Nada como sufrir en primera persona un problema y generar una necesidad para dar rienda suelta al proceso creativo del emprendedor nato.
El espíritu innovador de Iker Marcaide encontró en las dificultades de pago de sus estudios de MBA en el MIT la excusa perfecta para solucionar el hasta entonces quebradero de cabeza para miles de estudiantes en todo el mundo.
Fue en 2009 cuando la valenciana Flywire, entonces fundada como Peertransfer, inició su andadura por un camino que la ha llevado, doce años después, a convertirse en la primera startup española en cotizar en Wall Street.
La valorización quedó en su estreno en el Nasdaq en unos 3.500 millones de dólares.
El germen creativo de este hito emergió de la ingenuidad de un estudiante de máster que no podía entender la densa burocracia que implicaba formalizar el abono de las matrículas.
Según explica Marcaide, las comisiones de las entidades bancarias eran "una injusticia" para quienes "son la parte débil de la cadena". "No sólo se trataba de reducir las comisiones y facilitarles unos mejores tipos de cambio, sino de garantizar que el pago llegaba", alega el fundador de Flywire.
Esta gestión, casi épica, de los pagos de un país a otro motivó la búsqueda por una solución sencilla y cómoda que anhelaban tantos y tantos estudiantes sumidos en los mismos problemas que él afrontaba por aquel entonces.
Ahorro millonario para estudiantes
"Mi gran motivación era facilitar mundo global más justo, precisamente, con aquellos que tienen menos poder de negociación", añade. Su mayor satisfacción, más allá de la reciente salida a cotización en EEUU de su proyecto originario, es "el ahorro de cientos de millones de euros que cada año atesoran miles de estudiantes y sus familias".
Marcaide sabía el qué, mejorar la recepción del dinero, pero no el cómo. Como todos los inicios a la hora de emprender, el reto se convirtió en una aventura con, en este caso, un pie en Boston y otro en Valencia.
La sede en Estados Unidos le permitía estar cerca de las universidades y sus clientes, y la oficina de Valencia, con más personal en el arranque del proyecto que en Boston, garantizaba su vinculación con España.
Marcaide tuvo claro desde el principio que quería contribuir al talento local, de ahí su apuesta por mantener un pilar de Flywire en la capital del Turia. "Fuí al colegio, instituto y universidad en Valencia, siempre pensé en volver y, aunque en los inicios mantener las dos sedes fue complejo, Valencia era una prioridad", apunta.
Iker Marcaide es socio fundacional de Startup Valencia, la asociación valenciana de startups, y forma parte de la junta directiva desde el inicio de la asociación en 2017 como uno de los precursores.
"Fueron años muy intensos cruzando continuamente el charco; un mes en Boston y otro en Valencia", recuerda el fundador de la startup.
La ‘fintech’ española, con sede actual en Boston (EEUU) y Valencia, donde todavía trabajan un centenar de personas, es hoy una multinacional que tiene presencia en 240 países con más de 2.300 clientes.
Marcaide se desvinculó en 2013 del proyecto, aunque mantiene una relación muy directa con la plataforma porque continúa como accionista. "Cuando salí del proyecto, Flywire era líder en su sector en el mundo y habíamos logrado 20 millones de fondos de capital riesgo", explica.
Flywire ha aumentado sus áreas de acción en la actualidad y ha dado el salto a los viajes, la asistencia médica y los pagos B2B.
La reciente cotización en el Nasdaq entraña un punto de inflexión para la solución de un joven estudiante de posgrado que quiso ayudar desde Valencia a construir un mundo más sencillo e igualitario.
El campo del emprendimiento ha cambiado notablemente desde que Marcaide creó Peertransfer. Su mensaje al emprendedor actual es claro: "Debes resolver los problemas de tus clientes pero también construir un mundo más acorde con aquello que nos gustaría que fuera".
Apoyo de Kibo Ventures
Gran parte del éxito que ha logrado Flywire no hubiera sido posible sin el apoyo de Kibo Ventures, quien invirtió en la compañía desde la serie A2 y de la que su cofundador y socio director Javier Torremocha fue consejero hasta el año pasado. De hecho, la firma se mantiene como accionista, siendo el único fondo institucional español que sigue en su accionariado.
Aquilino Peña, el otro fundador y socio director de Kibo Ventures, explica a D+I que durante estos años de crecimiento la gestora ha contribuido, por ejemplo, a facilitar las relaciones de Flywire con los grandes bancos españoles y ha sido el nodo local y el vínculo con la oficina de Valencia, incluyendo la negociación con Iker Marcaide y la relación con tech (Felipe Talavera).
En su opinión, el éxito de Flyware radica en dos factores clave: su integración con los centros destinatarios de las transferencias, como universidades, colegios o clínicas, y la reducción de los costes de las transacciones y de la incertidumbre que suele rodear a estos, por ejemplo por el tipo de cambio aplicable.
En este sentido, remarca que los bancos suelen aplicar un elevado diferencial a las transferencias internacionales. "En el caso de Flywire se trata de transferencias relevantes y de alta cuantía, lo cual genera mucha peace of mind en los clientes finales", destaca.
Por otro lado, Peña considera que el debut de Flywire en Nasdaq es "un momento histórico" para el ecosistema emprendedor español, ya que pone a las compañías made in Spain en el radar de los grandes inversores y supondrá un importante empuje al resto de scaleups españolas.
Así, añade que ratifica el "modelo hibrido" que aplican en Kibo Ventures: desarrollo local y crecimiento comercial en mercados relevantes (como Estados Unidos). "El producto se hace en España con costes ajustados, alta calidad del trabajo de los equipos técnicos y mucha lealtad y dedicación de los equipos. Este modelo es el más eficiente en capital y tiene lo mejor de los dos mundos (producción y comercialización)", remara Peña, quien añade que en la empresa lo aplican en casos como Devo, Coverwallet, Defined crowd y otros muchos.
Zubi Labs, su última aventura
La última aventura que ha emprendido Iker Marcaide es Zubi Labs desde donde crea empresas y fondos para dar soluciones a retos sociales y ambientales. "Estamos en fase de expasión, somos un equipo de 120 personas que va a seguir creciendo", alega.
En esta línea, Zubi Capital, el área de inversión del grupo que tiene como objetivo la movilización de capital propio y de terceros para apoyar a proyectos que contribuyen a un futuro mejor, ha lanzado recientemente el primer fondo de impacto de Venture Debt.
Zubi Capital Impact Venture Finance, que surge en plena crisis sanitaria para contribuir a la falta de liquidez e inversión, es el primer vehículo de esta categoría y tiene como objeto la inversión vía deuda en compañías tecnológicas e innovadoras en fase crecimiento que no tienen todavía acceso relevante a financiación bancaria.
El tamaño objetivo del fondo, que asciende a los 40 millones de euros, llevará a cabo su primer cierre en los próximos meses.
Será un paso más en la capacidad creativa de aquel joven emprendedor que ya en sus estudios de máster pensó que podía contribuir a mejorar la vida de su tiempo a través de la tecnología.