Es la noticia de la semana, y una de las del año, en el sector tecnológico: Oracle comprará Cerner por 28.300 millones de dólares. Una adquisición, la de esta firma especializada en gestión de información sanitaria, que supera con creces la mayor compra realizada por Larry Ellison hasta la fecha (PeopleSoft, por 10.300 millones de dólares en 2004) y por mucho a la icónica de Sun Microsystems (7.400 millones en 2009) o la más reciente de NetSuite (que le costó 9.300 millones de dólares en 2016, de los que Ellison se llevó un 40% como máximo accionista de la entonces adquirida).
De hecho, la casa roja -que se ha mudado recientemente de San Francisco a Texas- no es conocida por gastar demasiado en sus compras: en solo 15 ocasiones más se ha dejado más de 1.000 millones en una operación similar. A pesar de ello, resultaba extraño no ver a Oracle en la lista de compradores de este año, en el que las grandes tecnológicas están aprovechando para hacer movimientos estratégicos de calado: desde la compra de Slack por parte de Salesforce hasta la de Nuance por Microsoft.
Pero vayamos al meollo de la cuestión. ¿Tiene sentido esta compra? ¿Por qué Oracle ha roto su hucha de los ahorros -y se ha metido en un tremendo problema de deuda- por hacerse con Cerner? ¿Hasta qué punto encaja una compañía tan especializada en un portafolio tan amplio como el de Oracle?
A favor
Por lo pronto, la operación puede entenderse como una maniobra de genio (e ingenio) de Larry Ellison. Cerner, fundada en 1979 por Neal Patterson, es el segundo mayor proveedor de registros médicos electrónicos a escala mundial. Su tecnología permite compartir datos de pacientes, pruebas y recetas, entre facultativos y centros médicos. Es el emblema del 'big data' en el sector de la salud, la base sobre la que construir la medicina personalizada del mañana y sobre la que poder entrenar y explotar sistemas de inteligencia artificial aplicados a estos menesteres.
Además, la inmensa mayoría de estos sistemas siguen corriendo en las propias instalaciones de los servicios de salud, debido a los aún recurrentes temores sobre privacidad y ciberseguridad asociados a la nube pública. Un terreno fértil para que, en no demasiado tiempo, se produzca una migración hacia los cielos de plataformas como AWS, Azure, Google Cloud o, por qué no, Oracle. De hecho, la propia Cerner ya anunció en 2019 una iniciativa con AWS (gran rival de Ellison y una de sus dianas favoritas en cualquier discurso) para ejecutar en esta nube pública sus aplicaciones.
Con esta adquisición, resulta presumible creer que Oracle buscar no sólo romper esa alianza, sino promover que la nube de Oracle sea la opción de despliegue por defecto para los nuevos sistemas de Cerner y la mejor alternativa de modernización para sus actuales clientes. De producirse esta migración masiva, la compra de Cerner se amortizaría a una velocidad insultante para sus rivales.
De hecho, la industria médica es desde hace tiempo un caladero muy importante para los grandes proveedores tecnológicos, incluso desde antes de la pandemia. Se trata de un negocio milmillonario, con un gran 'gap' de digitalización en muchos países y que está enfrentándose a retos asociados a la cronicidad de los pacientes y la sobrecarga de trabajo. Oportunidad de oro para aquel que pueda explotarlo, máxime si es desde una posición de fortaleza ya consolidada como la de Cerner. Tanto que algunos analistas, como Bob Evans, ya anticiparon la compra por parte de Oracle hace seis meses. Y es más que obvio que, cuando se concrete este movimiento, el resto de contendientes replicarán la operación en una suerte de fiesta sísmica de consecuencias mayúsculas para el sector.
En definitiva, una operación previsible, lógica y ambiciosa. ¿Qué podría salir mal?
En contra
Pues bien, hay numerosos riesgos o aspectos que deberían quitarle el sueño al bueno de Larry Ellison y a su mano derecha, la directora financiera Safra Catz. Y el primero -y más tangible- es la disparatada cifra de la operación.
28.300 millones de dólares por una empresa consolidada puede ser mucho o poco, según se mire. En el caso de Cerner, sus ventas cayeron un 3,3% en 2020 y lleva desde 2015 sin reportar crecimientos de doble dígito, como recuerda la CNBC. Es una compañía estable, que aporta alrededor de 1.000 millones de dólares en beneficios anuales, pero poco más. Si la operación se justifica por su proyección futura intrínseca, no resulta la más atractiva. Y si es por su peso presente, Oracle tardaría 28 años en compensar la compra al ritmo actual.
La adquisición, además, se realizará totalmente en efectivo. Por lo pronto, Oracle no tiene tanto dinero en su caja (apenas 23.000 millones de dólares con un flujo de caja libre anual de 12.000 millones). No hay duda de que Oracle tendrá que pedir financiación para acometer semejante aventura, pero no lo tendrá fácil. La compañía roja ya había prometido reducir hasta los 76.000 millones de dólares su deuda para el año fiscal 2022. Recordemos que la compañía debe 20.000 millones de dólares antes de 2025 y tiene comprometidos pagos escalonados hasta 2061. A sumar los 1.800 millones de deuda que aporta a la suma la propia Cerner.
La agencia de calificación Fitch se ha apresurado a alertar sobre el "apalancamiento" que va a provocar esta compra a las cuentas de Oracle y ha rebajado su nota BBB+ con la anotación de "deuda no garantizada". Además, avisa Fitch, podrá rebajar aún más niveles su calificación "a medida que este apalancamiento se desvía de las expectativas previas de reducción de deuda".
Además, la propia operación genial podría venirse abajo y no arrojar los resultados esperados. EPIC, el gran rival de Cerner, ya cuenta con importantes alianzas con hiperescalares como AWS. Su posición es, sobre el papel, mucho más sólida que la de Oracle: sería unir a los respectivos líderes de sus mercados, frente al segundo escalafón de Cerner y el quinto que ostenta Oracle entre los proveedores de nube (sin contar a los gigantes asiáticos en la ecuación). A sumar que todo depende de la migración de estos registros sanitarios a la nube, algo que puede no suceder con la velocidad o intensidad que Ellison y los suyos esperan.