Las pesquisas han sido pacientes, silenciosas y en un amable clima de colaboración público-privada, pero sus resultados no han sido los previstos inicialmente. Corría el año 2002. Antes, "el sector productor de manzano y peral del Valle del Ebro impulsó al Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) a emprender un programa de mejora genética para obtener nuevas variedades de estas frutas en condiciones de clima cálido como el que tenemos en el Mediterráneo: altas temperaturas, elevada insolación y estrés hídrico. Pero también los agricultores estaban interesados en que las nuevas variedades estuvieran adaptadas a los gustos del consumidor", comenta a INNOVADORES Simó Alegre, director de Desarrollo de la Investigación y la Innovación del IRTA.
El habitual material genético procedente de variedades que vienen de zonas frías europeas no ha acabado de aclimatarse aquí para sacar la productividad que exigen los mercados. Los problemas de adaptación se ven a simple vista: el rojo no cuaja en variedades en manzanas Royal Gala o Fuji. "La expresión de este color es consecuencia de temperaturas más frescas en las noches. Las condiciones normales en la cosecha aquí no permiten la coloración a la que los mercados del Norte de Europa están acostumbrados", describe Alegre.
Otros efectos adversos son que la piel empieza a romperse con el riesgo de que se abra una vía de entrada a enfermedades. Se agrietan en el árbol, no cruje al bocado por su textura de pulpa blanda. "En definitiva, hay menor producción porque las variedades de manzanas y peras que se han obtenido en otros climas no están adaptadas a elevadas temperaturas", añade.
Logros cumplidos
"Nos pusimos en contacto con el centro de investigación que más éxito había tenido a nivel mundial en ese momento, el neozelandés Plant & Food Research. En ese año, sellamos un acuerdo a tres bandas para iniciar un programa de cruzamientos naturales (hibridación) con materiales vegetales procedentes de Nueva Zelanda y España para lograr los objetivos marcados: alta calidad organoléptica según la demanda del consumidor, variedades adaptadas a climas cálidos y con un buen potencial de conservación en el tiempo adecuada para seguir teniendo su calidad gustativa", explica Alegre.
Cuando empezó el programa de mejora varietal no era un planteamiento conseguir manzanas y peras resistentes al cambio climático. "No éramos conscientes por entonces de lo rápido que el cambio climático nos afectaría", afirma el director de Desarrollo de la Investigación y la Innovación del IRTA. El potencial de las nuevas variedades de fruta de pepita obtenidas es inmenso, no solo para zonas agrícolas de clima cálido que ya preveían los responsables del programa de investigación, sino en otras con clima suave y condiciones benévolas del cultivo, pero que en estos momentos allí aumentan las temperaturas y la radiación solar y menor disponibilidad hídrica.
Con el paso de los años hay adaptarse más a estas permutas. Disponer de nuevas variedades ya es una necesidad. Los resultados de la investigación ahora tienen muchísimo más recorrido. La aclimatación de los cultivos a las condiciones ambientales del cambio climático es uno de los principales desafíos que debe afrontar el sector productor para garantizar una producción competitiva y sostenible de alimentos saludables.
Los agricultores que han apoyado el proyecto se aliaron de inmediato nada más arrancar la investigación. Tomaron la forma de una agrupación de interés económico formada por las cooperativas de segundo grado Actel y Fruits de Ponent, la Indicación Geográfica Protegida Poma de Girona y la empresa Nufri, con el nombre de Fruit Futur.
Durante 17 años se han realizado los cruzamientos y seleccionado las variedades que iba apareciendo. "Fruit Futur se unió a nosotros como experto en la producción comercial de manzanas y peras en Cataluña y potencial interesado en ellas", resalta Simó, para quien su experiencia y profundo conocimiento comercial han sido fundamentales en el desarrollo y la evaluación de las selecciones del programa de nuevas variedades, que actualmente permanecen en estado precomercial.
En los lineales los próximos años
Tras 17 años de investigación entre el IRTA, Plant & Food Research y agricultores, el programa Hot Climate Programme ha desarrollado frutas de pepita de calidad excelente y con una alta coloración en condiciones de altas temperaturas y escasez de agua. Y ahora entra otro partner en liza. En la reciente feria Fruit Logistica de Berlín se ha escenificado el acuerdo con el Turners and Growers Global, responsable de proyectos como son Envy, Jazz o Pacific Rose, para comercializar a escala mundial las nuevas variedades, que comenzarán a llegar al consumidor en los próximos años.