emisiones y 100 ciudades europeas climáticamente neutras para el período de 2030 a 2050. Los países miembros ya están trabajando sobre esta directriz y, en el caso de España, se ha puesto en marcha el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, en el que uno de los pilares fundamentales es el desarrollo de sistemas de transporte sostenibles y cero emisiones. Igualmente, en los próximos meses se presentará el borrador de la Ley de Movilidad Sostenible y Financiación del Transporte que delimita las líneas a seguir en este sentido.
Paso a paso, vemos cómo nuestras ciudades empiezan a contar con múltiples opciones de movilidad sostenible, como patinetes y bicis eléctricas, que ayudan a acercarnos al objetivo de las cero emisiones netas. Pero necesitamos que el resto de medios de transporte también se adapten si queremos conseguir esta meta. Por ejemplo, la electrificación del taxi es clave en este proceso de transformación por su fuerte impacto en las emisiones asociadas al tráfico rodado.
Sin embargo, la realidad actual es que la electrificación del sector en España está en una fase muy prematura, ya que se enfrenta a numerosos obstáculos que dificultan su evolución. Por un lado, depende, en gran medida, de la existencia de una red amplia de puntos de recarga. Aunque España va ampliando su red pública - Madrid a principios de 2021 contaba con 42 puntos de recarga-, éstos se encuentran localizados en los centros de las ciudades, algo que no es muy útil ni para los ciudadanos,ni para el sector del taxi, que necesitaría recargar sus vehículos al finalizar su jornada, normalmente cerca del domicilio del taxista.
El alto coste de los vehículos eléctricos también dificulta una transición rápida hacia la electrificación del sector, ya que su precio medio está un 54% por encima de su equivalente en motor de combustión de gasolina o diésel. Al precio hay que sumar la escasez en la cantidad de modelos homologados, ya que actualmente sólo hay cinco modelos disponibles para el sector en Madrid y Barcelona. Como consecuencia de ello, son pocos los talleres que cuentan con conocimientos suficientes para realizar tareas de mantenimiento y reparación de estos vehículos.
Todas estas dificultades hacen que la transición hacia el vehículo eléctrico, en concreto en el sector del taxi, sea una tarea aún más ardua si no se cuenta con el apoyo de las administraciones públicas y las entidades privadas. Por parte de administración se necesita ayuda regulatoria, fiscal y económica. En este sentido, la Ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, anunció a mediados de febrero que habrá un nuevo “Plan Moves” en 2021, dotado con 400 millones de euros para la compra de vehículos eléctricos y la instalación de puntos de recarga.
En lo que se refiere al sector del taxi, el Ayuntamiento de Madrid ha anunciado en 2021 una subvención de 3 millones de euros (ampliable a 5) en forma de ayudas directas para la renovación de la flota de taxi, eléctricos y ecológicos. Además, destinará fondos para instalar 300 puntos de recarga en 2021 y 800 en 2022 y 2023. No obstante, necesitamos de una mayor inversión, al igual que de un marco regulatorio para un dar un fuerte impulso a la movilidad sostenible en la Comunidad de Madrid, por lo que estamos ansiosos de ver la publicación del borrador la Ley de Movilidad Sostenible regional que anunció el entonces consejero de Transportes, Movilidad e Infraestructuras, Ángel Garrido, el pasado octubre de 2020, y que todavía no ha visto la luz.
Podría decirse que estamos encauzando el camino hacia la movilidad eléctrica, comenzando por las grandes ciudades ya que, además de generar un mayor volumen de contaminación, es donde los vehículos eléctricos son la opción más ventajosa, debido al tipo de desplazamientos y a las distancias recorridas. Pero no debemos perder el foco, sino tener siempre presente que la clave para que nuestro planeta “siga respirando” después de esta pandemia es trabajar conjuntamente (entidades públicas y privadas) para conseguir ser neutros en carbono.
*** Jaime Rodríguez de Santiago es director general de FREE NOW España