Aquilino Peña (Ascri): "Los emprendedores españoles venden pronto sus startups"
El presidente de la patronal del capital riesgo critica la fiscalidad de los gestores de fondos y defiende su rol en la recuperación económica.
12 diciembre, 2020 02:55Noticias relacionadas
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Antes de la pandemia estábamos viviendo años de récord en la inversión, desinversión y captación de fondos del capital riesgo dentro de nuestras fronteras, superando con claridad la media de crecimiento europea. Pero llegó la Covid-19 y, como aconteció en todos los sectores, esta racha se vio interrumpida en seco.
¿Cómo ven los fondos de capital riesgo a España? ¿Qué oportunidades de inversión perciben en nuestro país? ¿Cómo pueden impulsar el tejido emprendedor y el ecosistema de startups nacional?
A estas y otras preguntas contesta a D+I Aquilino Peña, fundador de Kibo Ventures y presidente de la patronal del sector, Ascri.
- Empecemos de lo más general a lo particular. ¿Cómo ve la actual situación económica de España?
Esta es una crisis muy grave y la salida dependerá de cómo la crisis sanitaria se traduzca en una crisis económica y, a su vez, en una crisis de empleo. Porque si hay un impacto muy grande en términos de empleo, se producirá una crisis de demanda y se generaría un círculo en el que a menos demanda, menos ventas, menos rentabilidad y, por ende, menos empleo.
Obviamente, la solución pasa por las empresas, que son las que contratan, y por ello creo que las acciones que tomemos deben estar orientadas a proteger el empleo, que es proteger a las empresas. Los ERTE han funcionado hasta ahora muy bien como mecanismo de amortiguación para evitar una verdadera debacle. Pero hay que hacer más. Claramente, por la parte de autónomos debemos buscar menos fiscalidad y, por la de empresas, favorecer la inversión tanto nacional como extranjera.
Se trata de una crisis tremendamente injusta, que no sólo ha castigado de forma muy desigual a los distintos segmentos de población, también de empresas. El sector turístico o de la restauración, por ejemplo, son los que más están sufriendo y tendrán una recuperación más lenta hasta que se restaure la confianza del consumidor una vez tengamos las vacunas.
- Muchos analistas critican que el mayor impacto de esta crisis en España respecto a otros países de nuestro entorno puede deberse precisamente a la enorme dependencia del turismo que tenemos...
Es cierto que tenemos un modelo productivo basado en el turismo. Somos el segundo país con más visitantes del mundo, eso debe ser un motivo de orgullo. No es culpa nuestra que este sector haya desaparecido durante esta pandemia. Bienvenido sea el sector turístico, pero sí que tenemos que fomentar la diversificación del tejido productivo. En tecnología, por ejemplo, seguimos siendo un país de segunda línea y lo malo es que a cada año que pasa la diferencia con los líderes se incrementa de forma exponencial.
- ¿Qué rol juega el capital riesgo en esa tarea?
Los fondos tenemos mucho que decir como financiadores de la innovación. Creo que el Gobierno a través de FondICO Global está ayudando mucho, pero seguimos teniendo unos tamaños muy pequeños. El volumen de capital riesgo en España crece, pero seguimos lejos de otros países. Y, especialmente, tenemos que hacer una apuesta decidida por los inversores locales.
Si no apostamos por el capital riesgo, al final nos quejaremos de que nuestras compañías son cada vez más pequeñas. Y corremos el riesgo de perder la oportunidad de tendencias como la inteligencia artificial o el coche autónomo.
- ¿Cómo ve la oportunidad de inversión en estos momentos en España? Los fondos se han llenado los bolsillos en los últimos meses, ¿veremos un despertar de la inversión en 2021?
Como decía, la situación es muy desigual según el sector en que te muevas. Estamos en un momento dulce para la inversión en áreas como la digital, porque ahí lo que hace falta es talento y capital.
En talento, España está mejor que nunca, con emprendedores que ya han tenido experiencias previas y conocen los procesos de generar valor y captar recursos. Y también tenemos el capital, aunque los fondos de España siguen siendo pequeños en comparación con los franceses, alemanes, ingleses y americanos.
El Gobierno lo que puede hacer es, al igual que en Estados Unidos, Israel o los países nórdicos, convertirse en uno de los grandes inversores iniciales. En esos países se hizo por defensa o apoyo tecnológico, porque es una manera clara de apoyar y dinamizar la innovación. En España tenemos el FondICO Global, que lleva invertidos 2.000 millones y acaba de anunciar otros 2.500. Es un buen paso, porque además es una inversión que no va contra los presupuestos porque le estamos dando buenas rentabilidades que puede luego dedicar a otras cosas o reinvertir.
- Cuando hablamos del ecosistema de startups en España, surgen siempre los mismos retos: bajas valoraciones en comparación con otros países y dificultad para escalar y seguir creciendo sin venderse a una empresa, normalmente extranjera...
