En la búsqueda por todo el mundo de nuevos yacimientos de litio, vitales para fabricar las baterías de los vehículos eléctricos presentes y futuros, los investigadores y las empresas andan rebuscando el mineral hasta en los huecos olvidados del sofá.
En esa búsqueda, van casi a la desesperada. "Algo 'tié' que haber", pareciera que dicen, cual josemotas en aquella conocida imitación con la que tanto se reía (de sí mismo) Alfredo Pérez Rubalcaba, uno de los pocos ejemplos de científico metido a político en España… y que acabó teniendo que resguardarse del "fuego amigo" retornando a las aulas universitarias.
Y en esa aventura en busca del litio los exploradores hallaron algo inesperado. Los yacimientos de petróleo y gas, principal objetivo de sus exploraciones, no sólo hospedan hidrocarburos. También salmuera que, a su vez, contiene metales como sodio, calcio y, casi siempre, cantidades muy aprovechables (ahora) de litio.
La extracción del mineral sigue siendo algo muy caro. Sea triturando la roca o bombeando salmuera cargada de iones de litio y ubicándola en tanques gigantes para su evaporación, con un uso abundantísimo de agua que acaba filtrándose al suelo e impactando en el aire. El resultado, después de casi 18 meses de proceso, es un cristal de hidróxido de litio que constituye un componente fundamental de las baterías eléctricas.
La novedad, por tanto, es que esa salmuera, antes desechada, está siendo ahora procesada como un bien preciado. El litio es el metal más ligero y menos denso, el mejor conductor eléctrico y térmico, el más alto en potencial electroquímico… Todo perfecto e ideal, excepto por la circunstancia de que el 92% del suministro mundial de litio proviene actualmente de Australia, Chile y China. Norteamericanos y europeos en offside.
Empresas muy robustas del sector como Standard Lithium ensayan en las tierras de Arkansas procesos para este tipo de extracción. Otras, como E3Litio tratan de recuperar el litio de yacimientos abandonados, mientras otras buscan extraerlo de aguas residuales bombeadas de los pozos. Obviamente, necesitan asociarse previamente a las petroleras para que les den acceso a los pozos.
El gigante petrolero de Texas Exxon Mobil lleva ya tiempo trabajando silenciosamente en la búsqueda y extracción de litio. Como el resto, se está preparando para un futuro mucho menos dependiente de la gasolina mediante la extracción de algo más que petróleo: litio. De momento, se ha conocido la compra de 120.000 acres (60.000 hectáreas) de terrenos en Arkansas por el módico precio de 100 millones de dólares.
Realmente, Exxon nunca ha propuesto públicamente producir litio como parte de sus planes de inversión. Pero en el fondo, su estrategia mira hacia su pasado. Aunque no se airea demasiado, en la década de 1970 la petrolera jugó un papel clave en la fundación de la industria del litio. Uno de sus químicos, Stanley Whittingham, ganó el Premio Nobel (2019) por ayudar a desarrollar la batería de iones de litio desde el laboratorio corporativo de Exxon en Nueva Jersey.
Exxon comenzó a fabricar las baterías en 1976, pero el mercado finalmente resultó demasiado pequeño, por lo que la empresa dejó de fabricar baterías algunos años después. Por tanto, no importa si miramos al pasado, al presente o al futuro. La explotación del litio no deja de ser una actividad casi paralela a la del crudo. Y la pregunta obvia es si la industria del automóvil, una vez se reconvierta hacia lo eléctrico, será capaz de encontrar alternativas tecnológicas que no acaben sumando el impacto de la explotación de los combustibles fósiles y la del litio.
O las nuevas "litioleras" invertirán lo suficiente para que sus sistemas de extracción, bombeo, captura y refino sean completamente inocuos al medioambiente. Uno de los sueños de Elon Musk sería disponer de una tubería constante para el litio procesado a todas sus plantas de Tesla.
No es casualidad que la ley que la Administración de Joe Biden impulsó en 2022 para combatir la inflación incluyera créditos fiscales por el 10% del coste de extraer minerales de los llamados "críticos", es decir, fuera de su control.
El litio, cuya producción mundial lideró EEUU alguna vez, es uno de ellos. Aunque las llamadas tecnologías de extracción directa de litio aún no se han implementado a escala y podrían pasar años antes de que las plantas comiencen a producir el mineral comercialmente.
Europa importa el 97% de sus necesidades de litio, pese a tener localizados cerca de 27 yacimientos. Y su estrategia está enfocada en buscar materiales y tecnologías alternativas. Pese a ello, no cabe despreciar el hecho de que España, repartidas en yacimientos en Galicia, Castilla y León y Extremadura, alberga entre el 3% y el 5% de las reservas mundiales.
Extremadura New Energies (ENE), con sede fiscal en Cáceres y filial española de la australiana Infinity Lithium, espera que el Gobierno mueva ficha y desbloquee su proyecto de explotación subterránea de litio en la falda de la Sierra de Valdeflores. La inversión, en stand by, se estima en 500 millones de euros.
Animados por las dudas de las administraciones que siguen aplazando el fin de los motores de combustión, los analistas de los gigantes del petróleo, mantienen que la demanda de combustibles fósiles se mantendrá sólida durante décadas.
La producción de productos químicos, el transporte y la industria pesados tirarán de la demanda de petróleo y sus derivados. Y se da la paradoja de que los automóviles están fabricados con plásticos y otros productos derivados del petróleo. La (petro) banca siempre gana. También con el litio.