Algo está pasando en Valencia desde hace años. La eclosión de startups relacionadas con la sanidad digital (conocida como eHealth) está posicionando a la región en el buen camino para seguir el ritmo de territorios punteros como Madrid, Barcelona o el País Vasco.
La creación el pasado noviembre de Distrito eHealth, impulsado por Distrito Digital de la Generalitat Valenciana y desarrollado por la aceleradora Innsomnia, para la transformación digital del sector, es una prueba evidente de lo anterior.
Esta es una de las noticias que las alumnas y los alumnos de 4º de ESO del centro de estudios Marni de la capital del Turia leen con cierto interés. Las asignaturas de Tecnología y Ciencias Aplicadas a la Actividad Profesional de este centro, con los profesores Óscar Rabal, Pablo Romero y Amador Matamales a la cabeza, han respondido a la llamada de D+I con el objetivo de debatir sobre esa sanidad del futuro y sobre cuál es o cuál debería ser el papel de la mujer coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Este centro, según explica su equipo directivo, "fomenta la participación de las chicas en actividades tecnológicas y de emprendimiento y liderazgo; proponemos actividades como robótica, emprendimiento…".
Así que nada de lo que se va a hablar a continuación les resulta extraño a estas. Lamentablemente, tampoco les va a resultar extraño reconocer -una vez más- que la brecha de género existe y hay que actuar.
Se nota que tienen ganas de dar su opinión sobre esta lacra. Y no dudan en centrar rápido la discusión, que ni llega a serlo realmente, porque todos están de acuerdo.
"Arrastramos mucho machismo. Los chicos se creen superiores, más dotados para la tecnología y está mejor visto por la sociedad que los hombres se dediquen a estas cosas y las mujeres a otras". Es la primera conclusión de un trabajo que han elaborado de forma conjunta y demuestra que nadie se va a morder la lengua, que a las cosas hay que llamarlas por su nombre.
El problema, en casa
Añaden que "a las mujeres se les ha hecho creer que no podían triunfar en este campo y debían dedicarse a otras cosas". Algunos grupos opinan que "las mujeres prefieren carreras diferentes como maestra de Infantil o Primaria, Enfermería…".
Pero esta lacra va más allá del mundo laboral. "Hoy en día -reconocen algunos- en algunas casas aún se les obliga a ellas a hacer las tareas del hogar y a sus hermanos tareas que requieran aspectos tecnológicos".
Al intentar enlazar este problema social con realidades tecnológicas en auge como la sanidad digital, flota una pregunta en el ambiente de la clase: ¿Cómo se van a equilibrar los roles de género en los nuevos sectores tecnológicos si no se equilibran los roles desde que somos pequeños?
Las alumnas comenzaron el debate hablando sobre los inventos o iniciativas tecnológicas en el campo de la salud que habían estado buscando en diferentes fuentes, entre ellas artículos de D+I, y a la pregunta del profesor sobre cuántos han sido creados por hombres y cuántos por mujeres, contestaron que "el 100% de inventos han sido creados por hombres".
Opinan en una mayoría amplia que esto "es debido a que antes las mujeres no recibían la misma formación que los hombres o que incluso estaban mal vistas en la ciencia y tecnología, que la sociedad daba mayor reconocimiento a las cosas que creaban o hacían los hombres y muy poco en todos los ámbitos a lo que hacían las mujeres, aunque en la actualidad eso ya ocurre menos". Siguen sin morderse la lengua en absoluto.
¿Se la morderán a la hora de hablar de las ventajas e inconvenientes de la nueva sanidad? Ahí va spoiler: tampoco.
Un grupo de alumnas destacan de la tecnología sanitaria que ofrece "mayor precisión y rapidez en las operaciones, que a la larga es más barato el coste de las máquinas que el de las personas".
Pero otro grupo sospecha que "disminuirá el empleo", además del "precio elevado de las máquinas, la dificultad para las personas mayores a la hora del manejo o pérdida del factor humano entre el paciente y el profesional…".
"Hoy en día en algunas casas aún se les obliga a ellas a hacer las tareas del hogar y a sus hermanos tareas que requieran aspectos tecnológicos".
En definitiva, no hay acuerdo sobre si, por ejemplo, es bueno o malo "que los robots que operan a las personas no tengan sentimientos", aunque la mayoría reconoce que se dejarían operar.
Inciden en que, si las operaciones necesitan precisión -operaciones de la vista, de corazón…-, "será mejor un robot", pero, si por ejemplo es una asistencia a un parto, "es mejor una persona".
En otro grupo sí que están de acuerdo con la aplicación de la tecnología (robots) en la medicina, pero siempre "bajo supervisión humana".
El debate acaba alcanzando la misma intensidad que anteriormente se había generado al hablar del papel de la mujer. Al hablar de los robots asistenciales para personas mayores, hay quien defiende que "siempre sería mejor un acompañante humano a un robot". De nuevo, polémica servida, porque los hay que creen que un robot puede ser un excelente acompañante.
No hay unanimidad sobre si la sanidad digital o robótica es segura, aunque consideran que es un fenómeno imparable al que se tienen que acostumbrar.
Lo que no quieren es acostumbrarse a ese "machismo" persistente aún en la sociedad. Igual que apuestan por una humanización de los robots en medicina, también creen conveniente cambiar tendencias sociales para mejorar el papel de la mujer.
"Para que haya más mujeres en la tecnología deberían crear más anuncios en televisión con científicas y mujeres importantes para poder verse reflejadas en ellas, igualar salarios… Y desde las familias potenciar cualquier deseo que surja desde pequeños, independientemente del género, eliminando roles en juegos y juguetes, incluso en las tareas domésticas", concluyen.