Últimamente oigo bastante hablar de ficción política, entiendo que quienes la usan se refieren a que los políticos viven en su mundo y que pocas veces coinciden las preocupaciones del mundo político con las de los ciudadanos de a pie.
Dándole vueltas a la idea y a otra muy en boga, la de las alucinaciones de la inteligencia artificial generativa, he ido derivando hacia preguntarme si la sostenibilidad tecnológica es una ficción, una alucinación, una ilusión o una realidad.
En mis habituales conversaciones con personas dispares me doy cuenta de que los que estamos más metidos, más sensibilizados, con la transición verde y digital tenemos unos sesgos importantes. No hay mejor manera de darse cuenta que preguntarle a alguien si le preocupa la sostenibilidad y obtener cómo respuesta información que solo se centra en la parte económica o en la tecnológica, obviando por completo la sostenibilidad medioambiental.
Esto me lleva a pensar que a veces nos obsesionamos con una parte de la ecuación y perdemos de vista el conjunto. Ser conscientes de nuestros sesgos es el primer paso para considerarlos de manera intencionada y llegar a conclusiones más completas.
La sostenibilidad, según la Real Academia Española, significa:
1. Que se puede sostener. Opinión, situación sostenible.
2. Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medioambiente. Desarrollo, economía sostenible.
Podemos ver que la definición se centra en la parte económica y la ecológica. Si a esta definición le añadimos la variable de la tecnología, entonces el tema se complica. Porque existen múltiples estrategias, con distintas implicaciones a nivel de consumo energético, de eficiencia en la utilización de recursos… Al fin y al cabo, siempre hay quién piensa que lo mejor es tener la tecnología más puntera y quién opina que es preferible tener versiones más testadas, con más garantías.
Pero pocas veces he visto a la gente preocuparse por ver cómo consiguen integrar las tecnologías que usan no solo para que puedan mantenerse durante largo tiempo, sino que además lo hagan sin agotar los recursos. Lo sé, estoy abriendo un melón poliédrico, más si tenemos en cuenta que existen muchos tipos de tecnología, algunas más críticas y otras menos, algunas más visibles y otras totalmente invisibles para la mayoría de la gente. Conozcas las que conozcas, una cosa es innegable, existe una amalgama de tecnologías sostenibles que tienen en común que su objetivo es brindar soluciones flexibles y rentables que reduzcan el desperdicio y promuevan el uso eficiente de los recursos disponibles.
Entre las tecnologías sostenibles debemos incluir las que posibilitan que las aplicaciones funcionen, que estemos conectados, pero también las que nos permiten tener vehículos eléctricos o de hidrógeno, la que usamos para iluminar nuestras vidas o las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono. El objetivo de las tecnologías sostenibles debe dirigirse a reducir los riesgos ambientales, los ecológicos y a crear productos y servicios sostenibles, lo miremos desde el ángulo que lo miremos.
No os preocupéis, la tecnología sostenible también es positiva para las empresas ya que les permite reducir los riesgos, mejorar los resultados y que sean competitivas. Es más, tienen un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático y el desarrollo sostenible.
En resumen, estamos hablando de una realidad con una importancia creciente. Algunas tecnologías sostenibles se utilizan actualmente y otras están en plena evolución, pero en ningún caso se trata de una alucinación. Es una cuestión de comprometerse con la búsqueda de eficiencias para no agotar los recursos existentes, ni los económicos, ni los del planeta.