Hace unos días estuve en la puesta de largo de una interesante solución SaaS orientada a ayudar a las empresas a medir su impacto ESG. Se trata de un nuevo concepto de gestión y de acreditación de la sostenibilidad con el objetivo de hacer más democrático y universal el acceso al diseño de la estrategia y el reporte de los procesos de sostenibilidad de las compañías. Permite la elaboración de informes que proporcionen la visión de su nivel de sostenibilidad, un cuadro de mando de la misma o la obtención de un sello que acredite su compromiso con la sostenibilidad en formato NFT, con certificación del proceso con tecnología blockchain.
Escuchando sus presentaciones queda claro que no es nada fácil transformar las cambiantes regulaciones en KPI medibles que permitan no sólo medir el cumplimiento de las normas, sino monitorizar los distintos objetivos que se marcan las organizaciones. La verdad es que tocaron muchos temas muy interesantes, pero me quedé con uno en particular para esta columna: los proveedores sostenibles. Resulta que las normas van en la línea de obligar a las empresas a monitorizar la huella de carbono de sus proveedores. Algo tan simple y tan difícil como eso me parece básico para acelerar la transformación dual: verde y digital.
Por otro lado, en la presentación de resultados de Mercadona mencionaron varias de las palancas que han usado durante 2022 para proteger sus beneficios sin repercutir todos los incrementos de costes a los clientes. Cuestiones muy tácticas como reducir la cantidad de aceite usada en las latas de atún o el rediseño del packaging de muchos de sus productos para optimizar al máximo la cantidad de materiales usados y el espacio necesario para su transporte. Esto último vuelve a poner de relieve la importancia de tener proveedores sostenibles y la de controlar hasta el más mínimo detalle la logística, desde la cercanía a los almacenes y/o puntos de venta, hasta las energías utilizadas para mover los vehículos que transportan dichas mercancías.
De hecho, los datos nos dicen que el sector del transporte es de los más contaminantes, junto con el de industria. Por suerte, hay formas de reducir el impacto negativo causado por las actividades logísticas y el transporte de mercancías. Evidentemente, una gestión de la cadena de suministro con miras a la sostenibilidad se preocupa de muchos detalles, como el mantenimiento preventivo de los vehículos y la correcta eliminación de los aceites lubricantes.
Volviendo al título de la columna de hoy, es muy importante que elijamos bien a nuestros proveedores ya que la cadena de suministro normalmente está compuesta por muchísimas empresas de tamaños diversos. Para que los compromisos ESG de nuestras empresas se alcancen de manera más rápida y permeen en la sociedad debemos prestar especial atención a las empresas colaboradoras y entender su estrategía en todo lo relativo a medio ambiente, temas sociales, así como su gobernanza.
Las grandes empresas tienen la responsabilidad de acompañar a sus proveedores de menor tamaño en este viaje, no sólo para minimizar los riesgos de su cadena de suministro, sino para aumentar su impacto positivo en nuestro mundo. Al fin y al cabo, una gestión de proveedores colaborativa, además de promover un mundo más verde, ayudará a fortalecer la relación entre todas las partes implicadas en el proceso.
Como el que no quiere la cosa he llegado a Valencia. Una ciudad que ha apostado decididamente por moverse por la sostenibilidad y en la que estos días se debate sobre temas tan apasionantes como la multimodalidad, el transporte de última milla o la reducción de la huella de carbono en el transporte de productos frescos y congelados, totalmente distinto al transporte de otro tipo de mercancías.
El último estudio sobre CEO realizado por IBM, basado en 3.000 entrevistas realizadas a nivel mundial, confirma que la sostenibilidad está en las agendas corporativas. También nos indica que para algunos, esto es la validación de creencias arraigadas y años de planificación. Sin embargo, para la mayoría de los CEO, la urgencia de actuar es encontrarse con la realidad de que convertir las aspiraciones y los compromisos de sostenibilidad en resultados medibles es más fácil decirlo que hacerlo. Al final siempre acabamos dándole vueltas a varios temas críticos para el éxito de todas las iniciativas ESG y una de ellas siempre es la medición, así que me alegra ver que cada vez hay soluciones más maduras en el mercado para acompañar a todas las organizaciones en esta transformación.