Creo que el problema no es tanto que se venda a una empresa española o extranjera, sino que vendan pronto. Y eso tiene que ver mucho con la madurez del mercado. Muchos emprendedores, cuando después de una serie B tienen cinco o diez millones de euros, lo sienten como una fortuna y prefieren el dinero en mano. Es humano, pero cuando ese mismo emprendedor ya tiene sus necesidades cubiertas, de casa y coche por ejemplo, ya no venderá tan pronto.
Eso es algo que viene con la madurez del mercado, conforme tengamos más y más emprendedores experimentados. También con la labor de los fondos, que apoyemos y aconsejemos al emprendedor para ser más ambiciosos y aumentar el volumen y la dimensión de los proyectos.
- Entrando en materia de regulación, una de las quejas habituales tiene que ver con las limitaciones de las comisiones en cascada, que impiden por ejemplo que los planes de pensiones puedan invertir en capital riesgo. ¿Cuál es su postura, como presidente de Ascri?
Es el número uno de nuestras reivindicaciones, por varios motivos. El primero, porque es una regulación que busca resolver un problema ficticio: se busca evitar los riesgos de nuestro sector, pero eso hace que solo puedan invertir en renta variable con todos los vaivenes del mercado que conlleva. Es una actitud paternalista que no responde al objetivo de salvar las pensiones, que solo se puede conseguir incluyendo el capital privado en el 'mix' de inversiones.
Mientras que en Estados Unidos el porcentaje de capitl riesgo en esta clase de productos es del 30%, aquí apenas llega al 1%. Así que es obvio que deberíamos tener una participación mucho mayor en las carteras industriales. Además, se da la ironía de que cuando las aseguradoras hacen planes para sus empleados, sí que incluyen un porcentaje mucho mayor de capital privado que cuando los ofrecen al público.
- Ahora tenemos la oportunidad de los 140.000 millones de euros llegados de la Unión Europa y, en anteriores ocasiones, ha pedido que se canalicen de forma eficiente y aplicando criterios de valoración y gestión parecidos a los que usa el capital riesgo...
Considero que las decisiones sobre el modelo o los objetivos que queremos conseguir, o su distribución geográfica, corresponde al Gobierno. Es una decisión política que debe orientar el uso de ese dinero, que en mi opinión personal debería pasar por la creación de empleo de calidad, además de apoyo a la digitalización y tecnificación de la economía.
Hay que invertir tanto en compañías tecnológicas como en aquellas tradicionales que tienen planes de internacionalización y tecnificación o que quieren fortalecer sus canales de distribución. Y ahí es donde los fondos somos los que mejor conocemos estos proyectos y podemos ayudar, porque es en lo que normalmente nos fijamos a la hora de invertir.
- Una de las primeras medidas que tomó el Gobierno al inicio de la pandemia fue lanzar una norma para evitar las OPA contra las grandes empresas españolas que pudieran sufrir en Bolsa, como ha ocurrido con Telefónica sin ir más lejos. En ocasiones, se ha manifestado en contra de esta medida por considerar que desincentivaba la inversión extranjera en nuestro país. ¿Lo mantiene?
Puedo entender su razonamiento político para el tipo de compañías que mencionas, y también podría cuestionar lo contrario. Como máxima, poner más problemas, requisitos gubernamentales o más burocracia a las transacciones es malo. Por otro lado, hay una definición amplísima de sectores a los que aplica y los umbrales mínimos son muy bajos.
Pero he de admitir que lo que hemos visto en estos meses es que la implementación por parte del Ministerio de Industria es bastante flexible y bastante rápida en su resolución. Así que el impacto está siendo un poco más suave de lo esperado. No está funcionando mal: igual que cuando salió la norma dije que me parecía un horror, también te digo -por los datos que nos dan los asociados y lo que dice el propio Gobierno- que no me consta que se haya echada atrás ninguna inversión por la medida.
- Otro tema obligado a tratar es el de las 'stock options', que se eliminaron en su momento para evitar abusos y que son una de las formas más habituales para compensar a los emprendedores y primeros empleados de las startups. El Gobierno prometió hace dos años restaurar este mecanismo, sin más noticia desde entonces...
Efectivamente, por ahora hay buenas palabras pero no se ha concretado. Es una forma esencial para incentivar a los emprendedores y los primeros trabajadores a la hora de crear ese tejido productivo. Realmente, la situación actual nos pone a la cola de atracción de talento a escala internacional.
- La fiscalidad que tenéis que afrontar los propios fondos, en concreto los gestores de los mismos, tampoco es un aliciente para este despegar...
La fiscalidad de los gestores de fondos en España es, en primer lugar, de inseguridad jurídica absoluta. En segundo lugar, es una normativa mucho más dura que cualquier país de nuestro entorno y eso ha hecho que muchos inversores que huyeron de Reino Unido por el Brexit acabaran en Países Bajos o Portugal y no en nuestro país. Con la excepción del País Vasco, que ha corregido este aspecto y ha conseguido atraer a gestores de Cataluña, por ejemplo.