Han tenido que transcurrir casi dos décadas hasta que el Tratado de los Océanos ha visto finalmente la luz. No se trata de un documento más impulsado por la ONU, ya que su aprobación el pasado 4 de marzo abre un nuevo camino en la preservación de estos ecosistemas naturales con parada obligatoria en la tecnología.
En concreto, el tratado sobre la alta mar nace con el objetivo de garantizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en las áreas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales.
El nuevo marco regulatorio se convierte ahora en acicate para las propuestas empresariales que han ido ejerciendo de 'avanzadilla' en la lucha contra la contaminación de los océanos y que en nuestro país tienen en Gravity Wave, startup capitaneada por Amaia Rodríguez, uno de los nombres propios en este campo.
La startup se ha logrado abrir un hueco gracias a su propuesta disruptora de economía circular que involucra a toda la cadena de valor en la limpieza de mares y océanos desde los pescadores hasta el consumidor final y grandes empresas. Compañías como ISDN, Viña Esmeralda o Mini, entre otras, han implementado con éxito su solución.
Desde Gravity Wave, bajo el movimiento Plastic Free Oceans, llevan años trabajando para poner de relieve la emergencia de tomar medidas para la protección de mares y océanos.
[En 2050 los plásticos del océano se multiplicarán por cuatro y llegarán a la mesa del consumidor]
D+I conversa con Amaia Rodríguez en el arranque de un 2023 prometedor para la propuesta de valor de su compañía tras la introducción de la tecnología blockchain a su proyecto, y con una fecha marcada al rojo en el calendario.
El próximo 11 de mayo se fallarán en Ámsterdam los Plastics Recycling Awards Europe 2023, principales premios europeos de reciclado de plásticos, donde Amaia es la única mujer finalista, circunstancia que refuerza su posicionamiento como referente femenino en el campo del emprendimiento y la tecnología.
Amaia Rodríguez es la única mujer finalista de los Plastics Recycling Awards Europe 2023, que se fallarán en mayo en Ámsterdam
¿Cómo ha evolucionado vuestra propuesta de valor en este último año?
Este 2022 se ha consolidado el modelo de negocio con el que nacimos en 2021. Ha habido mucho trabajo, pero nos ha permitido validar todas las fases de nuestra propuesta.
Por un parte, hemos demostrado que la propuesta que ofrecemos a los pescadores funciona. No sólo les involucramos en recoger plástico del mar, que también, sino que estamos hablando de darles un servicio de recogida de redes que, de otra manera, no tendrían una solución.
Más de 60 puertos en España ya usan nuestra solución, y ya estamos en más de 100 puertos entre Grecia, Italia y España. Esto implica que estamos trabajando con más de 5.000 pescadores en tres países diferentes y les estamos convirtiendo en parte de la solución.
Y no ha sido una cuestión fácil porque no llegas a un puerto y te abren los brazos a la primera. Es un sector difícil, y ha sido a fuerza de ver que nuestra solución funciona y les convierte en parte de esa solución a la que aludía, cuando están abriéndose.
Por una parte están los pescadores y los puertos, y por la otra los clientes. ¿Cuál ha sido el papel de la empresa, de la corporación, en esta propuesta?
No hubiéramos llegado hasta donde estamos, por supuesto, sin el apoyo de nuestros clientes durante 2022. Con nosotros pueden acometer un proyecto de sostenibilidad y de impacto de forma diferente.
No se trata de la típica propuesta de plantar un árbol, que hasta ahora ha sido mayoritaria, sino que nosotros les ofrecemos una plataforma, un canal, para que empresas de cualquier sector, de cualquier tamaño y sitio en el mundo puedan tener un mismo impacto positivo en el mar y los océanos.
Hemos trabajado muy bien el concepto y el valor añadido que aportamos a las empresas está siendo muy positivo para ellas. Por ejemplo, Mini Iberia. Hemos hecho una colaboración en 2022 por el que por cada Mini que se vende se limpia un kilo de plástico en el mar. Ha tenido tanto éxito a nivel interno que quieren llevarlo a distintos países de Mini.
Con todas estas empresas hemos podido financiar toda la expansión que hemos acometido en 2022 hasta llegar a los 100 puertos donde estamos ahora.
Más de 100 puertos pesqueros en España, Italia y Grecia usan su solución, y tienen entre sus clientes a empresas como Mini, ISDN o Viña Esmeralda
En este momento del proyecto incorporáis la tecnología blockchain a vuestra propuesta, lo que añade un extra de trazabilidad y transparencia en el proyecto. ¿Qué papel juega la tecnología en la sostenibilidad y la preservación de los océanos?
En nuestra apuesta por la transparencia en su modelo de negocio, trabajamos con la organización sin ánimo de lucro Keep Sea Blue y participamos en su plataforma blockchain, con el fin de garantizar la transparencia y trazabilidad en todas las fases de su cadena de valor: recolección, reciclaje, trituración y transformación.
De esta forma, demostramos que desde Gravity Wave no hay ninguna mala praxis y evitamos que a nuestros clientes se les puedan etiquetar de greenwashing ya que todo el proceso queda 100% registrado, visible y medible.
El blockchain nos permite que, si por ejemplo Mini nos va a financiar 10.000 kilos, nosotros podamos certificar dónde se está limpiando de plásticos el mar exactamente con esa aportación y cuál es el impacto.
¿Qué supone para una empresa como vosotros, que aúna tecnología y sostenibilidad, el nuevo marco que estable la reciente aprobación del Tratado Global de los Océanos?
Esta es la década de los océanos. Nosotros ya éramos conscientes pero ahora la ONU lo ha validado de alguna manera y ha puesto el foco, la luz, sobre un ecosistema que hasta ahora estaba un poco olvidado. Supone en la práctica que para 2023 el 30% de toda la superficie de los océanos estará protegida.
No sólo significa que se va a proteger, sino que se va a ejercer un control mucho más exhaustivo del que se tenía hasta ahora. Los océanos son un ecosistema muy poco controlado, desconocido... Es difícil medir qué está pasando ahí fuera cuando un barco sale a navegar.
La década anterior fue la del CO2, la replantación de árboles... hasta 2020. Y seguimos con esto, pero ahora los océanos se ponen más en el foco de esta nueva concienciación de las empresas por la sostenibilidad; de ahí que esta será la década de los océanos como decía.
La tecnología aquí va a ser la clave. Al ser un ecosistema tan complejo, sin ella va a ser muy difícil alcanzar el objetivo del Tratado de los Océanos
Lo importante es que no solo hay una vía para comprometerse con la sostenibilidad y que las empresas puedan hacerlo ya en diferentes ecosistemas.
¿Qué aporta la tecnología y proyectos disruptivos como el vuestro a este proceso?
La tecnología aquí va a ser clave. Al ser un ecosistema tan complejo, sin tecnología va a ser muy difícil alcanzar el objetivo del Tratado de los Océanos. Tanto en trazabilidad con blockchain, drones y satélites para detectar las masas de plástico en el mar...
Vamos a apoyarnos en los próximos años mucho en la tecnología porque la vamos a necesitar.
En nuestro caso, hemos ido incorporando la tecnología para poder escalar nuestra solución, sin ella, es complicado. Y el objetivo de Gravity Wave es, al fin y al cabo, ser una solución global.