Cada año, tal día como hoy, ellas vuelven a ser protagonistas. Lo son porque en los hogares, en las aulas o en el mundo laboral, la mujer sigue sufriendo algún tipo de machismo, visible o invisible, que acaba condicionando su comportamiento.
Cada año, tal día como hoy, se habla de los bajos índices de matriculación en carreras científicas y tecnológicas, de la escasez de líderes femeninas en grandes corporaciones, de cómo incluso en los colegios hay niños que dan por hecho que tal o cual asignatura es de chicos con la misma naturalidad con la que devoran el bocadillo a la hora del recreo.
Cada año, tal día como hoy, se dice que las cosas están mejorando, que poco a poco la visibilidad de la mujer en este sector es cada vez mayor... pero que aún queda mucho por hacer.
Cada año, tal día como hoy, siempre se celebra (y se lucha) el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Se lucha porque, realmente, es una batalla. Una batalla por un mejor posicionamiento femenino en un mundo copado por hombres.
No nos equivoquemos, esa lucha no sólo se produce hoy. En según que ámbitos, los 365 días del año son hoy. Pero hoy, 11 de febrero, es el día que escogemos para recordar que la lucha continúa.
Evidentemente, sería imposible ganar la batalla, es decir, triunfar como mujer en un mundo autodefinido "de hombres" durante décadas, sin una correcta formación Primaria y Secundaria.
Es en los institutos donde se forja ese ímpetu y ese espíritu de superación. Por eso este año D+I ha querido promover una actividad con cuatro centros educativos con un doble objetivo: que los alumnos y alumnas compartan sus inquietudes sobre tecnologías punteras que van a cambiar el mundo y, de paso, pongan las cartas sobre la mesa en relación con el papel que creen que juega ahora y debe jugar en un futuro la mujer.
Preguntas y respuestas
Parecen dos debates independientes, pero rápidamente se darán cuenta de que no lo son. Porque mientras investigan sobre el tema que han elegido y con ayuda inestimable de los profesores de Tecnología, descubrirán también que los referentes femeninos son escasos. Y eso les llevará a hacerse preguntas y, en la mayoría de casos, a contestárselas con demasiada crudeza.
Madrid, Valencia, Castellón y Soria han sido las ciudades elegidas para esta actividad pionera. En un contexto de cuarentenas, contagios, PCR's y mascarillas, alumnas y alumnos han trabajado duro en este experimento y han demostrado que, si de lo que se trata es de sobreponerse a las dificultades -ahora a la Covid pero quizá en un futuro al machismo en su puesto de trabajo-, están preparados de sobra.
Cada centro ha elegido su propia dinámica. D+I sólo les propuso los temas y el objetivo: que reflexionaran y expresaran sus opiniones de la manera que creyeran más oportuna. Todos han creído conveniente involucrar a chicos y chicas de diferentes cursos de ESO.
En Madrid, el colegio concertado Santa Gema Galgani, organizó grupos de debate para hablar de movilidad. Este centro cuenta con interesantes proyectos relacionados con la tecnología, pero aun así la sorpresa al repasar el material periodístico facilitado por D+I fue mayúsculo. Algunos avances que les parecían de película, están más cerca que nunca de ser una realidad: drones de reparto, vehículos conectados y autónomos...
El colegio que la Fundación Trilema tiene en Soria escogió el siempre apasionante tema del metaverso y de la realidad virtual. Sus potentes instalaciones, pensadas para que el alumno desarrolle el pensamiento crítico y conozca tendencias como la robótica o la impresión 3D, fueron el escenario de un debate interesante sobre lo real y lo virtual y sobre las consecuencias sociales que puede generar.
Castellón, tierra caracterizada por su innegable potencial en innovación tecnológica aplicada al sector cerámico, el instituto público Bovalar es conocido por la importancia que da a las materias STEM. En su caso, el formato elegido fue diferente: una redacción totalmente libre sobre el sector aeroespacial y la falta de referentes femeninos.
Una edad decisiva
El viaje acaba en Valencia, en el centro de estudios Marni. La transformación digital de la sanidad fue el tema elegido (y disfrutado) por los alumnos. Hablar de la ética de un robot cirujano o de la idoneidad de que un robot cuide a nuestros mayores intensificó el debate entre los alumnos, que resumieron las conclusiones en un trabajo.
Obviamente, eran cuatro colegios diferentes con cuatro temáticas diferentes que pocas conclusiones comunes podían arrojar... hasta que en cada uno de los colegios se llegó al tema de la brecha de género.
Son adolescentes pero que nadie crea que no saben de qué va la cosa. Lo tienen muy claro y hablan sin tapujos (chicos y chicas) de una realidad con la que se van a topar en breve. La falta de visibilización de la mujer en ámbitos tecnológicos -de la que culpan a los medios de comunicación y a sus propios colegios-, la falta de actividades que les lleven a acercarse a referentes femeninos o el machismo que todavía impera en muchos hogares, fueron temas que más de uno esquivaría pero que estos chicos y chicas no dudaron en debatir.
Y, tal y como podrá comprobar el lector que quiera adentrarse en cada una de las dinámicas de cada uno de los colegios, si bien el área tecnológica escogida para el debate generaba discusión y cierta polémica, cuando la discusión desembocaba en la brecha de género, la unanimidad contra la lacra era total.
Porque, a pesar de ser cuatro colegios diferentes, con cuatro temáticas diferentes e incluso con alumnos y alumnas de edades diferentes, han descubierto que tienen un objetivo común: acabar con la brecha en el mundo STEM. Darse cuenta de ello a una edad tan decisiva sólo puede significar que las cosas, aunque poco a poco, sí que pueden mejorar.