La inteligencia artificial (IA) es la nueva electricidad". Andrew Ng, director científico de Baidu y profesor adjunto de la Universidad de Stanford, lo dejó claro en el último congreso AI Frontiers: ningún sector escapará a esta transformación. Productividad, calidad, eficiencia, personalización… Ventajas que duplicarán las tasas anuales de crecimiento económico mundial en 2035 y aumentarán la productividad del trabajo hasta un 40%, según el estudio Inteligencia Artificial, el Futuro del Crecimiento de Accenture.
Estados Unidos, China o Canadá hace tiempo que convirtieron esta tecnología en una cuestión de Estado. La última en tomar nota ha sido la vecina Francia. Emmanuel Macron se ha tomado el asunto como algo personal, como ya lo hizo Obama en su día. Su Gobierno ha destinado 1.500 millones para promover la investigación y el desarrollo de proyectos en la materia. Samsung, Fujitsu, Microsoft o DeepMind abrirán en el país centros especializados. Movimientos estratégicos que demuestran el poder de la inteligencia artificial en la economía del futuro más próximo.
Y España, ¿qué? Aún está diseñando el tendido eléctrico de esta nueva energía.
"España ha facilitado la aparición de la inteligencia artificial gracias a los estudios de Santiago Ramón y Cajal sobre el funcionamiento de las neuronas en el ser humano", afirma el responsable de IA en Accenture Technology Iberia, Ángel Morales. El país ha sido capaz de mantener esa "relevancia internacional" de la ciencia. "Alrededor del 20% del Top 100 de investigadores en esta materia son españoles, con una sólida experiencia y conocimiento en técnicas de reconocimiento de lenguaje y tratamiento de imágenes y sonido, así como en robótica", señala.
¿El problema? "La investigación en España es muy buena, pero es muy dispersa", afirma Francisco J. Martín, CEO de BigML, líder mundial en machine learning con sede compartida entre Corvallis (EEUU) y Valencia. "Es muy difícil competir con la ingente cantidad de recursos que otros países están invirtiendo", añade. Por eso, hace falta un plan.
"La inteligencia artificial debe ser una apuesta estratégica de país", reclama el responsable del grupo de neuro-rehabilitación del Instituto Cajal del CSIC, José Luis Pons. "España no es ninguno de los grandes jugadores y tiene ahora mismo muchas más carencias que activos en este campo", apunta Andrés Pedreño, cofundador de IT&IS, impulsor de AlicanTEC, exrector de la Universidad de Alicante y antiguo CEO de Universia. "Si no identificamos la oportunidad y no establecemos una estrategia a corto y medio plazo, tenemos un problema importante", añade.
"Deberíamos definir dónde queremos estar dentro de 50 años y apostar por ello desde ya", destaca Pons. El investigador indica que esta cuestión no puede limitarse al "cortoplacismo político" de cuatro años, sino que debe ser una "apuesta de futuro". "Los frutos no los recogerá el Gobierno actual, sino el país en su conjunto dentro de 50 años".
"Los grandes cambios exigen grandes acciones de liderazgo", afirma Pedreño. Hace unos meses, se dio un primer paso en ese camino. A mediados del pasado noviembre, el Gobierno formó un Grupo de Sabios, compuesto por nueve expertos nacionales, para abordar las implicaciones sociales, jurídicas y éticas de la inteligencia artificial. Sus conclusiones se plasmarán en un Libro Blanco que se publicará el próximo mes de junio y servirá como "aproximación a una hoja de ruta que permita desarrollar una política pública clara", dice el secretario de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital, José María Lassalle. A partir de ese momento, el Gobierno "evaluará las recomendaciones y desarrollará las que estime asumibles".
La gran cuestión ahora es si, una vez publicado el Libro Blanco, el Gobierno se comprometerá a materializarlo. "Las conclusiones se tienen que implementar y eso implica inversión", dice Pons. "Si sólo está escrito, vamos mal", añade la portavoz del Grupo de Sabios y directora de investigación en ciencias de datos en Vodafone, Nuria Oliver. "El primer paso ha sido la elaboración de este documento, que luego debe ir acompañado de un plan de acción y un presupuesto", puntualiza.
Lassalle confirma: "Sí hay dinero en España para la inteligencia artificial". Aunque no especifica el presupuesto que baraja la Administración. "Estamos subordinados a lo que salga de las recomendaciones", comenta. Por tanto, tampoco manejan fechas para empezar a desarrollar acciones concretas. Eso sí, la estrategia digital que está a punto de aprobar el Consejo de Ministros protegerá la política de inteligencia artificial hasta el año 2025.
Por todo ello, "en España no tenemos una industria fuerte que apueste por la inteligencia artificial. Empresas como Google, Amazon o Microsoft son las que promueven el boom de esta tecnología", señala Pons. Y en nuestro país, prácticamente, ni rastro. Un grave error para el investigador, que asegura que la gran empresa tiene que ser el tractor para atraer al talento.
El ecosistema es clave
Grandes empresas, startups e investigación constituirían el ecosistema perfecto. Pero en España no lo hay. "El concepto ecosistema es clave", señala Pedreño. Y para eso es necesario trabajar de forma integrada. "Tenemos que integrar una masa colectiva de investigadores que sume objetivos concretos y que sean significativos", dice el experto. Pero, además, es crucial que exista una "industria participativa, que saque partido de la aplicación de esa tecnología y un conjunto de startups que hagan pequeños desarrollos y que, incluso fracasando, generen nuevos talentos".
