Existe un importante consenso en el mundo laboral sobre la importancia que tendrá adquirir nuevas competencias (upskilling), reciclarnos profesionalmente (reskilling) y prepararnos para trabajar potenciados por las tecnologías exponenciales.
En relación a la necesidad de adquirir nuevas competencias y reciclarnos profesionalmente recomiendo visitar la taxonomía interactiva propuesta por el Foro Económico Mundial (WEF), donde se muestra la agrupación de habilidades en varios niveles. Recordemos que una taxonomía es la ciencia que trata de los principios, métodos y fines de la clasificación para la ordenación jerarquizada y sistemática de los distintos grupos.
Pues bien, según el WEF, las competencias se dividen en habilidades y conocimientos (Skills and Knowledge), actitudes (Attitudes) y habilidades (Abilites). Por ejemplo, para aquellas personas que deseen saber dónde se ubica la innovación y la creatividad deberían seguir la rama de habilidades y conocimientos que conectará con la innovación y creatividad para posteriormente llegar hasta la resolución de problemas, que se dividiría finalmente en pensamiento analítico, creativo, crítico y sistémico. Es decir, el primer paso para entender nuestra propia necesidad de upskilling y reskilling es entender cómo se categorizan las competencias y cuáles pueden ser de nuestro interés personal para posteriormente aumentarlas con el aprendizaje y las nuevas tecnologías.
Estas tendencias son relevantes y, de hecho, forman parte del último estudio sobre Capital Humano de Deloitte para el 2021, en el que se destaca la importancia de transformar las organizaciones en lugares donde se les permita a los trabajadores la posibilidad de explorar las áreas por las que sientan pasión, ya que de esa forma serán capaces de activarse más rápida y eficazmente en torno a las prioridades empresariales emergentes.
Esta idea sobre la importancia de satisfacer las áreas de interés y pasión a nivel individual nos recuerda el modelo de componentes propuesto por la profesora Teresa Amabile de Harvard Business School. Amabile describe la creatividad como la intersección de tres componentes: la experiencia -que incluye el conocimiento técnico, de procedimiento e intelectual- las habilidades del pensamiento creativo (que determinan cómo son de flexibles e imaginativas las personas al resolver problemas) y la motivación intrínseca, ya que una pasión interna puede influir en la creatividad en mayor medida que una recompensa externa.
Con relación a los equipos centauros, este mes se publicaba un interesante artículo en Harvard Business Review sobre cómo usar la Inteligencia Artificial para convertir los equipos en superequipos. Para ello se proponen cinco prioridades.
La primera es fijarse metas audaces concentrándose en definir nuevas aspiraciones y resultados, en vez de pensar únicamente en mejorar procesos y productos existentes. La segunda es ir más allá de meras estrategias de sustitución, para no limitar el uso de la tecnología tan solo para habilitar el trabajo que se realiza en la actualidad y para reemplazar a trabajadores humanos por medio de la automatización. Lo ideal es pensar cómo la tecnología podría transformar el trabajo y a los empleados. La tercera es no limitarse a imaginar nuevas formas de lograr los resultados buscados. Se recomienda reconstruir procesos para poner en práctica los objetivos.
La cuarta es utilizar la tecnología para diseñar trabajos que ayuden a los humanos a rendir al máximo nivel. Las herramientas de Inteligencia Artificial pueden favorecer la colaboración, romper los silos entre funciones y negocios, crear conocimiento, aprender en el flujo de trabajo y personalizar y humanizar la experiencia laboral. La quinta, y última, es considerar la creación de superequipos un imperativo inter organizacional. Su empresa debe utilizar las mejores ideas del negocio, RR.HH., TIC y finanzas.
En conclusión, debemos empezar a trabajar una estrategia para adquirir nuevas competencias, reciclarnos profesionalmente y empezar a asumir que en un futuro no muy lejano trabajaremos potenciados por las tecnologías exponenciales. Como diría el profesor Thomas Malone que dirige el Centro de Inteligencia Colectiva del MIT. “Las personas y las computadoras se pueden conectar para que, colectivamente, actúen de manera más inteligente que cualquier otra persona, grupo o computadora”.
*** Paco Bree es profesor de Deusto Business School