Para qué sirve la computación cuántica? Esta es una pregunta que pueden hacerse muchas pymes y grandes empresas que no cuentan con la tecnología para ejecutar sus procesos de negocio. Por ejemplo, un comercio, un laboratorio médico o una empresa logística a simple vista no le ven el sentido de invertir en una solución basada en computación cuántica, por lo que el reto de compañías como Fujitsu, que apuestan por esta tecnología, se centra en hacerles ver sus beneficios.
Las empresas menos tecnológicas se suelen perder entre conceptos como la ‘supremacía cuántica’ y lo que significa este avance, que anunció Google hace unas semanas (su ordenador cuántico fue capaz de realizar en 200 segundos un cálculo que al ordenador más rápido del mundo le llevaría 10.000 años). Y más si es tan controvertido como es el caso. De hecho, el CTO de Fujitsu en Europa, Joseph Reger, aprovechaba su intervención en el Fujitsu Forum 2019 de Múnich (Alemania), para desmitificarlo. "Sería más correcto hablar de ‘ventaja cuántica’ que de supremacía" porque se trata de "una superposición de soluciones que pueden ser verdaderas y falsas al mismo tiempo".
Reger incidía en este foro, celebrado el 6 y 7 de noviembre con el lema Human centric innovation: Driving a trusted future, en que la ‘supremacía cuántica’ "no es real" ni "tampoco precisa" y, además, puntualizaba: "No la necesitamos". ¿Y para qué se necesita la computación cuántica? Reger se enfundaba en ese momento su papel de ‘vendedor’ y contaba las virtudes de la segunda versión del Digital Annealer de Fujitsu, una solución inspirada en computación cuántica y enfocada a "optimizar" los procesos de industriales, por ejemplo, para mejorar los flujos de trabajo dentro de una fábrica (se podrían reducir en un 10% las distancias que recorren los empleados). Estos beneficios se convertirán en algo "asombroso" cuando en un futuro "no muy lejano", vaticinaba, logren "converger la inteligencia artificial (IA) y la computación cuántica" retroalimentándose e incrementando sus capacidades mutuas para "transformar el futuro".
Más allá de las ventajas de la IA y la computación cuántica, hay que hacer frente a los problemas éticos que plantea su implementación. El propio presidente de Fujitsu, Takahito Tokita, incidía en su keynote en los compromisos para atajar estos problemas: desarrollar una IA que proporcione valor a los consumidores y a la sociedad, que esté centrada en el ser humano, promueva la sostenibilidad, sea transparente y respete las decisiones de las personas.
Para Paul Patterson, vicepresidente para el norte y oeste de Europa, convencer a las empresas es una cuestión pedagógica, en la que hay mostrar ejemplos prácticos. Al sector financiero le puede resultar útil para ‘destripar’ las combinaciones de posibilidades más complejas de una operación en cuestión de un mes en lugar de en seis meses, señala en una entrevista a INNOVADORES para demostrar la agilidad que se consigue usando Digital Annealer.
Además de los servicios financieros, João Domingos, vicepresidente para Europa occidental, describe otro ejemplo en el sector logístico, en el que se aplica para optimizar los procesos de carga de un camión y sus trayectos para servir componentes a diferentes plantas de una industria. Otro caso es el sector salud: la agilidad de esta solución se hace verosímil al realizar los test de los ensayos clínicos de forma más eficiente y reducir el tiempo de este proceso de tres meses a una decena de días, gracias a su facilidad de combinatoria.
Transformación digital
Sin embargo, el primer paso para hacer llegar estas innovaciones a las empresas no tecnológicas pasa por llevar a cabo su transformación digital (el 67% de las empresas aún no ha emprendido este proceso, aseguraba en la keynote Paul Patterson). De hecho, a la hora de a acometer su transformación digital hay diferencias entre las grandes y las pequeñas empresas, sobre todo porque las primeras tienen recursos para comprender y “tener más claro lo que quieren conseguir” con este proceso.
Fujitsu, matiza Domingos, no es una consultora, sino una empresa de soluciones tecnológicas, pero está modificado su metodología para llegar a estos clientes: "Queremos hacerles ver cómo usar nuestras tecnologías para ayudarles a resolver sus problemas". Patterson apunta que el reto es crear innovación en colaboración con su ecosistema y no solo vender tecnología para marcar la diferencia.
Es una estrategia que la compañía nipona lleva puliendo en los últimos ejercicios, pero el punto débil en este tipo de procesos es la falta de confianza que en ocasiones genera este tipo de tecnologías por parte de empresas no habituadas a las mismas. Conceptos como la privacidad de los datos y el riesgo que podría suponer ponerlos en manos de un socio tecnológico supone una barrera que hay que superar, explica Patterson.
"La puerta de acceso es la confianza, porque muchas empresas ven el riesgo y tienen que confiar ciegamente en sus socios tecnológicos" y por ello, incide Domingos, Fujitsu apuesta por "cocrear" y adaptar sus soluciones para tratar de resolver los problemas específicos que pueda tener cada cliente en sus procesos de transformación digital. En este sentido, empezar desde el punto de vista de la seguridad es esencial para su compresión. Una labor de evangelización para mejorar el acceso a la innovación.
El concepto de cocreación entendido como colaboración, una cualidad innata en la cultura japonesa innata de la que bebe Fujitsu como compañía. Tras desarrollar y presentar una solución, esta puede verse desde la lente tecnológica, es decir, desde lo que es capaz de conseguir ese desarrollo concreto, o desde la lente de las personas, que analizan e interpretan la misma tecnología desde la visión del problema que tiene en su empresa, explica Patterson.
El reto ahora diseñar desde el punto de vista del ser humano y no tanto desde la tecnología en sí. El proceso de creación cambia: es como una lluvia de ideas, pero que “comienza con el análisis de un problema y termina con una solución al mismo, no comienza con la tecnología, porque entonces puedes darte cuenta de que esa tecnología, en realidad, no resuelve ese problema”.