Las grandes empresas españolas tampoco están sabiendo subirse a la ola de la inteligencia artificial. "Son las que deberían agitar el ecosistema, pero también andan muy perdidas", critica el CEO de BigML, que echa en falta una guerra por el talento en este sentido. "No ha habido el más mínimo movimiento", denuncia.
¿Y qué hay de las startups? Xabi Uribe es el CEO y fundador de Sherpa, la única empresa española que la consultora tecnológica CB Insights incluyó el año pasado en su ranking de las 100 empresas más innovadoras en esta materia. "De las 100, 80 eran norteamericanas y sólo seis europeas: cuatro de Reino Unido, una de Francia y una de España", explica el emprendedor. "Estamos muy lejos, ni siquiera Europa está liderando el movimiento".
En la misma línea, el responsable de Big ML lamenta que en España ha habido un exceso de localismo en la potenciación de nuevas compañías tecnológicas: "Se ha puesto de moda montar una startup y, sin embargo, no ha habido el más mínimo interés en la atracción de compañías extranjeras", lamenta. Mirar hacia fuera es también importante. "Se lleva mucho lo de irse un grupo a Silicon Valley a hacer un paseíto de tres días, tanto gobiernos locales como empresas, pensando que se van a traer la innovación a casa".
Sin embargo, no llega. Ambos emprendedores coinciden en que atraer a grandes empresas de Estados Unidos es crucial para crear ecosistema. "Pero para eso hay que salir a vender", critica Uribe. "Somos el país del mundo con mejor calidad de vida y eso no se aprovecha para atraer talento", sentencia Martín.
En la misma línea, Oliver asegura que hay muchas oportunidades para ser atractivos para las empresas internacionales. Más allá de infraestructuras, "tenemos talento, comunicaciones y calidad de vida. Y lo más importante: somos un puente con Latinoamérica y ahí tenemos una oportunidad donde se puede asumir un liderazgo".
La inversión privada sería la última, pero no menos importante, pieza del complejo puzle del ecosistema. En España, los fondos de capital riesgo e inversión tecnológica apenas tienen presencia. Este tipo de inversiones no ofrecen retornos a corto plazo, por lo que, además, es más complejo encontrar fondos en un país, como reconoce Uribe, más favorable en invertir en startups dedicadas al comercio, que generan beneficios a corto plazo.
En Europa en general, pero en España en particular, dependemos en exceso de la inversión pública. Lo dice el investigador del CSIC, que lamenta que en España hay pocas fundaciones en este sentido y "que realmente son marginales", a diferencia de lo que sucede en zonas como Estados Unidos o Asia.
En la lista del debe también aparece la falta de foco. De las universidades y centros que lideran nuestra investigación «surgen muchas startups y spin offs que habría que orientar para que pudiesen desarrollarse», asegura Pons. Por eso, es necesario «apostar por programas de investigación dirigidos», remarca, en lugar de tener muchos grupos en distintas áreas «y no apostar por ninguno. No se pueden tocar todos los temas y no ser puntero en ninguno. Hay que hacer sacrificios».
Falta especialización
"Es imposible que un país como España pueda apostarlo a todo. Hay que poner el foco en lo que tenemos más ventaja competitiva, más oportunidad y necesidad de preservarlo porque depende del empleo", asegura Pedreño. Automoción, turismo, infraestructuras o salud son las áreas en las que nuestro tejido empresarial y de investigación podría destacar, subiéndose a la ola de la inteligencia artificial sin perder el tren para siempre.
"Tenemos que definir en qué queremos ser buenos y que cualquiera lo sepa", explica el CEO de BigML. Y el Gobierno debe ser el encargado de dinamizar estas cuestiones, "motivando a las universidades y procurando que las grandes compañías sean conscientes de que esto es un cambio de paradigma".
Y no es demasiado tarde. Como ejemplo de que es posible apostar por el uso de la tecnología en ámbitos concretos aunque no se desarrolle, Martín pone el caso de internet. "Hay muy buenas oportunidades. Estamos en la misma fase que se vivió a mitad de los 90 con el nacimiento de internet. ¿Se inventó en España? ¿Se inventó el protocolo http aquí? No. Pero sí hay oportunidades de convertir los factores que trae esta tecnología (más datos, ordenadores más baratos...) para aplicar estas técnicas para solucionar problemas concretos y generar negocio".
Los problemas son evidentes pero la receta para afrontarlos está clara: convertir la tecnología en un tema de estado y apostar por la especialización para poder avanzar y no quedarnos fuera de una de las tecnologías más transformadoras de las últimas décadas.
Más pensamiento computacional
Para aprovechar una tecnología también es fundamental tener a personas instruidas en ella. Por ello, Oliver apuesta por introducir en el programa de estudios desde el colegio, asignaturas de pensamiento computacional. Esta disciplina incorpora áreas de conocimiento como algoritmos, datos, programación, hardware y redes. "Saber utilizar una tableta desde pequeños, de forma superficial, no tiene nada que ver con entender la tecnología que hay de fondo", explica Oliver.
Privacidad vs. competitividad
Pedreño dice que la "sobrerregulación digital" en Europa y España se verá agravada con la nueva ley de protección de datos (GDPR). "Tenemos las mejores leyes y no hay ni un solo gigante tecnológico, están todos en EEUU y China, donde la legislación es muchísimo más laxa". ¿El resultado? Empresas en "desventaja" en inteligencia artificial, donde los datos son el "alimento". La visión gubernamental es radicalmente opuesta. El secretario de Estado cree que el nuevo reglamento protege la privacidad. Pedreño apunta: "Si se importa tecnología, que las leyes sean las mismas".